Centrales hidroeléctricas

Brasil cancela el devastador proyecto de megapresa del que Iberdrola y Mapfre rechazaron desvincularse

Iberdrola y Mapfre se mantienen en la órbita de una devastadora presa amazónica

El Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales (Ibama) anunció este viernes la cancelación del proceso de emisión de la licencia para construir la presa de São Luz do Tapajós, un proyecto faraónico que pretendía obtener energía de uno de los últimos ríos vírgenes de Brasil. Sin el permiso del organismo, según Greenpeace, la infraestructura no se puede llevar a cabo. Iberdrola y Mapfre, que participaron en un proyecto similar, rechazaron en varias ocasiones desvincularse de la megapresa pese a que, como denunciaron los ecologistas, podría haber afectado irreversiblemente al modo de vida del pueblo indígena mundurukú.

La construcción pretendía anegar, según datos de Greenpeace, 400 kilómetros de bosque, y deforestar otros 2.200 kilómetros. Parte del territorio de los mundurukú, que desde el primer momento han ejercido una resistencia activa contra los planes del Gobierno brasileño. Los indígenas se habrían visto afectados no solo por la pérdida de tierras en las que vivir, también por el descenso en la calidad de sus aguas y la fertilidad de sus cultivos. "Los mundurukú estamos muy felices con esta noticia. Es algo muy importante para nosotros. Ahora seguiremos luchando contra otras presas en nuestro río", declaró el jefe de la comunidad, Arnaldo Kabá Mundurukú.

El Ibama ya suspendió en abril la licencia ambiental de la megapresa aludiendo al impacto que produciría en la vida de personas, animales y plantas. Ahora da un carpetazo que parece definitivo. "Es la mejor noticia que podía llegar", asegura la directora de campañas de Greenpeace, María José Caballero. El proyecto "era una auténtica barbaridad", opina. La asociación ecologista ha presionado en los últimos meses a Siemens para que se retire de los planes, ya que es una de las pocas empresas del mundo con capacidad de fabricar las turbinas necesarias para construcciones como la de Tapajós. A juicio de Caballero, la desvinculación de la compañía –pese a que los contratos nunca se llegaron a licitar– sería la constatación definitiva de la muerte del proyecto.

Pese a la decisión del organismo medioambiental brasileño, aún quedan varias reivindicaciones a la orilla del Tapajós. La más urgente es la demarcación del territorio de los mundurukú, algo vital para reconocer sus derechos y negociar en futuras tensiones entre las grandes empresas y la comunidad. La Fundación Nacional del Indio (Funai) realizó esta demarcación, aunque fue suspendida por el Gobierno brasileño, que ha apoyado el proyecto de la presa sin medias tintas, por razones "de interés estratégico". La Constitución brasileña reconoce, en su artículo 231, el derecho de los indígenas a ser consultados cuando cualquier actividad incide en su territorio o en su modus vivendi. "Seguiremos trabajando para conseguir que estas tierras sean suyas para siempre", promete Caballero. Algo que ayudaría a luchar contra los 42 proyectos de hidropresas que, según los ecologistas, se están planificando en las inmediaciones del río.

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Greenpeace asegura que Iberdrola y Mapfre eran serios candidatos a participar en la construcción de la megapresa, ya que se involucraron a través de empresas participadas en la de Belo Monte. Los ecologistas consideraron que, aunque el proyecto estaba muy verde y aún sin licitar, las compañías debían desvincularse por la incompatibilidad de los planes con sus declaraciones de Responsabilidad Social Corporativa.

Iberdrola participa del 39% de la empresa brasileña Neoenergía, la primera distribuidora de energía del país por número de clientes e implicada en varios proyectos similares. El presidente de la energética española, Ignacio Galán, afirmó que su responsabilidad respecto a una sociedad de la que Iberdrola es propietaria al 39% no incluye la construcción de presas devastadoras. "Ni gestionamos ni pintamos nada en ese tema", aseguró, "son temas de los brasileños, que seguro que lo están haciendo de acuerdo con las leyes brasileñas".

Mapfre, por su parte, aseguró en declaraciones a infoLibre: "No nos podemos desvincular de lo que no ha pasado. No hemos cambiado nuestra postura porque nunca la hemos tenido. No hay un planteamiento”. Para los activistas, las evidencias del daño medioambiental que la megapresa de São Luz do Tapajós pretendía ejercer debían ser suficientes, aunque solo estuvieran sobre el papel.

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