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Sindicalistas en el banquillo

Sindicalistas en el banquillo

1 Sí, tienes razón, es paradójico que después de luchar en situaciones tan peligrosas, de vivir la clandestinidad y los años más duros de la Transición, vayan a sentarme en el banquillo ahora, en una democracia y por ejercer el derecho de huelga. Eso te parece raro a ti, me parece raro a mí y le parece raro a mi mujer, Loli, que fue la que se llevó el primer susto. Cuando se presentó la policía en mi casa para detenerme, no se lo podía creer. Yo no estaba. Le dijeron que si no me presentaba de inmediato en la comisaría, iban a lanzar una orden de búsqueda y captura. Loli y yo nos conocimos en el año 1969 y nos casamos en 1976, muy poco después de la muerte de Franco. La celebración de la boda fue en realidad una especie de fiesta encubierta del PCE. Celebramos nuestra boda, pero también la muerte del dictador. Yo estuve de acuerdo, le dije al partido que invitase a todos los que quisieran ir. Loli ha soportado mucho desde la clandestinidad, ha sido mi compañera. Años de reuniones, tiempo sacrificado, miedos… Pero le agradezco sobre todo su entereza a la hora de renunciar a las ambiciones innecesarias. Es otro tipo de firmeza. Lo mismo me ayudaba a dar un paso hacia adelante, que me recordaba lo importante que resulta en la vida estar contento con lo que se tiene, no renunciar a la propia conciencia por ambición, dinero o poder. Siempre nos ha bastado con lo que teníamos, un sueldo, dos hijos, un piso modesto…

Por eso se extrañó al ver que a estas alturas venían a por mí. ¿Qué has hecho tú, ahora que estás ya jubilado? Yo había cumplido los 60 años en agosto, la huelga se convocó en septiembre y estuve trabajando hasta el 31 de diciembre de ese año. Claro, yo no estaba movilizándome para defender mis derechos, ni siquiera se trataba de una reivindicación sectorial de mi empresa. Era una movilización por la dignidad de los trabajadores, contra la reforma laboral aprobada por el segundo Gobierno de Rodríguez Zapatero. Pero Loli no se refería a eso. Me preguntaba qué podía haber hecho yo, en democracia y después de tantos años de lucha, para que viniese la policía a detenerme.

2 Soy un hombre de organización. Como tú dices, hoy eso no se lleva. Vivimos una realidad que aplaude mucho el individualismo. Hay un concurso de televisión, lo ves y compruebas que lo importante es ganar, ser segundo no vale para nada, ya cantes, cocines o lo que sea. A mí, sin embargo, no me ha importado ser eso que llaman un segundón. Creo en lo colectivo, en los equipos, y ahora todo el mundo quiere ser un coronel. Yo siempre he preferido quedarme en un sindicalismo de fábrica, de empresa. Prefiero estar en los centros de trabajo para hacer equipos, para vivir entre la gente. En este sentido, fui asumiendo alguna representación, hasta que en 1999 llegué a ser el máximo responsable de CC OO en la empresa, uno de los centros más importantes del sindicalismo español. Y fui también presidente del Comité Intercentros.

Siempre quise ser una persona de organización, una persona de confianza para el sindicato y el partido. Y como segundón he vivido con orgullo momentos difíciles y muy importantes de la historia reciente de España. Uno de los más tensos fue el proceso 1001, cuando en 1972 cayó la dirección de CC OO en el convento de los Oblatos en Pozuelo de Alarcón. Detuvieron a Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, a muchos compañeros. El juicio se celebró en diciembre del año siguiente y coincidió con el asesinato de Carrero Blanco. Les pusieron 20 años de cárcel. Un año después, el Tribunal Supremo revisó las penas. A Marcelino se lo dejaron en seis años. A mí me pidió el partido que estuviese durante alguno de aquellos juicios como persona de apoyo a Marcelino. Me recuerdo allí, en Las Salesas, al lado de él, haciendo cola para entrar, rodeados por grupos de extrema derecha, gritos de rojos, comunistas, asesinos. La tensión se respiraba en el ambiente. Mucha gente no sabe ahora lo que fue la dictadura. Pero entonces sucedía lo contrario: mucha gente no quería ni imaginarse lo que era vivir en democracia. Se luchó desde el sindicato, porque la democracia y la dignidad laboral son inseparables. Se hicieron muchas huelgas para forzar la democracia, porque la palabra huelga significaba organización obrera, pero también libertad.

