Talento a la fuga

La enfermería española en el quirófano alemán

La enfermería española en el quirófano alemán

“Me he visto obligada a trabajar fuera. Me han echado de mí país”. Así de contundente se expresa María Hidalgo, una joven enfermera española de 24 años que se vio empujada a hacer las maletas hace ya más de dos, llevándose con ella todas sus ilusiones de ejercer en su país la profesión para la que había estudiado. Una situación que comparte con Cristina Gutiérrez, una cordobesa de 26 años que tras soportar dos ejerciendo la enfermería en precario entre Madrid y Andalucía, decidió viajar a Alemania en busca de la estabilidad laboral que en España no encontraba por ningún lado. Ahora desempeñan su trabajo en el quirófano de un hospital de la ciudad de Ludwigsburg (Luisburgo, en el Estado de Baden-Wurtemberg), desde la que cuentan su experiencia, que es también la de los más de setecientos mil españoles en los que se ha cifrado la migración española al extranjero desde el estallido de la crisis.

Cristina Gutiérrez en un parque en Alemania

Ambas han sacrificado el reconocimiento laboral de su profesión en España, la segunda más valorada, con un 7'96 de nota según el barómetro del CIS de marzo de 2013 para hacer un trabajo que, confiesan, en Alemania muy pocos quiere hacer. “La enfermería está poco considerada aquí. No les gustan los turnos ni trabajar de noche”, relata María, que desde que llegó a Alemania se ha visto desbordada por unas condiciones laborales que incluían la limpieza y una larga lista de servicios que en España son encomendados a otras categorías profesionales. Algo que no se esperaba cuando en 2012 tomó la decisión de marcharse a través de una empresa mediadora y accedió a su primer empleo en una residencia de ancianos. “Me prometieron hacer trabajo de enfermería como en España. Tenía que hacer labores no solo de auxiliar, sino de camarera y limpiadora. Había meses en los que se trabajaba doce días seguidos y se libraba uno. Estábamos muy mal”, concluye. Unas circunstancias que afortunadamente cambiaron cuando superó una entrevista para trabajar en el quirófano del Hospital donde ahora ejerce. “Alemania se aprovecha de la mano de obra española”

Cristina, ahora compañera de quirófano de María, cambió la temporalidad de los contratos que le ofrecían en España por la precariedad laboral que se encontró como becaria los diez primeros meses de su estancia en Alemania. “Llegue con un contrato en prácticas por el que solo cobraba 800 euros, porque necesitaba una titulación de B2 del idioma para ser enfermera. Mientras me lo sacaba, estuve diez meses cobrando eso. Me lo hubiera pensado mucho de saberlo.”, explica. Lastrada por la dificultad del idioma y por el complejo y tedioso proceso burocrático, Cristina no logró alcanzar la categoría de enfermera hasta casi un año más tarde, cobrando hasta 500 euros menos que sus compañeros. “Aunque mi contrato era en prácticas, trabajaba como una más”, protesta, “Alemania se aprovecha de la mano de obra española. De diez compañeros de mi promoción que estaban igual que yo, se ahorraban 500 euros por cada uno, durante casi diez meses”.

“Aquí te dicen de broma que en España roba hasta el rey”

Con todo, el deseo que María y Cristina comparten por regresar un día a España se les aparece aún muy lejano. Los cantos de sirena de la supuesta recuperación económica no parecen haber llegado hasta Alemania. “Si regreso, sé que tendré que volver a un trabajo mal pagado en la privada”, asevera María. Un diagnóstico de la situación española que Cristina extiende a la degradación de la vida política por la que atraviesa el país: “Que digan que las cosas están mejorando y que están dimitiendo me parece una pantomima”. Una percepción que Cristina ha visto extenderse entre sus propios compañeros alemanes. “Aquí te dicen de broma que en España roba hasta el rey. Nos quieren dar a ver una mentira”, afirma.

El Gobierno aprueba que las enfermeras puedan recetar fármacos

El Gobierno aprueba que las enfermeras puedan recetar fármacos

Pese a todo, no abandonan la idea de regresar a una España de la que extrañan “el sol, la familia y el calor de la gente”, como afirma María. “Tengo dificultades todos los días: los compañeros, el idioma, todo”, confiesa. Aunque ambas se relacionan con la cada vez más numerosa colonia de españoles en Alemania, continúan esforzándose por integrarse en la vida cotidiana del país germano. “Es muy difícil que llegue el día que me sienta como de aquí. Es incómodo. Estás haciendo tu trabajo y no te sientes igual que ellos. Todos los días pienso 'esto en España no sería así'. Es duro”, relata María.

Pero las diferencias no solo vienen del idioma y la cultura. También añoran un sistema sanitario español que defienden con orgullo. “Como la sanidad española no hay ninguna”, sentencia Cristina, que al igual que María está experimentando los claroscuros del sistema sanitario alemán, que combina la aportación pública con una importante presencia de la gestión privada. “Todo el mundo aquí contrata un seguro. Yo pago al mes ciento y pico euros”, explica Cristina. Un modelo que presenta evidentes ventajas en la rapidez de la atención sanitaria, pero que evidencia carencias derivadas de unos intereses privados que en ocasiones, según declara, se anteponen a los de los pacientes. “Aquí se mira el negocio. Se opera a pacientes de hasta 90 años independientemente de que pierda calidad de vida. Eso en España no pasa”.

María y Cristina se han marchado a Alemania siguiendo el mismo camino que los españoles de la posguerra se vieron obligados a emprender. Como ellos, cuentan parecidas historias y viven parecidas sensaciones. Con todo, comparten la esperanza de regresar a España y poder trabajar en un sistema sanitario al que defienden "como el mejor del mundo".

Más sobre este tema
stats