Comunidades autónomas

26 gobiernos autonómicos no estuvieron formados por la lista más votada

Las grietas tras un año de Gobierno 'a la valenciana'

"Con carácter general, siempre debe gobernar la lista más votada, aquí y en todos los sitios porque los ciudadanos cuando votan mayoritariamente a una lista es lo que quieren". Así de categórica se mostró la que entonces era candidata del PP a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, cuando quedaban menos de diez días para la celebración de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015, comicios que la convertirían en la presidenta de la comunidad con el apoyo de Ciudadanos. No era una opinión personal, sino un mantra que llevaba repitiendo su partido desde hacía casi un año, con la vista puesta en la aparición de una nueva formación, Podemos, que ganaba fuerza en las encuestas y que podía acabar inclinando la balanza de la gobernabilidad a la izquierda en toda España.

Un año antes, en agosto de 2014, los conservadores estaban empeñados en reformar la ley electoral. El equipo de política autonómica y local del PP ya trabajaba en esas fechas en la letra pequeña de la iniciativa, especialmente sobre la base de otorgar la mayoría absoluta a la lista que obtuviese el 40% de los votos. Pero la oposición se negó categóricamente. “No se puede imponer una modificación de la ley electoral sin el concurso del principal partido de la oposición, meses antes de los comicios”, dijo en septiembre de ese mismo año el entonces secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Y el tema se aparcó temporalmente hasta que, a medida que se acercaban las generales, Mariano Rajoy lo volvió a poner sobre la palestra: "Yo soy partidario de que en España gobierne la primera fuerza política, la que tenga más apoyos y más votos de los ciudadanos".

A nivel nacional siempre ha gobernado el partido más votado. En el marco municipal, un 94% de los más de 8.000 alcaldes elegidos tras las elecciones locales de 2011 procedía de la lista más votada. Pero, ¿cuál es la situación en el plano autonómico? Según el histórico de resultados analizados por infoLibre –que incluye los comicios de 2015–, en 26 ocasiones el Ejecutivo autonómico no fue a manos del partido más respaldado en las urnas. Estos ejemplos se distribuyen entre 13 comunidades: Andalucía (2012); Aragón (1987, 1991, 1999 y 2015); Asturias (2011); Cantabria (1991, 2003, 2007 y 2015); Comunitat Valenciana (2015); Cataluña (1999 y 2006); Galicia (2005); Islas Baleares (1999, 2007 y 2015); Islas Canarias (1987, 2007, 2011 y 2015); La Rioja (1987); Madrid (1991); Navarra (1995 y 2015), y País Vasco (2009).

Sólo en Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y Murcia ha gobernado siempre la lista más votada.

El PP es el partido más afectado. En un total de 13 ocasiones se quedó sin gobernar –a pesar de ser el ganador– por los acuerdos alcanzados entre otras formaciones. El PSOE, por su parte, se ha visto en esta misma tesitura 9 veces. Completan el listado Unión del Pueblo Navarro (UPN), que también fue víctima de los pactos de la izquierda en 2 ocasiones, y los nacionalistas del PNV y Convergència i Unió (CiU), que se quedaron sin acceder al Ejecutivo autonómico, en una ocasión cada uno, a pesar de haber sacado mayor número de votos. 

Acuerdos en Canarias, Aragón y Cantabria

Islas Canarias, Aragón y Cantabria son los territorios donde más se ha producido este fenómeno –cuatro veces en cada uno–. Son zonas con un Parlamento extremadamente fragmentado por la presencia de partidos regionalistas, lo que incrementa las opciones de alcanzar acuerdos. En el archipiélago canario, el primer caso se dio tras los comicios del año 1987, en los que el PSOE se impuso con un 27,95% de las papeletas frente a un CDS que se quedó en el 19,6% y 8 asientos menos en la Cámara. Sin embargo, el partido de Adolfo Suárez terminó gobernando durante toda la legislatura respaldándose en los 11 parlamentarios de las Asociaciones Independientes de Canarias (AIC) y en los 6 de Alianza Popular (AP).