3 Otro recuerdo imborrable es el entierro de los abogados laboralistas de Atocha. Ahí me tocó estar junto a Santiago Carrillo, otra vez como hombre de confianza. Yo no era guardaespaldas, no tenía formación ninguna. Era un hombre de la organización, alguien que se hubiera puesto delante de Marcelino o de Santiago para que no les llegara a ellos la bala. Santiago había vuelto a España en 1976, lo detuvieron con la famosa peluca en diciembre, pero poco después quedó en libertad. Un comando de extrema derecha entró en enero de 1977 en el despacho que los abogados laboralistas de CC OO y el PCE tenían en la calle de Atocha. Mataron a cinco compañeros, otros cuatro fueron heridos.

La Transición fue muy violenta, asesinatos, atentados, nosotros respondíamos con manifestaciones y huelgas. Después de la detención, Santiago Carrillo salió por primera vez a la luz pública en el entierro de los abogados. Es verdad, aquel acto facilitó la legalización del PCE porque se dio una muestra clara de madurez y de implantación social. Para mí fue un día de muchas emociones y de mucha tensión. Recuerdo sobre todo la tensión. Había cientos de coronas, algunas con la hoz y el martillo. Muchas de las floristerías de Madrid habían regalado claveles y rosas. Hubo más de 100.000 personas en la calle y el partido montó un sistema de seguridad de casi 1.000 personas. Se temía que hubiese más violencia, se hablaba de francotiradores. Por eso las emociones iban siempre acompañadas de tensión. También recuerdo cuando fuimos al entierro de Juanín, ya sabes, Juan Muñoz Zapico, el líder asturiano, uno de los encausados en el proceso 1001, que se mató en un accidente de tráfico en 1977. Camino del entierro, nuestro autobús paró en el Alto de los Leones para tomar café, y nos vimos rodeados por un grupo de Guerrilleros de Cristo Rey. Yo creo que nos siguieron y ahí pasé miedo por lo que pudiera ocurrir. Durante aquellos años muchas personas vivimos pendientes de lo que pudiera ocurrir.

4 Las reuniones del sindicato y del partido se hacían en cualquier sitio. Las dirección de CC OO cayó en el convento de los Oblatos, así que imagínate. ¿Dónde me he sentido más raro durante una reunión? Fue preparando la manifestación en defensa de la democracia después del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. No recuerdo ahora si los líderes de los partidos se reunieron en el Gobierno Civil de Madrid o en la sede de UCD. Estoy aquí, en este edificio, con esta gente, me decía yo con extrañeza, mientras oía a los partidos discutir sobre quién iba a leer el manifiesto al final de la manifestación. Lo leyó la periodista Rosa María Mateo. Fue una manifestación muy grande, porque en aquella época estuvo siempre flotando como una amenaza real la sombra del golpe de Estado. Eso flotaba en las negociaciones, en las exigencias. Te confieso que aquel 23 de febrero sentí miedo de perder lo que se había conquistado. También acompañé a Santiago Carrillo en la manifestación.

