Talento a la fuga

“Estar en España es tirarte la vida siendo becario”

Rocío, de 28 años, ha tenido que irse a Holanda para encontrar su primer trabajo.

Ha tenido que llegar a Holanda para encontrar su primera oportunidad en el mercado laboral. Licenciada en Derecho, a escasos meses de terminar un máster en marketing y comercio internacional y, tras dos años trabajando como au pair (niñera) para dos familias holandesas, Rocío Castellón, de 28 años, ha logrado por fin acceder a su primer empleo en unas condiciones que en España solo se habría encontrado tras acumular años de experiencia. A esta joven sevillana le han bastado sus conocimientos sobre la legislación española y el entusiasmo y las “ganas de aprender” para abrirse un hueco en el área de administración de una empresa internacional de fabricación e instalación de placas solares. Una oportunidad que, asegura, “en España es difícil, porque te exigen años de experiencia”.

Llegó a Breda dispuesta a exponerse a las dificultades que conlleva adaptarse a una familia que no habla tu idioma, ni comparte tus costumbres, todo ello sin perder de vista el objetivo de encontrar un empleo que se adecuara a su formación, una meta que ha alcanzado casi dos años después. “Recomiendo que la experiencia au pair au pair se tome como lo que es: una experiencia y una oportunidad para cuidar a unos niños, estar con una familia diferente, aprender un idioma y convivir con otra cultura, pero nunca como una opción para escapar de España”, advierte consciente de que, en los últimos años de crisis, esta práctica se ha convertido en la vía de escape para muchos jóvenes que se enfrentan al vacío laboral.

“Sé que, por ejemplo, en Inglaterra se aprovechan porque conocen la situación. Saben que hay muchos españoles que quieren salir a toda costa de su país y hacen contratos precarios a los que accederemos”, explica. Rocío sin embargo, lo ha tenido claro desde el principio: “Cuando busqué a la segunda familia les dije que mi intención era encontrar trabajo de lo mío y ellos lo entendieron”.

Convivir y trabajar con “su segunda familia holandesa” no le ha impedido lanzarse a la búsqueda de un empleo que se adaptara a su formación. “He tenido una relación muy buena con ellos y además me han orientado también en la búsqueda de empleo”, un empleo que comenzará el próximo mes de noviembre y que Rocío, conocedora de las precarias condiciones del mercado laboral español, ha recibido como una oportunidad que todavía no se acaba de creer: “Agradezco que me ofrezcan la posibilidad de introducirme en el mundo laboral, asumir responsabilidades, crecer profesionalmente y poder probarme a mí misma, porque tengo que reconocer que yo no he tenido prácticamente experiencia en esto”. Una circunstancia que en la España de los últimos años la habría convertido en una becaria más, forzada a peregrinar de empresa en empresa acumulando contratos en precario con la excusa del aprendizaje.

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Una excusa que no parece requerir el mercado laboral holandés, que según Rocío, prioriza la motivación e implicación del trabajador, antes que la suma de títulos y horas de prácticas. “En la entrevista les dije que mi inglés todavía no es muy bueno, pero me contestaron que les vale con que podamos hablar y entendernos. En España, sin embargo, si quieres trabajar para una empresa internacional tienes que ir con un título de idioma por delante, aunque hayas estado dos o tres años viviendo fuera”, declara consciente de tener una suerte que no comparten muchos de los compañeros de promoción que ha dejado en su país. “Estar en España es tirarte la vida siendo becario haciendo el mismo trabajo que un profesional. He tenido amigos que han estado seis meses de prácticas y luego fuera. Así no da tiempo a aprender ni a progresar en la empresa”, asevera.

Con el nerviosismo propio de quien se enfrenta a su primer empleo, Rocío se prepara para formar parte de una empresa focalizada en el sector de la energía solar, una actividad con la que intentarán abrirse paso en el mercado energético español. “Ya están en países como Turquía e Italia y ahora quieren operar en España, por eso también requerían de alguien con conocimientos en legislación española”, explica. Un marco normativo con el que Rocío se tendrá que familiarizar y que no ha dejado de estar sometido en los últimos años a distintos vaivenes que ahora han desembocado en la reciente y polémica aplicación del impuesto al sol, una carga que gravará a quienes opten por el autoconsumo de energía solar y, cuya aprobación mediante decreto, ha sido duramente criticada por las asociaciones fotovoltaicas, que no han dudado en acusar al Gobierno de “plegarse a los intereses del oligopolio energético”.

Rocío ha tenido que llegar a Holanda para que se hiciera la luz en su futuro laboral. Y, aunque asegura extrañar su país natal, del que prefiere “no renegar”, aún ve lejana la fecha de retorno a una España en la que, como ella afirma “con 28 años y sin experiencia, asume que eres una torpe demasiado mayor para trabajar”. Todo ello en un mercado laboral que en los últimos años no ha dejado de retrasar la edad de incorporación de los miles de recién titulados que como Rocío, ven ahora como única salida el extranjero.

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