Una situación que se repitió en tres ocasiones más, siendo Coalición Canaria el partido beneficiado. En 2007, el PSOE consiguió un amplio 35% de los votos y 26 representantes, frente a los 17 de Coalición Canaria y los 15 del PP. Sin embargo, sería la formación nacionalista la que dirigiría el Gobierno en coalición mayoritaria con los conservadores. El mismo escenario se repitió tras las elecciones de 2011, pero en esta ocasión el perjudicado sería el partido de Mariano Rajoy, que a pesar de haber cosechado un 32,85% de las papeletas vio cómo un acuerdo entre los nacionalistas canarios y el PSOE le arrebataba el Ejecutivo. Un pacto que se reeditaría tras la cita con las urnas de 2015, en las que el PSOE fue el más apoyado –20,26%– pero el segundo con mayor representación, por detrás de CC, que se quedó en el 18,59% pero logró 18 asientos, los suficientes para gobernar con el respaldo de los socialistas.

El caso de Aragón es parecido. En las elecciones de 1987 y 1991 los socialistas fueron primera fuerza, con un 36,21% y un 40,87%, respectivamente, a una distancia importante del resto de formaciones. Sin embargo, el Partido Aragonés Regionalista (PAR), con el apoyo en las primeras de AP –y la abstención de CDS– y en las segundas del PP, fue el encargado de controlar el Ejecutivo aragonés. Un PAR que sería clave para que se diera un nuevo caso tras la cita con las urnas de 1999, en la que la formación conservadora se impuso con el 39% de los votos pero no pudo gobernar a causa del acuerdo alcanzado entre el PSOE –que se quedó con un 31,46% de apoyos– y los regionalistas aragoneses –13,54%–. Los regionalistas no fueron necesarios, sin embargo, en 2015: los 35 escaños de los socialistas, Podemos, CHA e IU fueron suficientes para que Javier Lambán saliese elegido presidente ante un PP que sería desalojado del poder a pesar de haber sido la formación más apoyada.

En el caso de Cantabria, de las cuatro veces en las que se dio el fenómeno, en tres de ellas la formación actualmente liderada por Mariano Rajoy fue la perjudicada, mientras que sólo en una fueron los socialistas. Esta última se registró en 1991, cuando el PSOE se plantó como la lista más votada con el 35,4% de los sufragios –16 parlamentarios–, a muy poca distancia de Unión para el Progreso de Cantabria (UPCA), que logró un asiento menos en el Parlamento cántabro. Sin embargo, los socialistas tuvieron que ver cómo se quedaban sin el Gobierno autonómico por el pacto alcanzado entre UPCA y el PP –con 6 diputados–. En 2003, 2007 y 2015, sin embargo, serían los conservadores los que sufrirían las coaliciones entre el PSOE y el PRC. Unos acuerdos que les impidieron gobernar a pesar de ser la formación más respaldada.

Islas Baleares: todos contra el PP

El archipiélago balear ha sido siempre un bastión del PP. Los conservadores no han perdido una sola de las nueve citas con las urnas celebradas desde 1983, cosechando cifras que se mueven entre el 29,07% de las papeletas –logradas en 2015, su peor resultado hasta la fecha– y el 47,82% del año 1991. Entre los 35 escaños de 2011 y los 20 de 2015. Sin embargo, la formación que ha gobernado España durante la última legislatura no siempre ha tenido en sus manos el Govern. Hasta en tres ocasiones, los socialistas, que siempre se han tenido que conformar con la segunda posición en la comunidad autónoma, han dirigido el territorio gracias a los acuerdos alcanzados con el resto de formaciones del Parlamento balear.

