El futuro del PSOE

El regreso de Sánchez libra al PSOE de la losa de la abstención

Sánchez celebra, puño en alto, su victoria en las primarias el pasado domingo.

Ibon Uría

Domingo 21 de mayo, once y veinte de la noche. En la sala Ramón Rubial de la sede socialista de Ferraz, un exultante Pedro Sánchez termina su primera intervención como secretario general electo. Ha ganado las primarias con más del 50% de los votos. Es, otra vez, número uno del PSOE: "A disfrutar esta noche, porque mañana empieza todo. Vamos a construir el nuevo PSOE para regenerar España y hacerlo desde la unidad. Gracias a todos", dice. El himno del partido suena unos segundos, pero se detiene bruscamente: Sánchez y los suyos están cantando La Internacional puño en alto.

La imagen, inusual entre líderes socialistas, no es del todo nueva: el candidato, ahora líder con el apoyo de las bases, ha venido acabando así sus actos de campaña. Es sólo un gesto, claro, pero conecta con otros de los mensajes que le han permitido imponerse a Susana Díaz y Patxi López: resituar el partido en la izquierda, recuperarlo desde la "tierra de nadie" en que quedó con la abstención, endurecer la oposición al PP, construir un PSOE que lidere la izquierda y desaloje a la derecha del poder. Sánchez niega que vaya a dar un "giro" ideológico pero el cambio, al menos en las formas, parece evidente.

Según el último barómetro del CIS, en una escala de 1 (extrema izquierda) a 10 (extrema derecha), los españoles sitúan al PSOE en el 4,59. El español medio está en el 4,64, el PP en el 8,22, Ciudadanos en el 6,46 y Podemos en el 2,22. Las cifras de los socialistas no han cambiado mucho en los últimos dos años: en enero de 2015, por ejemplo, estaban en el 4,62. Cuando más a la izquierda estuvieron entre 2015 y 2017 fue en julio de ese 2015 (4,38); cuando más a la derecha, en enero de 2017 (4,74), en el primer barómetro tras decidirse la abstención ante Rajoy en el Comité Federal del 23 de octubre de 2016.

Las enmiendas a la ponencia del Congreso Federal propuestas por Sánchez incluyen guiños a la izquierda: salario mínimo de 1.000 euros y jornada laboral de 35 horas en 2020, derogación del concordato, recuperación de la ley del aborto de 2010, impuesto a las transacciones financieras. ¿Qué efectos electorales puede tener ese giro del PSOE? ¿Deben los socialistas entrar a competir directamente con Podemos por el voto de izquierdas, o deben buscar los casi seis millones de votos que han perdido desde 2011 en el espacio de centro? Estas son las respuestas de tres expertos:

Es el relato, no el programa

Para Pablo Simón, doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad Carlos III, el cambio que necesita el PSOE no tiene que ver con las medidas concretas –"su programa no necesita grandes innovaciones, es un programa comparable al de cualquier partido socialdemócrata", comenta–, sino con el "discurso": "Necesitan distanciarse del PP y sonar creíbles", comenta. Simón recuerda que el gran declive de los socialistas comienza en 2010, y que desde entonces arrastran un importante "déficit de credibilidad". Eso ha mermado sus opciones, junto con la aparición de Podemos, un "competidor muy fuerte a su izquierda".

Lluis Orriols, también doctor en Ciencia Política, cree que precisamente la vuelta de Sánchez puede elevar la credibilidad del PSOE. ¿Por qué? Porque "dimitió para rechazar la abstención, dejó su acta de diputado y no está en la foto de la investidura". Todo ello, combinado, "resta fuerza al argumentario de que PP y PSOE son la misma cosa, el que ha venido utilizando Podemos y que ha hecho mucho daño al PSOE". A ojos del politólogo, con una "Secretaría General renovada" los socialistas pueden "atacar" ese discurso, y el PSOE "ya no tiene por qué sufrir el mal" de ser asimilado sistemáticamente al PP.

También Máriam Martínez-Bascuñán cree que Sánchez tiene la ventaja de "no estar manchado por la abstención": "Él está desvinculado de ese error", comenta. El PSOE logró un 22,6% de los votos en las generales del 26J. Apenas días después, en el barómetro de julio, subió ligeramente en intención de voto, hasta el 23,1%. Después vino la guerra interna, la caída de Sánchez y el desplome: en octubre de 2016, el CIS señaló que sólo un 17% de los españoles votaría socialista si se convocaran unas nuevas elecciones. La remontada, desde entonces, es lenta: 18,6% en enero de 2017 y 19,9% en abril de 2017.

