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Salud

Sanidad ‘blanquea’ las marcas de comida procesada con campañas saludables

Sanidad combate el exceso en el consumo de azúcar junto a las empresas con productos más hiperazucarados

El azúcar y sus consecuencias constituyen un problema de salud pública en todo el mundo. En España también. La relación de este alimento, la primera herramienta utilizada en nuestras dietas para endulzar las comidas, con el sobrepeso y la obesidad está bien demostrada. En España un 17% de la energía que obtenemos a diario procede de los azúcares: estrictamente, glúcidos con sabor dulce. Aunque no se refiera a lo mismo, el dato no parece compatible con la última recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que insta a reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de las aportaciones energéticas diarias y cifra lo ideal como el 5%. Los azúcares libres son los que el fabricante, cocinero o consumidor añaden a los alimentos. Expertos consideran que España está a la cola de los países de nuestro entorno en la lucha contra el consumo excesivo de azúcar que, entre otras razones, explica que cerca del 37% de los españoles adultos tenga sobrepeso y un 17% padezca de obesidad, según datos del Ministerio de Sanidad: números que no han dejado de crecer en los últimos años, ya que en 2003 la obesidad alcanzaba al 13,32% de los españoles. Denuncian que el combate se libra codo con codo junto a empresas de la industria alimentaria cuyos productos insignia son hiperazucarados, centrándose en promocionar los "habitos de vida saludables" y evitando cualquier crítica a los artículos, incidiendo en la importancia de una "dieta moderada". La Fundación Alimentum, que participa en las políticas de salud pública junto al Ministerio de Sanidad, está compuesta en su mayoría por empresas que venden alimentos perjudiciales. 

El profesor de la Universidad de San Jorge y autor del blog El Nutricionista de La General, Juan Revenga, lo tiene claro: "El mayor mal que nos está haciendo el azúcar con respecto a nuestra salud es la machacona publicidad con la que se nos presenta continuamente". Revenga es muy crítico con la sobreexposición de los ciudadanos a productos con alto nivel de azúcares, que en muchas ocasiones se nos venden "disfrazados" con alusiones en la publicidad o en el packaging a sus supuestos beneficios para la salud. "Nos montamos en el avión, y en el aeropuerto. Vamos a la universidad, y en sus pasillos o en su cantina. Llegamos a un centro educacional o a un puesto de trabajo y los encontramos en la máquina de vending (…) El producto puede llevar mogollón de azúcar, pero te dicen, por ejemplo, que es rico en diversas vitaminas, minerales, fibra o ácidos grasos esenciales, y se resalta en el etiquetado y en su publicidad. Ya se está trasladando una imagen especialmente beneficiosa para la salud, incluso cuando puede ir destinado a unos niños", afirma el nutricionista.

El experto cuestiona que no haya una regulación a nivel estatal lo suficientemente contundente para limitar esta continua accesibilidad de productos hiperazucarados y que el etiquetado no advierta con la suficiente claridad de los daños para la salud que pueden derivar de su consumo. Pero, más allá de esa tibieza, Revenga denuncia la colaboración entre la administración sanitaria y la industria alimentaria que ofrece productos más perjudiciales como parte de la estrategia contra la obesidad. Cortar de raíz esa relación sería la primera medida que tomaría el nutricionista. "Les están allanando el camino, les dan premios a través del Ministerio de Sanidad y sus campañas, y eso es indignante", afirma. Grefusa, famosa marca de snacks, recibió en 2012 el Premio Estrategia Naos a la mejor iniciativa empresarial por reducir las grasas vegetales y la reducción de sal, entre otros méritos que, apunta el nutricionista, no convierten a sus productos en saludables. 

El Plan de Fomento de Hábitos de Vida Saludables (plan Havisa) es una acción de comunicación llevada a cabo por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), dependiente del Ministerio de Sanidad, y por la Fundación Alimentum, compuesta por empresas como Bimbo, Coca-Cola, Ferrero, Danone, Kellogg's, Mars, Nestlé o la misma Grefusa. El plan Havisa repite como un mantra que lo más saludable es llevar una dieta "moderada" y hacer ejercicio físico, sin una crítica visible a los alimentos que venden las compañías que sustentan el mismo plan. La mayoría de los miembros de Alimentum, afirma Revenga, venden productos "con un pésimo perfil nutricional". 21 de 26 empresas de la fundación, según los cálculos del nutricionista, ofrecen alimentos "superfluos", con dosis de calorías extra que no aportan nada bueno al organismo. Apunta en su blog: "Es como si, por ejemplo, un congreso internacional de bomberos estuviera financiado en mayor o menor medida por una asociación de pirómanos".