Así, en 1999, Francesc Antich, actualmente miembro de la comisión gestora que pilota el PSOE desde la dimisión de Pedro Sánchez, que consiguió en las urnas la mitad de votos que el PP, logró poner fin a cuatro legislaturas continuas de Ejecutivo conservador gracias a la coalición alcanzada con PSM-Entesa Nacional y EU-EV. Tras una nueva legislatura en manos de los conservadores, en 2007 el dirigente socialista volvió a ocupar la Presidencia autonómica –a pesar de sacar de nuevo casi 20 puntos menos de respaldo que el PP– gracias a una coalición mayoritaria que incluía, además de a los socialistas, a UM y Bloque por Mallorca –formado por PSM-EN, EU-EV y Esquerra–.

Después de la experiencia, en las elecciones de 2011, los conservadores sacaron su mejor resultado histórico: 35 asientos en el Parlamento autonómico. Pero en 2015 no sería Antich el encargado de recuperar el Ejecutivo balear. Con un PP en mínimos históricos en el archipiélago –20 escaños y el 29,07% de las papeletas, un resultado que le permitió seguir siendo el partido más votado–, los socialistas están afrontando por primera vez en Baleares un gobierno en solitario. Francina Armengol fue investida presidenta de la comunidad autónoma con el apoyo de Podemos, Més per Mallorca (MÉS), Més per Menorca (MpM) y Gent per Formentera (GxF).

El fenómeno en Navarra y Cataluña

También las últimas elecciones autonómicas supusieron un cambio importante en Navarra, donde UPN –desde 1991 siempre ha sido la formación más respaldada en las urnas– había llevado sin descanso la batuta de la gobernabilidad desde 1999. Así, a pesar de haber vuelto a ganar los comicios en mayo de 2015, con el 27,98% de las papeletas y 15 diputados, los regionalistas se vieron forzados a abandonar el Palacio de Navarra gracias al acuerdo de Gobierno alcanzado entre Geroa Bai –obtuvo 9 representantes con el 16,15% de los votos–, EH-Bildu –8 escaños–, Podemos –7 asientos– e I-E –2 parlamentarios–.

UPN, que entró por primera vez en el Ejecutivo en 1991, volvió a revivir el escenario de 1995, cuando el PSOE, segunda fuerza en esas autonómicas –11 diputados frente a los 17 de los foralistas–, le arrebató el Ejecutivo foral gracias al acuerdo alcanzado con el CDN y EA. Sin embargo, los socialistas sólo se mantuvieron al mando durante un año. El entonces presidente, Javier Otano, se vio obligado a dimitir debido a las acusaciones de corrupción que le salpicaban. Tras esto, volvió a coger el timón UPN, que no lo soltará hasta 2015.

Cataluña, por otra parte, ha ido de la mano de CiU. En las once citas electorales celebradas en suelo catalán hasta la fecha, los nacionalistas siempre han sido los que han sacado mayor representación en el Parlament. Incluso en 1999 y 2003, cuando, a pesar de ser el segundo partido más votado –en ambos casos superados por el PSC–, consiguieron 52 y 46 asientos, respectivamente, cuatro más que los socialistas en las dos citas electorales señaladas. A pesar de ello, en 2003 se tuvieron que resignar a dejar la Generalitat en manos del PSC. Pero no ocurrió lo mismo en 1999: Jordi Pujol, con menos votos que Pasqual Maragall, mantuvo el Ejecutivo autonómico con el respaldo de los 12 asientos del PP.

Un movimiento que le devolverían los socialistas dos legislaturas después, en los comicios de 2006. CiU se impuso como la lista más votada, con el 32,18% de apoyos y 48 representantes en el Parlament. El PSC, por su parte, logró convencer al 27,38% de los votantes, una cifra que le permitiría mantener en la Cámara autonómica a 37 representantes. A pesar de estar once escaños por debajo, los socialistas catalanes se mantendrían en la Generalitat –que habían logrado conquistar en 2003– otra legislatura más gracias a la coalición mayoritaria alcanzada con ERC e ICV, que habían conseguido 21 y 12 asientos, respectivamente.