5 Nací en Saucedilla, en Cáceres, en 1950. Y entré en la Escuela de Aprendices de Construcciones Aeronáuticas en 1964. Cursé Formación Profesional como electricista y me incorporé a trabajar en la empresa en 1967. A mí me captó para el sindicato y el partido Fidel Alonso, un líder importante en Madrid, que fue también concejal en el Ayuntamiento. ¿Te acuerdas de él? Los setenta fueron años de mucha movilización. En 1970, en Granada, la policía disparó contra los huelguistas y mató a tres obreros. En Madrid hubo muchas movilizaciones y yo tomé conciencia a medida que iba comprobando las dificultades que sufríamos los trabajadores, la falta de libertad, la actitud de la policía. Me pareció obligado participar en la resistencia. Date cuenta de que Construcciones Aeronáuticas era una empresa histórica, fundada antes de la Guerra Civil, con una larga tradición, una empresa de la que habían salido importantes líderes obreros y políticos. En los primeros años de la posguerra hubo en Getafe hasta una organización de guerrilleros antifascistas, como el famoso Berenjena, que fue detenido y fusilado. Getafe y la fábrica de Construcciones Aeronáuticas fueron referencias importantes en la lucha contra el franquismo. Y yo entré en esa tradición.

Después nos convertimos en una referencia nacional e internacional del sindicalismo democrático. Yo he centrado mi labor en ese camino. Cuando asumo la mayor responsabilidad sindical de CC OO en 1999, son años difíciles de crisis, pérdidas de puestos de trabajo, prejubilaciones... Construcciones Aeronáuticas se estaba integrando en EADS (European Aeronautic Defence and Space), iniciando el camino que desembocó en Airbus, la corporación europea más importante en el sector de la aviación. Es la gran rival de Boeing, la empresa norteamericana de aviación comercial y militar. El proceso fue muy difícil. Construcciones Aeronáuticas iba cuesta abajo desde 1992, había pasado de 12.000 trabajadores a 6.500. Y en 2004, conseguimos revertir la situación. Hubo que negociar hasta 16 convenios colectivos, negociar con el Gobierno ya de Aznar, con la empresa, con sindicatos franceses y alemanes. Ahora hay 12.000 trabajadores internos y 45.000 externos. Fíjate, cuando decidimos apoyar la huelga general de 2010, siguiendo la llamada de los sindicatos, en la empresa llevábamos sin huelgas desde 1999. Muchas reuniones, asambleas, explicaciones, convenios, acuerdos, pero sin huelgas.

6 Pues es posible que tengas razón, nací con un don especial para las negociaciones. Yo no tengo muchos estudios, no soy un intelectual, pero quizá tengo ese don para negociar, es mi personalidad. Pero son también muchos años de formación sindical. Marcelino Camacho decía que era necesario negociar porque si se paraba el tren o se descolgaban vagones salíamos perdiendo todos. Y yo he repetido mil veces que la falta de acuerdos es un fracaso tanto para el jefe de la empresa como para los representantes sindicales. Se trata de entender esto: lo que es bueno para la empresa es bueno para los trabajadores y viceversa. Yo he negociado con cuatro presidentes, con altos ejecutivos. Y lo básico es que todo el mundo acepte que se trata de negociar en beneficio del país o de la empresa, no en beneficio del ejecutivo que quiere tener un sueldo y unos beneficios desmedidos. Los beneficios no pueden servir para crear desigualdades, sino equilibrios. Esa es la base de la democracia. Pero la economía en Europa va en sentido contrario. Una desgracia. De ahí lo que nos está pasando a los ocho de Airbús y a los 300 sindicalistas que a estas alturas, en 2016, están perseguidos por ejercer el derecho a la huelga. Aunque cuando uno es honesto, gana el respeto de los demás. A mí me llena de orgullo el apoyo de los compañeros, pero también que el jefe de Personal de la empresa y el jefe de Seguridad declaren a nuestro favor durante el juicio. Nosotros no somos esos bárbaros que la policía y el fiscal presentan.