La Fundación Alimentum, compuesta por empresas con este perfil tan particular, afirma en su web que busca "mejorar la comprensión de los ciudadanos sobre la información relacionada con la alimentación" y "procurar una mejora en la calidad de vida y en el bienestar", así como "fomentar la comunicación entre la comunidad científica, la industria de alimentación y bebidas y los consumidores", entre otros objetivos. Su última publicación, en 2014, fue un catálogo de iniciativas de las compañías que la componen destinadas a fomentar hábitos de vida saludables entre la población. 

En declaraciones a infoLibre, la Fundación Alimentum se defiende: son una asociación sin ánimo de lucro que no recibe dinero de Sanidad para llevar a cabo sus campañas. "Entre todos los agentes contemplan que es necesaria una labor de concienciación social. Lo hacen de manera altruista", aseguran las fuentes consultadas, que niegan que el objetivo de la industria alimentaria sea lavar su imagen. Remarcan que las empresas que forman parte de la organización promocionan los hábitos de vida saludables por iniciativa propia aunque no les convenga desde el punto de vista estrictamente empresarial. El Plan Havisa contempla que las compañías incluyan, en los anuncios de sus productos, faldones en consonancia con los objetivos de la iniciativa que no elaboran ellos. "Si no tuvieran este espíritu, preferirían no hacerlo. Una empresa [de la Fundación Alimentum] que vende un producto, poner en su anuncio que comas fruta y verdura... Pues imagínate, es redirigir a otro producto. Asumen el compromiso porque consideran que eso es bueno para la sociedad en general".

La propia directora de la OMS, Margaret Chan, ya criticó estas amistades peligrosas entre administración e industria en 2013. Las acusaciones de Chan fueron demoledoras: "Las industrias temen una regulación de sus productos por parte de las administraciones sanitarias y las que están recurriendo a las mismas tácticas que antaño puso en práctica la industria tabacalera". Afirmó que esas tácticas ya se han puesto en marcha. Entre ellas, "la creación de empresas dentro del mismo grupo con una cara amable", el "financiar estudios de investigación que lo que consiguen es tergiversar la evidencia y confundir al ciudadano" y "hacer descansar la responsabilidad de una mala salud en cada persona, individualmente". Concluye con la evidencia, a su juicio, de que "si una industria está involucrada en la formulación de políticas de salud pública, tengan la seguridad de que aquellas medidas más eficaces serán o bien minimizadas o bien apartadas en su totalidad".

En opinión del doctor Gabriel Olveira, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), "lo más importante es la educación". "No en vano la prevalencia de obesidad es cuatro veces superior en personas con menos nivel sociocultural que en las más formadas. Los hábitos saludables también se enseñan", indica. Si bien está de acuerdo en limitar la publicidad y la sobreexposición del azúcar, considera que "no es posible" atajar el sobrepeso y las enfermedades crónicas que se derivan "desde un solo punto de vista", sino que debe ser una intervención multisectorial que trabaje en los colegios, las televisiones o el mobiliario urbano, aspectos que ya recoge en parte el plan Havisa. 

La lucha contra el consumo excesivo de azúcar se encuadra dentro de una lucha más grande y retadora aún si cabe, que es la lucha contra la obesidad y sus enfermedades derivadas. Para ello, desde 2005 España hace bandera de la Estrategia NAOS, a la que pertenece el Plan Havisa antes mencionado. El autor del blog Mi dieta cojea, el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, hace para infoLibre una evaluación muy negativa de los logros, tras 11 años, de estas políticas. "Las medidas que ha estado implementando España son las contrarias a la que la evidencia científica y la experiencia en otros países nos dicen que tenemos que hacer", afirma, y pone varios ejemplos: "Si quieres evitar que se consuman productos ultraprocesados tienes que evitar que salgan famosos anunciándolos. Y en España se hace. Hay una evidencia muy alta que dice que si bajas el precio de frutas y verduras, aumenta el consumo. En España los alimentos ultraprocesados son los que son extremadamente baratos. También se dice que no es buena idea regalar juguetes con la comida ultraprocesada. En España se está haciendo. En España lo estamos haciendo casi todo al revés", critica. Revenga apunta que, desde que se puso en marcha la estrategia, no se han evaluado los logros o el cumplimiento de los objetivos. En más de una década.