Sólo una vez

Finalmente, en País Vasco, La Rioja, Asturias, Comunidad de Madrid, Galicia, Andalucía y Comunitat Valenciana sólo han registrado este fenómeno en una ocasión. De igual forma que los catalanes, los nacionalistas vascos también se han visto obligados a ceder el Ejecutivo foral a pesar de haber sido la fuerza más votada. Ocurrió tras las elecciones de 2009, en las que el PNV –que siempre se ha impuesto en las urnas– logró el 38,56% de los votos y 30 asientos en la Cámara de Vitoria. Sin embargo, el acuerdo alcanzado entre el PSE –25 diputados– y el PP–13 escaños– permitió que la Lehendakaritza pasase a manos del socialista Patxi López. Era la primera vez que el Palacio de Ajuria Enea no estaba habitado por un lehendakari nacionalista.

En el caso de La Rioja y Asturias, el afectado fue el PSOE. La cita con las urnas de 1987 dio a los socialistas la victoria en suelo riojano. Su proyecto político, encabezado por Alicia Izaguirre, conquistó al 40,32% de los electores, lo que les permitió mantener en el Parlamento autonómico a 14 diputados. En segundo lugar se situó Alianza Popular, que logró un total de 13 escaños. Sin embargo, a pesar de haber sacado un 5% menos de papeletas en las urnas, los conservadores consiguieron gobernar en minoría gracias al respaldo del CDS, que había sacado de la cita electoral 3 parlamentarios.

En Asturias, el fenómeno se daría tras las elecciones del año 2011. El PSOE fue el partido más respaldado en las urnas. Pero el reparto de escaños les dejaría por detrás de Foro Asturias (FAC), que había logrado en los comicios 1.600 papeletas menos. Así, los socialistas mantuvieron en la Cámara asturiana a 15 representantes, mientras que la formación dirigida por el conservador Francisco Álvarez Cascos se haría con 16 asientos, los necesarios para comenzar a dirigir la comunidad en minoría y gracias a la abstención de PSOE, PP –10 escaños– e IU –4 asientos–. Sin embargo, la experiencia del que fuera vicepresidente del Gobierno y ministro apenas duraría unos meses. En enero de 2012, la Junta General del Principado le tumbó su proyecto de presupuestos con los votos en contra de conservadores y socialistas y la abstención de Izquierda Unida. Tras esto, Álvarez Cascos convocó unas nuevas elecciones en las que el PSOE recuperó de nuevo el Ejecutivo autonómico.

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Finalmente, hay otros cuatro territorios donde la víctima sería el PP. En las elecciones a la Presidencia de la Comunidad de Madrid de 1991, donde por primera vez la lista conservadora había sido la más votada, los 41 asientos en la Asamblea de Madrid de los socialistas y los 13 de IU mantuvieron a la derecha –que logró 47 diputados– una legislatura más en la oposición.

La formación de izquierdas también sería clave para apuntalar a los socialistas en su principal bastión, Andalucía, tras los comicios de 2012, en los que el PP dio la sorpresa al sacar más votos y escaños que un PSOE que entraba en decadencia en España. Sin embargo, los 47 asientos socialistas y los 12 de IU fueron suficientes para mantener a los conservadores en la oposición.

Galicia y la Comunitat Valenciana siempre han sido plazas fuertes del PP. En suelo gallego no han perdido en ninguna de las citas con las urnas celebradas hasta la fecha. En territorio valenciano, llevan imponiéndose en las autonómicas desde 1995. Sin embargo, en las dos comunidades han tenido que pasar por la oposición en una ocasión a pesar de haber sido la lista más votada. En la primera el fenómeno se dio en 2005, cuando los 37 diputados conseguidos por el PP gracias al 45,8% de los votos cosechados no fueron suficientes para contrarrestar la coalición entre el PSdeG, que consiguió 25, y el BNG, que se hizo con 13. En el caso de la Comunidad Valenciana, el cambio llegó en las elecciones de 2015: los 31 parlamentarios que consiguió el PP ejercen de oposición durante esta legislatura a causa del acuerdo alcanzado entre PSOE, Compromís y Podemos.

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