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Vistalegre II

Bescansa abandona la dirección de Podemos ante el choque frontal entre Iglesias y Errejón

Carolina Bescansa, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, en un acto de Podemos.

Ya es oficial: no habrá una lista que reúna a las sensibilidades del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y su número dos, Íñigo Errejón, en el próximo congreso del partido morado, conocido por el nombre de Vistalegre II. Los dos principales sectores de Podemos estuvieron negociando hasta la tarde de este miércoles alcanzar algún acuerdo puntual en sus propuestas, pero desde hace días tanto unos como otros daban por prácticamente descartado un pacto global que les permitiese acudir en la misma plancha y, finalmente, éste no se ha producido. Además, el enfrentamiento entre Iglesias y Errejón ha tenido una consecuencia inesperada: la dimisión de la ejecutiva de los secretarios de Economía y Análisis, Nacho Álvarez y Carolina Bescansa, respectivamente.

Las últimas semanas y, especialmente, los últimos días, han sido muy intensos en Podemos, que lleva en tensión desde que se hicieron públicas las diferencias de estrategia entre sus dos principales líderes y, especialmente, desde que se convocó oficialmente Vistalegre II. No hay una única causa por la que Iglesias y Errejón no han alcanzado un acuerdo, aunque todas han contribuido a que finalmente los números uno y dos vayan a competir en el congreso, desde sus diferencias políticas hasta el mal ambiente que reina en la formación, que se hizo patente en los reproches mutuos que se han lanzado los partidarios de unos y otros y que tuvo su máxima expresión este martes con la discusión que mantuvieron Errejón e Iglesias en sus escaños del Congreso.

Desde hace semanas, los dos sectores –especialmente el liderado por el secretario general– han hecho apelaciones a la unidad y a la necesidad de concurrir unidos al proceso de primarias. Pero unos y otros presentan propuestas sensiblemente diferentes, y a ello se une la desconfizanza que reina entre ciertos dirigentes desde la polémica destitución del ex secretario de Organización, Sergio Pascual, que se produjo a raíz de la controvertida dimisión de diez miembros de la dirección de Podemos en la Comunidad de Madrid en marzo del año pasado. Ese episodio marcó un antes y un después en el partido y evidenció un cisma entre corrientes que, desde entonces, no ha hecho más que crecer.

Desde hace semanas, los pablistas desconfiaban de la verdadera disposición de los errejonistas al pacto, mientras estos sostenían lo mismo de los primeros. Incluso desde el entorno de Bescansa, que había tratado de posicionarse en las últimas semanas como mediadora entre Iglesias y Errejón, se reconocía el martes que el acuerdo estaba prácticamente descartado porque "no hay voluntad de acuerdo por ninguna de las dos partes". La propia exdirigente fue más dura este miércoles en su comunicado de despedida: "Los equipos más fuertes", sostuvo, están "actuando de espaldas a la voluntad de diálogo y acuerdo".

Esta desconfianza se hizo patente en la reunión que mantuvieron la semana pasada representantes de los principales equipos que concurrirán en Vistalegre II. El encuentro, convocado por Iglesias, debía servir para acercar posturas de cara a un eventual pacto, pero no sólo no produjo ningún avance, sino que reflejó la falta de sintonía entre las dos principales corrientes. A la salida de la reunión, Errejón criticaba la actitud de los pablistas afirmando que "una fuerza política grande no construye la unidad a toque de corneta", y su entorno sostuvo, en privado, que el formato de la reunión –en la que se congregaron en torno a 20 grupos, que tuvieron unos minutos escasos para presentar sus propuestas– hacía de ella un "paripé" y demostraba que los pablistas no tenían intención de acordar nada.

Las declaraciones de Errejón molestaron sobremanera al equipo de Iglesias. El propio secretario general recogió el guante de su número dos y afirmó que la unidad "no se consigue ni con documentos ni haciendo declaraciones agresivas en los medios", y avisó de que "lo último que necesita Podemos es escuchar a compañeros hablando mal de otros". En privado, los pablistas criticaron el "tono duro" de Errejón y acusaron al dirigente de tener ya decidido ir a Vistalegre II con sus propias listas. "Pablo ha hecho de todo para el acuerdo, los documentos han sido un gesto hacia la familia de Íñigo", planteó entonces una fuente, que denunció que "la reunión era para buscar un pacto en lo político, y ellos [Errejón y su equipo] han dicho al principio que no venían a negociar, sino a contar sus documentos". 

