La XII Legislatura

Los ‘19 vetados’ del Congreso: un elemento clave para entender el bloqueo político

ERC

"Eso no lo vamos a hacer, que nadie tenga la menor duda. Lo pudimos hacer en el pasado y no lo hicimos. Dennos un poco de credibilidad". Son declaraciones recientes del portavoz del PSOE, Antonio Hernando, sobre la propuesta de Podemos de formar un gobierno alternativo con el apoyo de los independentistas en el hemiciclo. Con estas palabras, el dirigente anunciaba que las líneas rojas que se impusieron como "innegociables" en el Comité Federal que su formación celebró el pasado 28 de diciembre continúan trazadas de la misma manera para esta nueva legislatura: sigue siendo indispensable para futuras conversaciones que se rechace "cualquier planteamiento que conduzca a romper con nuestro ordenamiento constitucional".

Igual de contundentes se han mostrado desde el PP. Tras contar el partido conservador con la ayuda de las formaciones independentistas durante la constitución de la Mesa del Congreso, la formación liderada por Mariano Rajoy tuvo que salir al paso de las críticas dejando claro que no se apoyaría en estos partidos para sacar adelante la investidura de su candidato. "Salvo que renuncien a sus afanes independentistas", dijo entonces el vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo. Unas aclaraciones que tuvieron que hacer después de que Ciudadanos alertase a la formación conservadora de que se replantearían su voto si el PP estuviese "pactando algo con quienes quieren romper España que tenga que ver con la investidura o con la legislatura".

Con todas estas vías cerradas, los 19 diputados que CDC (9), ERC (8) y EH Bildu (2) aglutinan en el hemiciclo tras las elecciones del pasado 26 de junio han quedado marginados por completo de cualquier tipo de conversaciones para formar gobierno por parte de PP, PSOE y C's. Podemos, sin embargo, se muestra abierto a dialogar con las formaciones independentistas para sacar adelante una investidura con ellas y los socialistas. ¿Qué consecuencias puede tener este veto en la vida parlamentaria durante la legislatura? ¿Qué ha cambiado para que CDC y ERC, que tantos gobiernos han facilitado actuando como partidos bisagra, hayan sido apartados ahora de las negociaciones en el Congreso?

La clave del actual bloqueo

Tanto las elecciones del pasado 20 de diciembre, como su repetición seis meses después, dejaron un Parlamento extremadamente fragmentado. El diálogo entre las diferentes formaciones políticas se tornó necesario si se quería sacar adelante una investidura. Al PP no le daban los números para lograrlo sólo con los apoyos de Ciudadanos. Lo mismo sucedía con el PSOE, que se mostró, y muestra, interesado en alcanzar un acuerdo con Podemos y la formación de Albert Rivera, una combinación que parece resultar imposible a tenor de las declaraciones que han hecho sus líderes. Con estas dos vías bloqueadas, la formación liderada por Pablo Iglesias ha insistido en que es posible una alternativa apoyándose en las formaciones independentistas. Este puente a La Moncloa también está roto.

"El hecho de que los partidos que tradicionalmente han sido bisagra y que han determinado mayorías parlamentarias queden al margen de la aritmética parlamentaria es uno de los elementos, por no decir el crucial, de que no tengamos Gobierno", explica en conversación con infoLibre el profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) Lluis Orriols. El politólogo señala que el cambio de prioridades de las formaciones independentistas catalanas ha provocado que en estos momentos tengamos "17 escaños –la suma de los de CDC y ERC– que quedan al margen de los posibles pactos, algo que dificulta aún más la difícil gestión de acuerdos".

Los diputados de la denominada izquierda abertzale, sin embargo, nunca han jugado la carta de partido bisagra. A pesar de que desde 1979 hasta 1996 Herri Batasuna consiguió representación en el Congreso de los Diputados –su máximo resultado fue en 1986 con 5 escaños–, su presencia no fue determinante para las diferentes investiduras. Nunca votaron a favor de ningún candidato. Pero tampoco lo hicieron en contra o tiraron de la abstención durante esa etapa política en España. "Ese aislamiento que ha ido acompañando a la izquierda abertzale ya es histórico. Es, por tanto, muy diferente a los partidos independentistas catalanes, que sí han facilitado gobiernos", señala Jordi Matas, catedrático de Ciencias Políticas de la Universitat de Barcelona (UB) y director del Observatorio de Gobiernos de Coalición.

En opinión del politólogo catalán, el veto a CDC y ERC "se suma a un cúmulo de obstáculos para poder investir a un presidente del Gobierno". "No es el único, pero se descarta un número de diputados que en otras ocasiones apoyaron investiduras y facilitaron la gobernabilidad", sostiene. "Hasta ahora tenían un mandato basado en el intercambio de los apoyos en Madrid por políticas, muchas de ellas de mejora del autogobierno catalán. Sin embargo, ahora el requisito gira en torno a un referéndum para la independencia", añade Orriols.

