La lucha contra la pobreza

España deberá sacar en un año a 2,3 millones de personas de la pobreza para cumplir con los compromisos europeos

El Gobierno se propuso reducir hasta los 10 millones el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión social antes de finalizar 2019.

La tasa de pobreza y exclusión social vuelve a reducirse en España por tercera vez consecutiva. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer hasta conseguir situarla a niveles previos a la crisis económica. A cierre de 2017, más de 12,3 millones de personas –un 26,6% de la población residente en España– vivían en situación de pobreza y exclusión social, según el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), presentado este martes en el Senado. La cifra representa un descenso del 1,3% respecto a la del año 2016. Es decir, en el último ejercicio han conseguido salir de esta situación de riesgo más de 650.000 personas. Pero aún queda trabajo por hacer y poco tiempo por delante. A España le queda poco más de un año para sacar a 2,3 millones de personas más de este pozo sin fondo si quiere cumplir con los compromisos asumidos a nivel europeo para la presente década en materia de lucha contra la pobreza.

En plena crisis, y con la Estrategia de Lisboa –que marcó la actuación político-económica de la Unión Europea entre 2000 y 2010– prácticamente agotada, en el seno comunitario empezó a reclamarse una renovación de los compromisos de cara a la segunda década de siglo. Así, en junio de 2010, el Consejo Europeo dio luz verde a Europa 2020, el nuevo plan de acción comunitario para afrontar el periodo 2010-2020. Con esta nueva estrategia se buscaba que el proyecto europeo saliese fortalecido de la hecatombe económica y financiera. Y, para ello, el plan se sostenía sobre tres pilares básicos: un “crecimiento inteligente”, desarrollando una economía basada en el conocimiento y la innovación; un “crecimiento sostenible”, promoviendo un uso más eficaz de los recursos; y un “crecimiento integrador”, fomentando una economía con alto nivel de empleo que tenga cohesión social y territorial.

Con la Estrategia Europa se establecieron también cinco objetivos, cuyo cumplimiento es “fundamental” para que el plan tenga “éxito”, en materia de empleo, innovación, integración social y clima. Así, se marcó como meta que en 2020 debe haberse garantizado el empleo al 75% de los europeos de entre 20 y 64 años. También que para ese año la Unión Europea esté invirtiendo un 3% de su PIB en investigación y desarrollo y que las tasas de abandono escolar caigan por debajo del 10% en el Viejo Continente. En materia de cohesión social, el objetivo plasmado fue muy ambicioso: “Reducir al menos en 20 millones el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión social”. Para garantizar que todos los Estados miembro adaptasen la Estrategia Europa 2020 a su situación particular, se propuso que cada país fijase sus propios objetivos nacionales en esta línea.

El Gobierno español se comprometió a sacar del agujero a entre 1,4 y 1,5 millones de personas en el periodo comprendido entre 2009 y 2019. A poco más de un año para que se cierre el plazo, la meta está lejos. “Aún faltan [por reducir] otros 1,9 puntos para llegar a la situación de partida (2009). Además, consumar el objetivo, significaría añadir otros tres puntos a la cifra pendiente, con lo cual la meta comprometida está aún a seis puntos porcentuales”, explica EAPN-ES en el informe presentado. Teniendo en cuenta que en 2009 había 11,5 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social, para cumplir habría que cerrar 2019 con poco más de 10 millones de personas en esta trágica situación –en 2017 acabó con 12,3 millones–. Por tanto, en apenas un año España deberá sacar de la pobreza y la exclusión social a 2,3 millones de personas si quiere cumplir el objetivo.

Por el momento, ni la Unión Europea en general, ni España en particular, parecen llevar el ritmo adecuado para evitar que la Estrategia Europa 2020 acabé haciendo aguas como su antecesora. A nivel comunitario, ya se ha dejado claro que se necesita realizar un esfuerzo mayor para cerrar la década con 20 millones de personas menos en riesgo de pobreza y exclusión social. En el caso español, los varapalos llegados desde Bruselas también han sido constantes, tal y como recuerdan las economistas Olga García, Úrsula Faura y Matilde Lafuente en el artículo “Objetivo Europa 2020. La reducción de la pobreza y la exclusión social en España”. El último aviso, en marzo de este mismo año: “La situación social continuó mejorando con el crecimiento económico y del empleo, pero la desigualdad de ingresos y la proporción de la población en riesgo de pobreza siguen siendo elevadas”.