Las diferencias políticas

Tras este cruce de reproches y recelos, sin embargo, existe un intenso debate político que gira, fundamentalmente, en torno a dos cuestiones: la actitud que debe tener el Podemos que salga de Vistalegre II –más centrado en las calles o en las instituciones, más pendiente de presionar al PSOE o más proclive a arrastrarlo hacia sus posiciones– y el modelo organizativo que debe regir el partido, con especial atención a los poderes que debe tener Iglesias como secretario general.

Quizá la diferencia más clara entre Errejón e Iglesias radique en los métodos que, a su juicio, son los mejores para conseguir aumentar la base social de Podemos y así alcanzar el Gobierno. La disquisición es entre calle e instituciones –y ninguno de los dos dirigentes desprecia completamente ni una ni otras–, pero también existen diferencias sobre el electorado potencial al que el partido debe dirigir su mensaje y en relación al diagnóstico que cada uno de los dirigentes hace de la fortaleza del Gobierno de Mariano Rajoy.

Iglesias aboga en sus documentos por tratar de diferenciarse de la etiqueta de partido tradicional y centrarse en que Podemos sea visto como parte del "bloque social y popular", como la rama institucional de la sociedad organizada y no como un grupo de "políticos" más. Frente a esta concepción, que pone en el centro la relación con los movimientos organizados –el "bloque histórico, social y popular" del que habla Iglesias–, Errejón apuesta por potenciar el discurso para que Podemos sea visto como una alternativa solvente y no dé "miedo". "Una fuerza de gobierno es aquella que, incluso antes de gobernar, marca con su iniciativa política e institucional, con sus propuestas y con su generación de confianza, el rumbo posible y alternativo de país", señala la propuesta errejonista, que afirma que "esto no excluye acompañar las protestas o las manifestaciones, pero va mucho más allá de eso".

Con respecto al papel de oposición que Podemos debe ejercer en el Congreso, Iglesias y Errejón parten de dos diagnósticos diferentes que, en parte, condicionan sus distintas apuestas. El secretario general es claro en su documento al afirmar que "no es cierto que el del PP sea un Gobierno en una situación de debilidad" porque lo apoyan PSOE y Ciudadanos, mientras que su número dos piensa todo lo contrario: "El Gobierno de Rajoy es más débil de lo que aparenta y la crisis de régimen no se ha cerrado".

A raíz de estos distintos puntos de vista, Errejón sostiene que Podemos ha de "recuperar la iniciativa demostrando" forzando al PSOE a ir a su remolque y apoyar sus propuestas, evitando así que Podemos quede caricaturizado en el imaginario colectivo como un partido de extrema izquierda con fuerte capacidad de protesta pero poca capacidad real de cambiar la realidad. Iglesias, por el contrario, cree que Podemos no debe tener la mano tendida a la colaboración con el PSOE si este vira sus posiciones, sino que ha de hacer ver que es "la oposición al modelo político del bloque restaurador". "Tenemos que formalizar nuestra acción parlamentaria como una demostración de fuerza, hacer valer nuestra representación como la expresión inequívoca de una política diferenciada que se presenta como una alternativa real y concreta de gobierno", plantea en su propuesta política.

Más allá de las diferencias políticas, Iglesias y Errejón tampoco comparten su visión sobre cómo ha de organizarse el partido, y uno de los puntos de mayor disenso gira en torno al poder que debe concentrar el secretario general. El número dos propone que Iglesias pierda la capacidad de convocar consultas entre la militancia de manera unilateral, una vía que éste ha utilizado de manera polémica en varias ocasiones, la última para que las bases se pronunciasen sobre el sistema de votación que se utilizará en Vistalegre II. Iglesias, por el contrario, quiere mantener esa prerrogativa.