Tanto ERC como CDC han sido claves en la formación de cuatro Gobiernos durante el actual periodo democrático. Felipe González sacó adelante su última investidura, la del año 1993, gracias al voto a favor de los 18 parlamentarios de CiU. Sólo tres años después, Convergència dio 16 apoyos a José María Aznar que fueron claves para entrar en La Moncloa. En el caso de Esquerra, su papel fue determinante para sacar a los conservadores del Ejecutivo en abril de 2004: sus ocho votos a favor del socialista José Luis Rodríguez Zapatero permitieron que el PSOE volviese a hacerse con el Gobierno de España.

Máriam Martínez-Bascuñán, doctora en Ciencia Política y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, sostiene que esta situación "es un grave error político" porque, en su opinión, mantener conversaciones con estas fuerzas "sería el primer paso" para resolver el conflicto catalán. "Se debería intentar hablar con ellos durante el resto de la legislatura para sacar adelante reformas como paso necesario para normalizar relaciones y comenzar a entablar conversaciones respecto del problema de encaje con Cataluña", afirma la politóloga.

Sin problemas para la vida parlamentaria

Sin embargo, ninguno de los expertos considera que este veto a las formaciones independentistas sea una realidad en el día a día parlamentario durante los cuatro años de legislatura. Ni Orriols ni Matas creen que la actual situación de estas formaciones en el Congreso de los Diputados se vaya a convertir en un problema a la hora de sacar adelante leyes. "El hecho de que tengan distancias insalvables en algunas cuestiones con el resto de partidos no impide que en temas coyunturales y leyes concretas puedan votar conjuntamente", señala el politólogo de la UC3M.

Para el catedrático de Ciencias Políticas de la UB, es "más fácil" conseguir la mayoría necesaria "para impulsar una acción de Gobierno" que para investir a un presidente. "No será una mayoría simple estable. En ocasiones habrá que negociar las abstenciones o los votos a favor de un partido o de otro. Pero no creo que sea un obstáculo para la legislatura", apunta Matas. Pero, ¿este contexto de marginalidad en el Congreso perjudica a los partidos independentistas? "Para nada", dice el politólogo, que añade que dentro del electorado de estas formaciones "no se percibe mal que se encuentren vetados de cualquier negociación" con PP o PSOE.

Para Lluis Orriols, el principal beneficiado de esta situación a corto plazo sería el Partido Popular, porque, de no existir este veto a los partidos independentistas "ya habría un Gobierno en España". "Y no sería del PP", añade. Preguntado por el efecto que esta situación puede tener sobre CDC y ERC, el politólogo recuerda que ambos partidos están en la Generalitat y que, "en términos pragmáticos", les vendría bien "poder investir a Pedro Sánchez". "Una negociación con el líder socialista como presidente del Gobierno, dejando de lado el referéndum, podría ayudar muchísimo a desahogar financieramente un Gobierno catalán que se encuentra desde hace muchos años al límite", sentencia.

A largo plazo, el profesor de Ciencias Políticas de la UC3M no cree que nadie logre sacar réditos de esta situación. "Estas crisis políticas o se encauzan o se enquistan", asevera. Pero ambos son conscientes de la dificultad de agarrar las riendas del conflicto. "Yo tengo la percepción de que la única solución gira en torno a acordar la celebración de un referéndum", señala Matas en conversación telefónica con este diario. "Hay que buscar vías para que muchos catalanes vuelvan a sentir que la reforma es posible y, por lo tanto, que no apuesten por la ruptura", agrega Lluis Orriols.

Una nueva coyuntura en Cataluña

Pero, ¿cuáles son los motivos que han llevado a estos partidos a la marginalidad en el hemiciclo después de haber sido en numerosas ocasiones la llave que abría la puerta de La Moncloa? En el caso de Convergència, según señala el politólogo de la UB, el punto de inflexión se marcaría en el XVI Congreso que el partido celebró en el año 2012, en el que por primera vez se aprobó una ponencia política abogando por "construir el Estado propio" que garantice a Cataluña su "pervivencia como nación y su viabilidad como sociedad, hoy amenazadas". "Convergència abrazó las tesis independentistas que antes sólo defendía ERC", señala Matas, que añade que esto, unido a la ruptura de negociaciones sobre la financiación autonómica y la famosa sentencia del TC sobre el Estatut, terminaron por romper unas relaciones que, desde su punto de vista, son prácticamente imposibles de enmendar.

