Elecciones 26-J

El PP llega al 26-J envuelto en el discurso del miedo y alertando contra el voto “inútil” a C´s

Rajoy no ve muy democrático que, tras la grabación al ministro, algunos busquen sacar "tajada"

Para el Partido Popular, la campaña electoral no ha sido ni lo que anunciaron que iba a ser –"constructiva, propositiva"– ni lo que en Génova, cuartel general de los conservadores, esperaban que fuera. Todo iba sobre ruedas, señalan, hasta que en esta última semana el estallido del caso Fernández Díaz supuso una tremenda bofetada para Mariano Rajoy

Los ciudadanos no han podido encontrar en los discursos de los integrantes de la candidatura que encabeza Rajoy los mensajes "en positivo", centrados en las propuestas del programa electoral, que antes del arranque de la campaña acordó la dirección nacional del PP. Así, al menos, lo anunció en rueda de prensa Javier Maroto, vicesecretario de Sectorial del partido.

Frente a ello, los conservadores, con Rajoy a la cabeza, se han encargado a diario de abundar en el discurso del miedo que, en parte, les llevó el 20-D a los 123 escaños cuando partían de 186. Del miedo al cambio, del miedo a los "extremistas". Entendiendo siempre "extremistas" como sinónimo de Podemos, la formación liderada por Pablo Iglesias.

Este discurso ha sido complementado, además, con grandes dosis de llamada al voto útil con Ciudadanos, la formación liderada por Albert Rivera, como telón de fondo. 

Pese a que al PP de Rajoy las encuestas no le han ido del todo mal y auguran que podría repetir la marca de los comicios de diciembre, los conservadores saben que con los 123 escaños no conseguirán nada. Y que Ciudadanos sigue siendo un obstáculo importante. Por ello, han ido a por todas alertando de lo "inútil" que es votar al partido de Albert Rivera en casi una treintena de circunscripciones. 

A por los votos de Ciudadanos

¿Por qué? ¿En qué se basa el PP para reclamar a todos aquellos electores que se consideren "moderados" queaglutinen el voto en torno a sus siglas? Primero porque consideran que es la única vía de vencer al "radicalismo y sus aliados". A saber: Podemos y los independentistas. Y segundo,  porque tras analizar los resultados del 20-D y las últimas encuestas publicadas han detectado 27 provincias en las que Ciudadanos no está en condiciones de conseguir escaños. Es decir, que son votos "perdidos" que, por el reparto de la ley electoral, pueden acabar beneficiando al partido de Iglesias.

Esas 27 circunscripciones son las siguientes: Álava, Albacete, Ávila, Badajoz, Burgos, Cáceres, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Gipuzkoa, Huesca, Huelva, Jaén, La Rioja, Lleida, León, Lugo, Navarra, Ourense, Palencia, Pontevedra, Salamanca, Segovia, Soria, Teruel, Bizkaia y Zamora.

Un punto de inflexión: el debate

Estos ataques a Ciudadanos han sido ampliamente estudiados y debatidos en las reuniones del comité de campaña del PP. En un principio había dudas entre los vicesecretarios respecto a los efectos que esto podría tener, máxime cuando es un escenario posible que necesiten sus escaños para gobernar. También recordaban que hay territorios, como la Comunidad de Madrid, en los que gobiernan gracias a los votos de Ciudadanos. Pero al final se impuso el ir a por todas insistiendo, además, en que votar a Rivera es una especie de juego de azar si se tiene en cuenta cómo pacto con Pedro Sánchez tras el 20-D traicionando a la hemeroteca.

Para que el PP acabara pisando el acelerador contra Ciudadanos fue clave el debate a cuatro celebrado a comienzos de semana. Rajoy, que ya estaba molesto con Rivera porque lleva más de medio año pidiendo su cabeza como condición para ayudarles a conformar una mayoría parlamentaria, elevó su grado de enfado al ver cómo éste fue el que más fuerte le sacudió a cuenta de la corrupción.

A Rajoy se le vio descolocado, sin argumentos. Muestra de ello fue que tuvo que recurrir en un par de ocasiones, para intentar desgastar a Rivera, a unas declaraciones de este en el programa Salvados (laSexta) en las que había señalado que había pagado alguna vez algo en negro.

Previamente, Rivera, papeles en mano, había asegurado que Rajoy, según la contabilidad de Luis Bárcenas, extesorero del PP, había recibido 340.000 euros. Una cantidad "que podría proceder de delito". También le recordó el embargo de 1,2 millones de euros que pesa sobre la sede del PP y los SMS de apoyo que remitió al exresponsable de las finanzas de su partido cuando ya sabía que había amasado una fortuna en Suiza.

