Elecciones 26-J

Guía para saber quién gana y quién pierde

Candidatos de los principales partidos que se presentan a las elecciones del 26-J.

Hace apenas seis meses, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, salía sonriente al balcón de Génova para dirigirse a los simpatizantes del PP, que le aclamaban al grito de "¡Presidente, presidente!". Ya conocía los resultados de las elecciones del 20-D, en los que la formación conservadora, aunque seguía siendo la más votada, se había desplomado en comparación con el apoyo obtenido cuatro años antes, en 2011. Con gesto sonriente, proclamó: "Hemos ganado las elecciones". Sin embargo, acababa de perder un 30% de los votos y 63 diputados.

Todas las formaciones políticas, de uno u otro modo, tratan de vender favorablemente los resultados de las urnas y para ello se agarran a algún dato positivo, sea el que sea. Para saber de verdad quién gana y quién pierde este domingo es necesario mirar de dónde parten y qué expectativas tienen. infoLibre ha elaborado una guía que pone el foco en los votos, los escaños y la capacidad que los partidos pueden llegar a tener a la hora de formar Gobierno o influir en su formación, las tres variables que, objetivamente, determinan si una formación ha salido bien parada de unas elecciones.

Partido Popular: a por el 30%

El Partido Popular va a ser, según todas las encuestas, la formación más votada gracias, sobre todo, al fragmentado tablero político español nacido de la crisis y a pesar de los escándalos de corrupción y de los recortes de los últimos años. Pero ser el más votado, con ser importante, no basta. Para los conservadores el éxito en estas eleciones pasa por mejorar sus resultados del 20-D y alcanzar en torno a un 30% de los sufragios (hace seis meses se quedaron en el 28,71%, el peor porcentaje de la formación desde 1989, el año de la refundación de lo que había sido AP). Esa es la cifra mágica que tiene Rajoy en mente.

El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno es consciente de que lograr mayoría absoluta, y más un resultado como el de 2011 –186 asientos en la Cámara baja–, es misión imposible. Esta vez, su objetivo es rebasar los 123 escaños que consiguió en diciembre. Cuantos más mejor, porque la capacidad del PP para conseguir que Mariano Rajoy repita como presidente guarda relación directa con una mejora de sus resultados en votos y escaños. Cuanto más amplio sea el margen respecto al segundo partido, más legitimado se sentirá su candidato a la Moncloa para exigir al resto de formaciones que dejen gobernar a la lista más votada, el mantra con el que los conservadores españoles empujan al PSOE para que se abstenga en una segunda sesión de investidura en el Congreso.

En cualquier caso, el éxito o el fracaso del PP pasa necesariamente por presidir el nuevo Gobierno. Ningún otro resultado les permitirá asegurar que han salido bien parados de las elecciones.

PSOE: mantener la segunda posición

En el caso de los socialistas, el escenario es mucho más complejo. Lo lógico sería pensar que un buen resultado para el PSOE pasaría por superar el 22% de los votos que logró en diciembre –el peor resultado de su historia–, pero este domingo el éxito o el fracaso del partido de Pedro Sánchez pasa necesariamente por la posición que acaben ocupando en comparación con Unidos Podemos.

Si los socialistas superan en escaños a los de Pablo Iglesias (aunque en porcentaje de voto queden por detrás), se habrán anotado una victoria frente a las expectativas que vaticinan el sorpasso de la coalición formada por Podemos, IU y las confluencias. Si, por el contrario, el PSOE se ve superado en votos y en escaños por Unidos Podemos, los socialistas tendrán muy difícil disimular el fracaso.

Sánchez necesita conservar el liderazgo de la izquierda en el hemiciclo porque sólo así estaría en situación de repetir lo que ya intentó durante los meses precedentes: formar gobierno con Ciudadanos y apelar a Unidos Podemos para que, por activa o por pasiva, impida un gobierno del PP o la convocatoria de unas terceras elecciones.