El 83,6% son españoles

La EAPN-ES extrae de su VIII Informe de seguimiento del indicador de riesgo de pobreza y exclusión social en España 2008-2017 algunas conclusiones interesantes. En primer lugar, que la “recuperación macroeconómica proclamada en los últimos años” está “muy lejos de llegar efectivamente a las personas”. Principalmente, porque la bajada de la pobreza "ha sido mínima”. “La reducción de la tasa Arope –el indicador europeo que mide la tasa de pobreza–es debida fundamentalmente a la importante disminución del indicador de intensidad de empleo, que se ha reducido en 4,3 puntos porcentuales desde el año 2014”, señala el estudio. Y, en segundo lugar, que “no es verdad que muchas personas” en esta situación “sean extranjeras”. “En realidad, el 83,6% de todas las personas en Arope es de nacionalidad española y sólo el 16,4% es extranjera”, sostiene el informe, elaborado a partir de datos oficiales.

El estudio también destaca el “claro empeoramiento de las condiciones de vida de las personas más pobres”. En este sentido, la tasa de pobreza severa se situó en el 6,9% en 2017, superior a la registrada en 2014 y la segunda tasa más alta desde que empezó a medirse el indicador. En este grupo se incluyen todas aquellas personas que viven en hogares donde sólo entran anualmente ingresos por debajo de 4.261 euros –355 euros al mes–. Del mismo modo se incrementó el año pasado la brecha de pobreza, que se situó en el 32,4%, un dato también superior al de 2014 y el segundo más alto desde que comenzó a registrarse la tasa Arope. “La población pobre es mucho más pobre de lo que era, no sólo con respecto al año 2009, sino que también con respecto a 2014, fecha del supuesto inicio de la recuperación”. “En otras palabras, PIB y pobreza no van de la mano”, asevera la EAPN-ES.

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Brecha de género y menores de 16 años

Otro de los datos a destacar es “la tendencia al crecimiento de las diferencias basadas en el género”. En este sentido, el informe señala que en 2017 el indicador de pobreza femenino se situó en el 27,1%, siendo por primera vez desde 2011 superior al masculino. “Éste cambio de tendencia se corresponde con la diferente intensidad que se viene registrando en la reducción de la tasa Arope en función del sexo desde el 2014 y que se ha acentuado este año”, apunta el estudio, que recalca que en el último ejercicio la disminución del indicador masculino fue casi tres veces superior a la caída de la tasa Arope femenina. En total, 2017 se cerró con 6,4 millones de mujeres en riesgo de pobreza frente a 5,9 millones de hombres. “La discriminación de género que rige las condiciones del mercado de trabajo, que es uno de los factores que más afectan a la pobreza, está más que probada”, asevera.

Otro de los grupos de riesgo son los menores de 16 años, cuya tasa de pobreza, que se situó el año pasado en el 31% –casi uno de cada tres niños están en riesgo de pobreza y exclusión social–, sigue siendo “extraordinariamente elevada”. Aunque el estudio reconoce que en los últimos tres ejercicios esta cifra ha caído, también asevera que “la intensidad de la reducción anual ha sido cada vez menor”. “Esta enorme extensión de la pobreza y exclusión social entre la población menor justifica por sí misma la necesidad de profundizar en el análisis de los menores pobres, en el entendido que ese conocimiento permitiría el diseño de medidas más eficaces para reducir la pobreza y la exclusión social entre la población infantil. Además, los datos sobre menores deben destacarse específicamente porque la pobreza y privación les marca de una forma muy difícil de revertir a posteriori”, sentencia la EAPN-ES.

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