Rajoy le respondió que son los votantes los que deciden qué candidatos gobiernan, no él, que la Constitución de 1812 abolió la Inquisición y que le faltaba "un poco de humildad"

La reacción del jefe de los conservadores bastó por sí sola para poner de manifiesto que el debate no fue todo lo bien que se esperaba. Pero podía haber ido peor. Se esperaban un "todos contra Rajoy". Y, aunque así fue, en el balance final, para los suyos, aprobó. La mejor nota la obtuvo en el primer apartado, el económico. Creen en el PP que supo apuntalar con datos cómo heredó España de los socialistas y cómo está ahora. "No sé si convencimos a muchos indecisos. Pero votos no perdimos. Desde luego", señala un miembro de la dirección nacional en conversación con infoLibre.

Otro amigo en el punto de mira

Superado el debate, Rajoy siguió con su periplo de paseos, pequeños mítines, entrevistas y selfies. Se le veía cómodo, más incluso que en la campaña del 20-D. Pero todo se torció este martes cuando saltó la noticia, desvelada por el diario Público, de que su ministro del Interior, su amigo Jorge Fernández Díaz, se había reunido con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC), Daniel de Alfonso, para buscar casos de corrupción que afectasen a líderes independentistas.

El miércoles por la mañana, Rajoy concedió una entrevista a Onda Cero en la que respaldaba a su ministro y quitaba hierro a las grabaciones difundidas. Pero su tono de voz y la forma en la que intentaba esquivar las preguntas y al entrevistador dejaban cristalino que estaba muy molesto. 

Rajoy, dijo, desconocía las reuniones e incluso la existencia de la OAC y empezó a hacer circular la idea de que alguien estaba intentando pescar en río revuelto. ¿Quién? Habían pasado pocas horas desde que se conoció el escándalo y la maquinaria conservadora ya había puesto en circulación sus sospechas de que tras la filtración estaban las fuerzas soberanistas. Se trataba de intentar dar la vuelta a la situación. Transformar una presunta conspiración entre dos representantes de dos instituciones en una conspiración contra el PP a pocos días para las elecciones.

Obviando los hechos, Rajoy y los suyos pusieron el énfasis en Cataluña con la intención de reforzar su discurso antiindependentista, como si la publicación de esta información pusiese en peligro la unidad de España. Y como si todos los partidos que exigían responsabilidades estuviesen por la ruptura.

Los argumentarios lo dejaban claro: "La izquierda está haciendo el juego a los independentistas con las libertades de todos [...] Los extremistas y los independentistas están tratando de debilitar al Partido Popular para allanar su camino hacia la ruptura de España. Legitiman unos métodos profundamente mafiosos, como son unas grabaciones ilegales, con el evidente propósito de sacar réditos en las próximas elecciones". 

Sólo las urnas demostrarán si el caso Fernández Díaz ha perjudicado a un PP al que todas las encuestas ubicaban como primera fuerza. De momento, sin el escrutinio final, la dirección nacional del PP cree que sus votantes no van a cambiar la papeleta por esto. Es más, consideran que hay un sector de su electorado que no censurará a Fernández Díaz, sino todo lo contrario. Lo que no pueden negar es que no ayuda a movilizar a los indecisos.

El Brexit o cómo envolverse en la bandera de la estabilidad

El Brexit puso en bandeja a Mariano Rajoy sacar de nuevo a pasear dos de los discursos en los que más cómodo se mueve: el de la recuperación económica y el de su Gobierno como garantía de la estabilidad. A las 9.30 de la mañana de este viernes leía una declaración institucional en el palacio de La Moncloa que por momentos tuvo tintes electoralistas. 

Tras lanzar un mensaje de tranquilidad a los españoles residentes en Gran Bretaña y a los ingleses residentes en España, Rajoy defendió que "el Gobierno está preparado ante cualquier eventualidad". "Afortunadamente, España tiene ahora una economía con sólidos fundamentos".

Pero fue todavía más allá cuando señaló que "hace tan solo unos años", una "contingencia externa como esta podría haber precipitado a España a la quiebra y el rescate". No es momento, dijo, de "alimentar o añadir incertidumbres".

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¿A qué se refería? Un vídeo difundido horas después por su partido dejaba claro que estaba volviendo a alertar contra los "extremistas".

Horas después, otro vídeo echaba el cierre a una campaña muy polarizada. "El 26-J tenemos otra oportunidad, pero la extrema izquierda también", señalaban desde el PP. De producirse este gobierno, "se malograría el crecimiento económico experimentado en los últimos años y, con él, el gran objetivo que el Partido Popular ofrece en su programa, 20 millones de personas trabajando en España en el año 2020".

El lunes, Rajoy analizará con la plana mayor del PP los resultados del 26-J. También tendrá que reflexionar, a tenor de los resultados, de si ha tenido éxito este estilo de campaña que tan poco le funcionó a Esperanza Aguirre en las municipales de mayo de 2015. Y de cuál será su política de pactos. Si es fiel a sus palabras de hace unos días, actuará igual que actuó tras el 20-D. Es decir, rechazando someterse a una investidura si antes no logra reunir los 176 escaños en los que está instalada la mayoría absoluta en el Congreso.

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