SALA DE VISIONADO

‘Mozart in the jungle’

El pasado 10 de enero se entregaron en Los Ángeles los Golden Globe Awards, los únicos grandes premios de la industria norteamericana que se conceden conjuntamente al cine y a la televisión. Hasta no hace mucho tiempo, reunir a ambos sectores quedaba siempre un poco raro. Sólo la pasión y el glamour que el propio Hollywood sabe generar en torno a su star-system, unificaba a dos mundos que durante muchos años han caminado por separado. Hoy en día ya es imposible separarlos. Especialmente, si hablamos de nivel de calidad artística.

En la ceremonia de este año, una de las pocas grandes sorpresas que se produjeron fue la elección de la mejor serie de comedia en TV. La gran favorita era Transparent, que parecía condenada a repetir el galardón obtenido el año anterior. La otra alternativa fácil era Orange Is The New Black, que ya iba por la tercera nominación. Personalmente, mi favorita era Silicon Valley, una extraordinaria comedia de la que tenemos pendiente hablar en esta Sala de Visionado. Finalmente surgió lo que los americanos llaman un Dark Horse, es decir, alguien que no contaba en las apuestas de casi nadie. Mozart In The Jungle(Movistar +) ganó el cotizado premio y su protagonista, Gael García Bernal, el de mejor actor de comedia.

El actor Albert Brooks tuiteó esa noche lo siguiente: “Si Mozart in the Jungle gana más premios, alguien tendrá que verla”. La serie se emite en Estados Unidos en Amazon Prime. Se trata de la plataforma que el gigante Amazon ha montado en competencia con Netflix y Hulu para la distribución a través de la red de contenidos audiovisuales. Evidentemente, ir a través de Amazon le resta la popularidad que consiguen las grandes cadenas en abierto o los potentes canales de cable como HBO. Precisamente el ser un canal de distribución aún alternativo le permite apostar por proyectos peculiares que buscan siempre la innovación y la originalidad.

La verdad es que me di por aludido. Conocía el título por referencias, pero no me había llamado mucho la atención. Una serie sobre la vida de la Orquesta Filarmónica de Nueva York estaba convencido de que no me iba a despertar mucha pasión. Sin mayor expectativa que la incógnita del Golden Globe me dispuse a verla. Hay ya dos temporadas de 10 episodios de 25' cada uno. Es decir, menos de 10 horas de material. Todo él, absolutamente delicioso.

Mozart in the jungle es una serie inteligente, apasionada y vitalista, liderada por un inmenso Gael García Bernal. Es un perfecto test para usarlo como espejo del tipo de persona que uno es. Si te queda algún buen sentimiento escondido en tu interior, o sale a la luz viéndola, o tira la toalla y asume que ya está todo perdido. Pero, si por suerte, te descubres al acabar cada episodio con una media sonrisa que aflora en tu rostro, es que puedes mantener la ilusión de que tu alma todavía tiene esperanzas de recuperación.

Mozart in the jungle

es divertida, sin llegar a la carcajada; es sensible, muy lejos de la cursilería; es emocionante, al otro extremo de la pedantería. Es tierna, elegante y ambiciosa. Aspira, ni más ni menos, que a hacer entender el mundo de la música clásica, del arte, del virtuosismo desde la sencillez, desde lo cotidiano. Lo hace a través del fino humor de los diálogos y del encanto de los personajes. Si entras en la serie, no te sientes espectador. Te sientes cómplice.

El argumento central no es una adaptación propiamente dicha, pero está libremente inspirada en un libro. Blair Tindall es la oboísta que escribió la novela Mozart in the jungle, sexo, drogas y música clásica en 2005, sobre sus experiencias durante 23 años en Nueva York, entre otros sitios, como miembro de la Filarmónica de la ciudad.

La primera intención de Tindall al ponerse a escribir era rebatir la falacia de que la música clásica estaba muriendo. Quería demostrar que desde los años 60 estaba viviendo un esplendor. Pero Blair Tindall terminó aderezando su libro con vivencias propias, que fueron las que hicieron crecer la dimensión de su obra.

Cuando Tindall rondaba los cuarenta años se apartó de la música clásica y se matriculó en una escuela de periodismo. En una clase, les pidieron escribir sobre algo que les hubiera afectado profundamente y ella habló sobre el pianista recién fallecido Samuel Sanders, a quien admiraba profundamente. Cuando leyó su texto, la clase quedó en silencio y pensó que quizá había hecho mal dejando la música. Su sorpresa vino al darse cuenta de que el silencio era de la emoción que había conseguido transmitir sobre un mundo que nadie conocía. En ese momento fue consciente de la oportunidad que tenía ante sí.