El Ministerio de Sanidad no ha respondido, al cierre de este reportaje, a las solicitudes de información de infoLibre sobre su estrategia contra la obesidad. 

¿Y si gravamos el azúcar?

El azúcar ha vuelto a salir a la palestra tras un nuevo informe de la máxima autoridad, la OMS. Entre otras cosas, ha recopilado la decisión de países como Chile, México, Dinamarca o Reino Unido de gravar con impuestos a las bebidas con alto contenido de este ingrediente. Sánchez se muestra a favor, ya que asegura que los estudios demuestran que, al ser las personas con rentas bajas los mayores consumidores de estos productos, se logra bajar el consumo, pero señala que la medida debería estar acompañada de una bajada en el precio de frutas y verduras. Revenga no niega que los impuestos puedan "formar parte de la solución", pero afirma que "la solución solamente vendrá mientras todas las medidas sean observadas en su conjunto". No solo aumentando el precio de estos alimentos se corregirán los desafíos a los que nos encontramos. Además, asegura que, si solo se hace esto, se corre el riesgo de "cabrear el consumidor", ya que ve que sus caprichos alimenticios le salen más caros sin que el problema se aborde de otras maneras. "Puedo tener el derecho de bajar al súper y comprarme un refresco de cola", sentencia. "El verdadero problema es que cuando me monto al tren no voy a poder comprarme otra cosa más que eso".

Al respecto, el doctor Olveira apunta que, en la actualidad, el régimen fiscal castiga a los alimentos más beneficiosos. "Cuando usted compra pan blanco, el Estado le aplica un IVA del 4% y que, sin embargo, si es pan integral –enriquecido con fibra– el impuesto es del 10%". Ese porcentaje se aplica también a frutas frescas envasadas, pastas alimenticias con bajo índice glucémico o a alimentos procesados bajos en grasa o sal, afirma el nutricionista. 

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Con motivo del informe de la OMS, la Asociación de Bebidas Refrescantes (Anfabra) emitió un comunicado posicionándose, en el que rechaza "establecer categorías de alimentos buenos y malos", ya que "no soluciona un problema de salud pública provocado por múltiples factores". Insisten en que la clave pasa por "dietas equilibradas y un estilo de vida saludable", el argumento estrella del plan Havisa, y arguyen a la libertad de elección del consumidor, algo que criticó Chan en su alegato de 2013: "Cada persona puede elegir según el momento, sus gustos, necesidades o estilo de vida, entre refrescos con azúcar o sin ella, con gas o sin gas, con o sin cafeína, de distintos sabores, etcétera", afirman. Concluyen sentenciando que la industria ha reducido en la última década las calorías por litro de las bebidas refrescantes en el mercado español un 23%.

Muchas de estas medidas –limitación de la publicidad, gravamen de los refrescos– que proponen los nutricionistas consultados por infoLibre ya han sido tomadas por algunos países de nuestro entorno. Reino Unido anunció un impuesto a las bebidas azucaradas a principios de año, algo que incorporó en 2012 Francia y que Hungría amplió a alimentos con alto contenido calórico. En el país anglosajón se ha impuesto el llamado etiquetado semáforo, que permite al consumidor identificar el valor nutricional de un producto de un vistazo, y se ha prohibido la publicidad de "comida basura" en horario infantil. Suecia y Noruega van más allá y prohíben cualquier tipo de anuncio destinado a niños menores de 12 años.

"Estamos entre la cola y los últimos. Somos los primeros en hacerlo mal", critica Revenga. En comparación con nuestros vecinos, coincide Sánchez, la política contra el consumo en exceso del azúcar y su principal consecuencia, la obesidad, en España es "nefasta". 

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