Ni siquiera hay acuerdo en Igualdad

Pero Iglesias y Errejón no han sido capaces de llegar a acuerdos tampoco en cuestiones como el documento de Igualdad o las normas que deben regir para mantener la independencia de la nueva Comisión de Garantías de Podemos, asuntos en los que, a nivel de propuestas, no existen diferencias tan grandes. De hecho, estos puntos también han evidenciado la distancia que existe, hoy por hoy, entre una y otra corriente.

Un buen ejemplo de ello es la reunión que convocaron los errejonistas el pasado lunes para discutir la posibilidad de presentar una propuesta unitaria en materia de Igualdad. Pablistas y anticapitalistas –que sí han pactado un documento conjunto a este respecto, basado en las propuestas del círculo de Feminismos de Podemos– no acudieron a ese encuentro, lo que sentó muy mal a Errejón y los suyos. "Llama la atención de quienes hablan de unidad y ruptura de la unidad que no vengan a las reuniones donde precisamente tratamos de ponernos de acuerdo", denunció la actual responsable de Igualdad de Podemos, la errejonista Clara Serra. Las otras dos corrientes, sin embargo, planteaban que era Errejón quien debía negociar en base a su propuesta, ya consensuada por pablistas y anticapitalistas.

Por otra parte, la manera de renovar la Comisión de Garantías del partido en Vistalegre II ha sido otro de los grandes puntos de disenso entre las dos principales corrientes, que llegaron el martes por la noche a un acuerdo de mínimos auspiciadas por el sector anticapitalista. El régimen de incompatibilidades que debe aplicarse al órgano es el tema más espinoso, y de hecho los sectores no han podido ponerse de acuerdo y han pactado que sea el ganador en Vistalegre II el que aplique su propuesta al respecto. Si los documentos de Errejón son los más votados, los cargos públicos no podrán ser miembros de la Comisión, mientras que si triunfa la propuesta de Iglesias, no se aplicará esta restricción. La principal afectada por el veto sería la actual presidenta de Garantías, Gloria Elizo, vicepresidenta cuarta del Congreso, que es muy cercana a Iglesias y a la que acusan los errejonistas de falta de independencia.

La escalada de reproches en público

Iglesias adelanta dos horas y media su acto del sábado para no solaparse con Errejón

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Esta sucesión de desacuerdos y tensiones entre las corrientes ha venido acompañada, ya desde hace meses, de críticas veladas o directas que se han lanzado entre sí los partidarios de Iglesias y los de Errejón. Pese a que la tensión entre los sectores venía de antes, el congreso que celebró Podemos en la Comunidad de Madrid supuso el inicio de un carrusel de recriminaciones, especialmente desde que el recién elegido secretario general autonómico, el pablista Ramón Espinar, decidió sustituir al hasta entonces portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, José Manuel López, una decisión que el propio López tachó de "vieja política" y que en el seno del errejonismo se vivió como una purga.

A partir de ahí, el cruce de declaraciones fue enrareciendo el ambiente, y la polémica madrileña tomó una dimensión estatal cuando los pablistas lanzaron, el día de Nochebuena, la campaña #ÍñigoAsíNo, un ataque en redes sociales contra Errejón, al que dirigentes como Irene Montero, Pablo Echenique o Rafael Mayoral acusaron de "enfangar", alentar la "confrontación" o promover "la dinámica de fracción, familias y cuotas". La propia Montero, durante los días siguientes, apuntó que "la fortaleza" de Errejón no podía basarse en "debilitar" a Iglesias.

La campaña fue un punto de inflexión, y aunque a principios de año la tensión en público se rebajó, según se ha ido acercando la fecha de celebración de Vistalegre II los reproches han vuelto a intensificarse. En este sentido, la portavoz del ayuntamiento de Madrid, la errejonista Rita Maestre, denunció el martes un "golpe burocrático" de los pablistas, unas acusaciones a las que horas después respondió Iglesias afirmando que es momento de mostrar "altura y responsabilidad" y sostuvo que piensa "trabajar para que nadie convierta a Podemos en un partido como el PSOE".

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