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El crimen de León

La defensa culpa del asesinato de Isabel Carrasco al acoso sexual al que sometía la víctima a Triana

Montserrat González y su hija Triana, acusadas de la muerte de Isabel Carrasco.

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La defensa de Montserrat González y su hija Triana, acusadas de la muerte de la que fuera presidenta de la Diputación y del PP leonés, Isabel Carrasco, atribuyó este martes el origen del crimen al acoso sexual que la víctima sometió a la segunda de ambas acusadas y la animadversión posterior de la regidora a raíz de verse rechazada.

De hecho, el defensor, durante la exposición de los escritos de calificación provisional en la primera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia de León por el procedimiento de jurado popular, advirtió de que la relación entre ambas "fue buena" hasta que Carrasco "demandó relaciones sexuales, agarrando a Triana por la cintura con fuerza" y le dijo: ¡"Piensa lo que haces, conmigo tienes mucho que ganar y poco que perder!".

Desde ese momento, siempre según la versión de madre e hija, "comenzó un calvario para Triana porque Isabel Carrasco no aceptó ser rechazada" y comenzó el supuesto acoso laboral, personal y judicial que terminó con su muerte a manos de Montserrat González.

"La única víctima es Carrasco" 

Sin embargo, tanto la Fiscalía como la acusación particular reprochan a la defensa de madre e hija que su línea argumental pretende juzgar a la víctima. "Fuera como fuera Isabel Carrasco, nadie la puede matar, no existe ningún motivo para justificar un asesinato y menos de esa forma tan cobarde", aseveró el fiscal, mientras que Beatriz Llamas, letrada de la acusación particular, insistió en que "la única víctima es Isabel Carrasco. Una persona ha muerto y nada puede justificar un crimen".

La Fiscalía sostiene que la muerte de Isabel Carrasco se produjo por la "animadversión" que las acusadas Montserrat y su hija Triana sentían hacia ella, a la que culpaban de utilizar su posición como presidenta de la Diputación Provincial y del Partido Popular de León para perjudicar a Triana cuando trabajó en la institución y reclamarle después diferencias salariales por dicho trabajo, así como en sus aspiraciones profesionales y políticas.

Así, abogó por que las tres mujeres implicadas sean condenadas por un delito de asesinato, en concurso con otro delito de atentado, a 20 años de prisión, así como a tres años más de cárcel por otro delito de tenencia ilícita de armas.

Por su parte, la defensa de madre e hija consideró a Montserrat González autora de un delito de asesinato con el eximente incompleta de trastorno mental por sufrir en el momento de los hechos "trastorno de ideas delirantes" con "déficit en sus capacidades de conocimiento y voluntad" y un atenuante de reparación del daño causado, ya que prevé una indemnización para la hija y la pareja de la víctima. Por este delito solicita una pena de siete años, seis meses y un día, además de un año de prisión por un delito de tenencia ilícita de armas.

La defensa de Montserrat y Triana solicitó, además, la libre absolución de Triana Martínez porque, según sostiene, es únicamente e culpable de un delito de encubrimiento que queda impune porque afecta a su madre.

En el caso de la defensa de la agente de Policía Local Raquel Gago, su letrado solicitó la libre absolución de su patrocinada por su "ausencia de participación" en los hechos. "Todas las acusaciones son mentira", ha insistido en sus calificaciones provisionales el abogado Fermín Guerrero.

En la primera jornada de juicio se leyeron los escritos de calificaciones de las partes que recogen hechos ocurridos el pasado 12 de mayo de 2014, a las 17.15 horas, cuando Isabel Carrasco caminaba sola por la pasarela sobre el río Bernesga de León capital, que une el paseo de la Condesa con el paseo de Salamanca, y Montserrat González la venía siguiendo a poca distancia.

Poco antes de llegar a la parte superior de la pasarela, "a escasa distancia y por la espalda", Montserrat disparó a su víctima cuatro veces con un revólver, tres de los disparos le alcanzaron, el primero le afectó al ventrículo izquierdo del corazón y, después, para rematarla y tras agacharse sobre ella, Montserrat disparó en la mejilla izquierda y en la parte posterior de la cabeza.

Las heridas provocadas por los disparos resultaron "mortales de necesidad", el primer y el tercer impacto, y causaron la muerte de Isabel Carrasco de forma "casi inmediata" por "shock hipovolémico y destrucción de centros nerviosos superiores".

Después de efectuar los disparos, Montserrat González introdujo el arma en un bolso bandolera y volvió sobre sus pasos. Se dirigió, tras cruzar el paseo de la Condesa Sagasta, por las calles Lucas de Tui y Colón hasta llegar al pasadizo que existe entre la plaza del Mercado de Colón y la avenida Gran Vía San Marcos, donde se despojó de la parka, gorro, guantes y gafas, con las que se ocultó para cometer el crimen, y entregó el revólver, pañuelo y bolso a su hija Triana, que allí le estaba esperando.

Por su parte, Triana introdujo el bolso que le había dado su madre en otro bolso de lona más grande y, sobre las 17.19 horas, con un móvil Nokia tarjeta prepago, que no estaba registrado a su nombre, hizo una llamada telefónica de 17 segundos a Raquel Gago.

Triana se encontró con Raquel Gago sobre las 17.25 horas del mismo día, en la calle Lucas de Tui. La agente de policía local abrió su coche allí aparcado y Triana depositó allí el bolso grande en el que se encontraba el arma homicida, así como otros enseres.

"Las tres eran necesarias" 

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Según la Fiscalía y la acusación particular, las tres mujeres elaboraron de forma conjunta "un plan" y Raquel Gago conocía los propósitos homicidas de las otras dos y colaboró con ellos por amistad a Triana. "Las tres eran necesarias, cada una con su perfil, para llevar a cabo su fin, que era asesinar a Isabel Carrasco y quedar impunes".

No obstante, según la defensa de Gago, ésta no conocía los planes de la autora confesa y su hija y "no se encontraba en la calle Lucas de Tui esperando a nadie. No ocultó nada en su coche de forma previamente concertada, ni participó en un seguimiento a Isabel Carrasco".

Lo que sí está probado es que Raquel Gago no entregó el arma homicida hasta 30 horas después de cometerse el crimen. El 13 de mayo 19.20 horas llamó a un policía nacional y dijo que había encontrado de forma casual el arma en su coche.

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