Un Podemos a la defensiva

Claro que el futuro de los socialistas no sólo depende de su propia estrategia, sino de lo que haga Podemos porque, como recuerda Orriols, los principales trasvases de votantes se dan dentro de los bloques de la izquierda y la derecha. En otras palabras, es más frecuente que un elector cambie de PSOE a Podemos o de PP a Ciudadanos que de Podemos a Ciudadanos o de PP a PSOE, por ejemplo. Y en lo que coinciden los expertos es que la estrategia del partido morado, ahora mismo, es defensiva y deja espacio a los socialistas en el campo del centro-izquierda. Así lo explica Martínez-Bascuñán:

"Antes de Vistalegre II, Podemos observó cómo el PSOE se desangraba, vio su oportunidad y buscó el sorpasso. Pero después de no lograrlo cambió de estrategia: se ha convertido en el partido de excepción, de crisis y que busca la movilización constante de su electorado. Ahora juega fundamentalmente a hacer oposición y ha abandonado su perfil más transversal: digamos que se ha echado al monte. Apela fundamentalmente al votante que se ubica en el 2 o el 3, que tradicionalmente votaba a IU, y a muchos desencantados. El centro-izquierda está ahora mismo huérfano de representación", resume.

Orriols define la actual estrategia de Iglesias como "defensiva": "Están a asegurar lo suyo, a afianzar el bloque de la izquierda. No hacen demasiados esfuerzos para atraer a 'los que faltan', sino que se contentan con los que ya están. Esa estrategia hubiera sido particularmente válida si las primarias las hubiera ganado Susana Díaz: habrían afianzado a sus votantes y los demás, por demérito del PSOE, podrían haber acabado votando a Podemos. Pero ahora, con Pedro Sánchez al frente, los votantes que no están convencidos de votar a Podemos pueden irse al PSOE, que se va a desligar de la losa de la abstención".

La estrategia de Sánchez

¿Y si el PSOE recupera terreno por la izquierda, no lo perderá por el centro? Orriols avisa de que los socialistas tienen "muchos frentes en los que lidiar" y de que pueden "ganar votos por un lado y perder por otro", si bien sitúa la principal bolsa de votos a recuperar está entre quienes "se fueron a Podemos o a la abstención", no tanto en el centro. Simón, por su parte, agrega que "cuando el PSOE ganaba elecciones" era porque crecía "en ambas direcciones": robando votos a la izquierda "con determinados temas o propuestas clave" y ganando espacio hacia el centro, "porque se le percibía como buen gestor o porque tenía buenos candidatos"-

Los dirigentes de la máxima confianza de Sánchez defienden que lo que ha desdibujado al partido es básicamente la abstención y que lo que necesitan es recuperar la credibilidad, hacer una oposición útil y dejar de pactar en el Parlamento con el PP. Dicen no tener miedo a perder votos hacia el centro, por ejemplo hacia Ciudadanos, porque creen que el partido de Rivera se ha "derechizado" por su "colaboracionismo" con los conservadores y su "tibia" reacción ante casos de corrupción. De hecho tienen la esperanza de que el PSOE abandere la causa de la regeneración democrática en esta nueva etapa.

Simón cree que "hay algo de verdad en eso". A principios de 2015, recuerda, los españoles ubicaban al partido naranja en el 5. Ni de derechas ni de izquierdas: Ciudadanos era de centro. Ahora está en el 6,4, más o menos a la misma distancia del PSOE que del PP, pero claramente escorado a la derecha. Martínez-Bascuñán también cree que la formación ha perdido credibilidad. Su oposición al PP, comenta, no es precisamente "contundente", quizá porque teme un adelanto electoral que le perjudique, y la respuesta ante los múltiples escándalos de corrupción de los conservadores ha sido "dudosa".

De la luna de miel a la dura realidad

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¿Entonces, son todo buenas noticias para el PSOE? No necesariamente. En las próximas encuestas, dice Orriols, lo previsible es un "efecto luna de miel", una ligera subida que, sin embargo, "no será estructural ni la constatación de ningún éxito", y que puede ser sólo una cuestión "a corto o muy corto plazo". "Pero no vamos a saber si la estrategia de Sánchez es la acertada hasta que pase un tiempo", comenta el politólogo, para quien un descenso en los primeros sondeos que se publiquen tras la victoria de Sánchez sí que sería "llamativo", porque significaría que un PSOE en las mínimas sigue dejando escapar a sus bases electorales.

A largo y medio plazo, la clave para que el PSOE vuelva a ganar es Cataluña y el resto de periferias plurinacionales, apunta Simón: "El PSOE necesita un resultado más fuerte en Cataluña sin perder sus graneros en el centro y el sur de España. A priori, Sánchez parte de una mejor posición para lograrlo que Susana Díaz". La frase se entiende mejor echando un vistazo a los datos: de 2008 a 2016 los socialistas perdieron 5.864.626 votos. Sólo en Cataluña se dejaron 1.131.878. En Galicia, 405.239. En Euskadi, 267.062. La suma es de 1.804.179, el 30,7% de la fuga, aunque sólo el 25,7% de votantes son catalanes, gallegos o vascos.

Martínez-Bascuñán aporta otras recetas. La primera, integración: "Sánchez tiene que lograr que ningún votante del PSOE sienta que este partido ya no es el suyo, integrar a los perdedores sin revanchismo y fichar talento". La segunda, "ser de izquierdas pero sin perder la actitud de partido de Gobierno". Es decir, no entrar a competir directamente con Iglesias y su estilo, lo que podría "espantar a la gente", sino mostrarse como fuerza capaz de gobernar. Y la tercera, huir del lenguaje y las formas de hacer política del partido morado, y buscar "una forma propia de hacer política y un estilo reconocible y diferenciado". Nadie dijo que fuera fácil.

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