Tindall no escribía un diario cuando se ganaba la vida como música neoyorquina, pero guardaba recuerdos de sus conciertos, de sus viajes y de sus experiencias. Las reseñas de prensa le ayudaron a situar las fechas y lugares y no dudó en preguntar a sus colegas y amigos datos que tenía que refrescar.

Para dar un poco más de atractivo al libro se convirtió a sí misma en una versión más novelística de su propia personalidad. Y consiguió una historia que despide honestidad, frescura y fascinación por la música. A cambio, el ejercicio de sinceridad no le salió gratis y según parece fue colocada en lista negra entre sus compañeros, que la acusaban de haber hecho públicas demasiadas intimidades del mundo de las orquestas. Sacar a la luz enrevesados líos de cama o excesos cotidianos con las drogas fue considerado por muchos como una traición al gremio.

El hijo de Francis Ford Coppola, Roman, con ese apellido que es garantía de que vas a poner tu nombre más tarde o temprano en la historia del espectáculo, fue quien decidió convertir el libro en la comedia que la plataforma Amazon Prime ha lanzado ya por dos temporadas y con otra en camino. Lo había puesto en sus manos Jason Schwartzman, su primo, famoso músico, escritor y actor (se reserva un personaje en la serie). Coppola y Schwartzman habían trabajado juntos varias veces, algunas de ellas con el director de cine Wes Anderson.

Coppola señala, entre otros aspectos de interés a la hora de contar la historia de una orquesta, la mezcla entre la pasión, la dedicación brutal de la élite de los músicos y la coordinación que se necesita para unir a 80 personas bajo una batuta. De ahí el peculiar atractivo del personaje del director, el Maestro Rodrigo de Souza, interpretado genialmente por el mejicano Gael García Bernal e inspirado en el director venezolano Gustavo Dudamel. Paul Weitz, el tercer creador de la serie, considera al maestro una inspiración, porque no solo interpreta para un público que envejece inexorablemente, sino que también participa en proyectos para involucrar en la música sinfónica a niños de entornos desfavorecidos, buscando maneras en las que la música clásica se reinvente. Weitz es un director y guionista de cine y televisión con una productiva carrera, aunque su hito más destacado fuera dirigir y producir con su hermano American Pie.

Coppola y Schwartman se reunieron con un famoso director de orquesta al que no quieren citar y les dijo que habían elegido una mala ciudad, porque la orquesta de Nueva York estaba muerta desde hacía 30 años y no había manera de reavivarla. Ese comentario fue la clave para el enfoque que le faltaba a la serie. Sería la historia del director que tiene que insuflar vida de nuevo a unos músicos ya más funcionarios que artistas.

Coppola revela que el propio Dudamel, los pianistas Lang Lang y Emanuel Ax, o el violinista Joshua Bell, auténticas estrellas en sus campos, han hecho cameos en la serie porque disfrutan de que su mundo se abra a públicos normalmente ajenos a ellos, porque ven que la serie gusta y porque les cae bien el Maestro Rodrigo.

Para preparar su personaje, Gael García Bernal ha estudiado a grandes maestros como Von Karajan o Leonard Bernstein, y por supuesto a Dudamel. Pero claro, al ponerse delante de una orquesta y fingir dirigir, para los músicos a veces es algo cómico que se aprovecha en la serie como afinidad, como cercanía. Parte de su sobresaliente actuación se debe a que, como dice Schwartzman: “Él ha aportado la fuerza de interpretar con sangre la idea de que la música clásica es una forma de arte expresada por seres vivos, que respiran y que, eso sí, están más o menos locos”.

La serie estuvo a punto de hacerse con HBO, que en el último momento renunció a ella por el éxito de Girls. No querían otra serie con protagonista femenina y muy neoyorkina. Precisamente, una hermana de la deliciosa Lola Kirke, la co-protagonista junto a García Bernal, es la amiga bohemia de Lena Dunham en Girls. En el reparto destaca el veterano Malcom McDowell, como entrañable director saliente de la orquesta, y la gerente, interpretada por la cantante y actriz Bernadette Peters, premiada sobre todo por sus papeles teatrales. O la carismática chelo, interpretada por Saffron Burrows, actriz británica, bisexual, como su personaje en la serie, y casada en la vida real con una guionista del programa de Ellen De Generes.

Los episodios, de media hora de duración, se graban en cinco días cada uno y Blair Tindall continúa como consultora de la serie para dar realismo a ciertos detalles y protocolos musicales. Tras emitir dos temporadas completas, ha sido renovada para una tercera, en la que los productores han anunciado que la orquesta visitará Europa. ¡Ah! Se me ha olvidado decir que la serie me encanta.

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