Martínez-Bascuñán pone también el foco en el PP y en su estrategia de cara a su electorado. "Lo ha cohesionado a través de su posición con respecto al nacionalismo catalán. Tiene una idea bastante clara de cómo quiere vertebrar la organización territorial del Estado, algo de lo que carecen el resto de formaciones políticas", afirma la politóloga, que añade a renglón seguido que, por lo tanto, la formación conservadora "no puede justificar ningún tipo de acercamiento con CDC tal y como están las cosas" si quiere mantener "ese rédito electoral".

ERC, por su parte, siempre se mostró abiertamente independentista. Sin embargo, esto no impidió a los socialistas utilizarles de apoyo para sacar adelante la investidura de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Por qué en estos momentos existe, entonces, ese problema? Para Matas, la clave se encuentra en el cambio de liderazgo. "Yo creo que el líder anterior [Joan Puigcercós] era un poco más pragmático, desde mi punto de vista, a la hora de negociar con los partidos españoles", sostiene el director del Observatorio de Gobiernos de Coalición. Para Martínez-Bascuñán, el foco hay que ponerlo en el PSOE: "Debe verse en clave interna, prestando atención a la relación de Sánchez con sus barones. Es, de alguna manera, la línea roja que podría legitimar una revuelta interna", apunta.

Con todo esto sobre la mesa, los politólogos señalan otro elemento clave: el cambio coyuntural en Cataluña, donde el apoyo a la independencia ha ido creciendo con el paso de los años. Una "crisis nacional catalana" que, según afirma Lluis Orriols, ha provocado el "cambio de mandato" de las formaciones independentistas. "El entorno nacionalista ha pasado de demandas de reforma a demandas de ruptura, llevando a estos partidos a acomodarse también a esta realidad", sostiene el profesor de Ciencias Políticas, que añade que, a diferencia de años atrás, en la actualidad la cuestión de la independencia, que antes era un elemento importante pero que se podía dejar atrás en la mesa de negociaciones, ahora se ha convertido en "un elemento fundamental". "En aquellos años el independentismo era un horizonte sin concreción", sentencia Martínez-Bascuñán.

¿Pacto del Tinell contra los independentistas?

La posición de veto de PP y PSOE a los partidos independentistas hace retrotraerse a la Cataluña postelectoral del año 2003 y al pacto de Gobierno alcanzado para desalojar a CiU de la Generalitat, que controlaba desde hacía más de dos décadas. Los resultados de aquellos comicios dieron la victoria a Convergència, con 46 escaños, seguido de los 42 del PSC, los 23 de ERC, los 15 del PPC y los 9 de ICV-EA. Un resultado que obligaba a buscar una vía alternativa a través de un tripartito orientado hacia la izquierda si se quería evitar que Artur Mas reemplazase a Jordi Pujol al frente del Ejecutivo catalán.

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Y el nuevo Gobierno de PSC, ERC e ICV llegó gracias a lo que se denominó el Pacto del Tinell. Un acuerdo que suscitó mucha polémica a causa de uno de los anexos incluidos en el que se marginaba explícitamente al PP. "Los partidos firmantes se comprometen a no establecer ningún acuerdo de gobernabilidad (acuerdo de investidura y acuerdo parlamentario) con el PP en el Govern de la Generalitat. Igualmente estas fuerzas se comprometen a impedir la presencia del PP en el Gobierno del Estado, y renuncian a establecer pactos de gobierno y pactos parlamentarios estables en las cámaras estatales", recogía el texto.

El acuerdo desató entonces las críticas de la formación conservadora. Y, hoy en día, todavía se sigue recordando. El último en hacerlo, aunque poniendo el foco sobre el PSOE, fue el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, durante la presentación de su programa para las gallegas. El candidato del PP a la reelección comparó el Pacto del Tinell con el 'no' de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy. "Tuvo unas graves consecuencias. Condujo donde condujo. Hoy, trece años después, deberíamos plantearnos dónde nos puede conducir esto", sostuvo Feijóo.

"Yo diría que fue un error político porque si se hubieran acercado posiciones en ese momento, quizá nos habríamos ahorrado la impugnación del Estatut y ahora tendríamos otro panorama distinto", sostiene Martínez-Bascuñán. Pero, ¿es comparable con la situación actual? Matas considera que "no" porque, aunque en ambos casos quedan fuerzas políticas aisladas, el Pacto del Tinell "era un acuerdo de Gobierno entre tres fuerzas que sumaban mayoría absoluta", algo que no sucede en la actualidad. "Yo tampoco lo veo comparable", sostiene Orriols, que a continuación desarrolla el argumento: "En el caso de Cataluña se establecía que con dicho actor político no se podía pactar en general, al margen de qué propuesta se pusiera sobre la mesa. (...) Sin embargo, en el caso de CDC y ERC es más bien 'con esas formaciones no se puede pactar siempre y cuando mantengan el referéndum encima de la mesa'". 

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