La pugna con Unidos Podemos por el espacio de la izquierda es tan trascendental que, paradójicamente, el PSOE estaría en situación de celebrar la noche electoral si queda por delante de los de Pablo Iglesias aunque retroceda en votos y en escaños (en diciembre alcanzó los 90 diputados). 

Unidos Podemos: el deseo de 'sorpasso'

La coalición integrada por Podemos, las confluencias e Izquierda Unida tiene un margen más amplio. Se podría decir que un resultado bueno comenzaría a partir del 24,2% de los votos, que se corresponde con la suma que el partido morado e IU obtuvieron por separado en los comicios del pasado 20 de diciembre.

Sin embargo, las expecatativas creadas por las encuestas obligan a Unidos Podemos a conseguir un objetivo más ambicioso: superar a los socialistas en porcentaje de sufragios. Y en escaños, aunque, en opinión de Iglesias, obtener más votos que el PSOE ya les daría legitimidad para proclamarse referente de la izquierda en España y encabezar la formación de un gobierno de izquierdas.

Si nos atenemos estrictamente al cómputo de escaños, la coalición electoral empezaría a vender un buen resultado a partir de los 71 diputados –el 20-D los de Iglesias lograron 69 y los de Alberto Garzón sólo 2–. Pero ese ya no es el objetivo real. Es el sorpasso al PSOE lo que les daría la posibilidad de tomar la iniciativa para formar Ejecutivo.

Es en este escenario donde la coalición electoral se encontraría más cómoda. Sobrepasar a los socialistas trasladaría la presión en las negociaciones al PSOE, que tendría que decidir, en palabras de sus dirigentes, entre lo malo y lo peor: facilitar un Ejecutivo del PP con su voto a favor o la abstención en segunda sesión de investidura –una opción, rechazada por Sánchez, que a la larga les podría acarrear serios problemas internos– o tender la mano a la formación encabezada por Pablo Iglesias –asumiendo en este caso un papel secundario en el sector de la izquierda española con consecuencias también imprevisibles para el futuro del PSOE–.

Unidos Podemos habrá fracasado si no logra superar a los socialistas, aunque la coalición les permita mejorar en escaños.

Ciudadanos: pegamento para la gran coalición

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La formación naranja es, de las cuatro principales, la que menos se juega en términos de formar gobierno o de contribuir a su formación porque, segun todas las encuestas, sus escaños tampoco esta vez van a alcanzar para hacer presidente ni a Mariano Rajoy ni a Pedro Sánchez. Para decir esta noche que ha ganado, Albert Rivera necesita mejorar en porcentaje de voto, en escaños o en ambos. Sólo así podrá vender que los electores han premiado su estrategia de pactos con los socialistas. Le vale, en porcentaje de sufragios, sacar en torno a un 15%  –en diciembre se quedó en el 13,9%–.

Lo mismo pasa en relación con el número de parlamentarios en el hemiciclo. Para C's, al igual que para el PP, existe el riesgo de cosechar más votos que en diciembre pero perder diputados (la coalición Podemos-IU altera el reparto de escaños). Por eso, un buen resultado para la formación naranja pasaría por conseguir mayor cantidad de asientos que el 20-D, cuando sumó 40 representantes en el Congreso. Esa cifra sería suficiente para salvar la situación aunque C's siga sin ser decisivo a la hora de configurar un futuro Ejecutivo.

El papel que podrían jugar los de Rivera pasa, sólo y exclusivamente, por presentarse como el pegamento que permita formar una gran coalición. Aunque durante la campaña los golpes entre Ciudadanos y el PP se han endurecido, el candidato de la formación naranja ya ha dejado claro que su intención pasa por sentar en una misma mesa a partir del 27 de junio a conservadores y socialistas. Saben que sus escaños no serán decisivos para formar este tipo de Ejecutivo –PP y PSOE sumarían, según las encuestas, la cantidad de apoyos necesaria para sacar adelante una primera investidura–, pero su posición centrista, tal y como se sitúan ellos, podría jugar un papel conector entre Rajoy y Sánchez.

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