Los 'Ocho de Airbus' niegan en el juicio haber agredido a la Policía y mantienen que actuaron de forma pacífica

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Nos piden ocho años y tres meses. En una movilización pacífica, nos acusan de delitos graves. ¿Por qué la dureza contra nosotros? Tengo una respuesta: somos un símbolo del sindicalismo. Y el sindicalismo, su capacidad de organización en los puestos de trabajo, es la última barrera que les queda para imponer un capitalismo salvaje. Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez convocaron la huelga general de 2010 desde nuestra fábrica. Fue por algo. El 29 de septiembre me di cuenta enseguida de que pasaba algo raro. A la puerta trasera de la fábrica, que entonces no tenía casi uso, llegaron dos dotaciones de policía metiendo mucha presión a los piquetes de huelga, pegando a los obreros. Enseguida me identifiqué como un representante de CC OO y presidente del Comité Intercentros y les di mi DNI. Pero aquel jefe de policía no me hizo ni caso. Las cosas llegaron hasta el punto de que la policía efectuó disparos. Llamé a Toxo, él llamó al ministro Rubalcaba y mandaron a un superior de la policía. Hablamos, se calmaron las cosas e incluso me felicitó por intentar arreglar una situación difícil. No hubo detenciones, no hubo nada. ¿Qué sentido tiene que nos acusara después de lesiones? ¿Por qué la policía no nos detuvo en el acto? Lo que ocurrió es que en la rueda de prensa de los sindicatos para valorar la huelga se pusieron encima de la mesa, uno detrás de otro, siete casquillos de bala disparadas por la policía. Los habíamos recogido nosotros en la puerta de la fábrica. Eso volvió loco a Rubalcaba. Y a la policía. Dieron rienda suelta a este disparate para justificarse. La primera legislatura de Zapatero estuvo bien, pero en la segunda se volcó en favor del nuevo capitalismo europeo. Los sindicatos nos convertimos en su mayor enemigo. En esta sociedad neoliberal dan miedo palabras como organización, distribución, igualdad…

El proceso se alargó mucho, llegó el Gobierno de Rajoy, las cosas se agravaron y se empezó a aprovechar un artículo franquista del Código Penal, el artículo 315.3, para recortar el derecho de huelga y desarticular el sindicalismo. Hay muchos enemigos vistosos de la derecha económica, mucha gente que va de antisistema, pero el verdadero peligro para ellos somos nosotros, que queremos un funcionamiento justo del sistema. Y van a por nosotros. En estos años, como nuestra situación es tan escandalosa, nos han ofrecido hasta tres veces llegar a un acuerdo. La fiscalía nos propuso aceptar los delitos, ser castigados con dos años de cárcel (después lo bajó a uno), pero no entrar en prisión. Nosotros decidimos no aceptar, no podemos, no somos delincuentes, el derecho a la huelga es constitucional. Y si nos condenan, yo no pediré el indulto, sino la amnistía, que es lo que se concede a los presos políticos, la amnistía y la libertad por la que he luchado durante tantos años.

9 ¿Qué quieres que te diga? No me alegro de que haya pasado esto, pero estoy orgulloso de la capacidad de resistencia de mis compañeros. Y agradezco las muestras políticas y sociales de apoyo. Cuando la gente ve que nos piden ocho años, muchos piensan que es un disparate. Pero otras personas, menos informadas, sospechan de nosotros: algo habrán hecho si les piden ocho años. Por eso agradecemos los apoyos, agradecemos el manifiesto que habéis hecho en el mundo de la cultura, el acto sindical que se celebró en el Auditorio Marcelino Camacho el 19 de enero. Esta lucha es de todos. Yo podría estar jubilado, en mi casa…, y sí, es un disparate que después de todo lo que he vivido me sienten en el banquillo por esto. Bueno, las cosas son así, no podemos dejar de luchar, es mi vida. Ahora hay una nueva situación política en España, espero que los partidarios del cambio tomen conciencia de lo verdaderamente importante y se pongan de acuerdo para que la historia vaya por otro camino.

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