Cínicos escandalizados

José Amella Mauri

Ante el escándalo inicial que ocasionó la decisión de la Presidenta del Parlamento de permitir que las sesiones parlamentarias se pudiesen realizar en la lengua materna de los diputados, incluido el castellano, la realidad ha puesto de manifiesto que el escándalo solamente ha existido para aquellas voces mediáticas y políticas que se oponían al reconocimiento del hecho de que en esta sociedad existen muchas y variadas lenguas maternas con la misma legitimidad que la mayoritaria y por lo tanto merecedoras del mismo respeto y respaldo. Y eso se ha logrado con la decisión de la Presidenta del Parlamento.

Ahora la ciudadanía comprobará que si en el Parlamento se hablaba en castellano era consecuencia de una imposición política, que no por democrática era justa.

¿Qué tipo de ideología puede ser la que obliga a expresarse en una lengua concreta e impide el uso de otra lengua que no sea la impuesta por la fuerza ejecutiva de un gobierno?

Lo que la Sra. Armengol ha permitido es el derecho que tiene toda persona, los diputados con más razón pues son los portavoces de colectivos, a expresarse en su lengua materna. La anomalía era la situación anterior, en la que hablar en algunas lenguas maternas estaba vetado. Esa anomalía era el verdadero escándalo. Los escandalizados por esa supuesta Torre de Babel lingüística deberían escandalizarse por imponer una monolengua y si no lo hacían era por considerar que sus intereses e idearios políticos están por encima de los derechos innatos de la ciudadanía. ¿Qué tipo de ideología puede ser la que obliga a expresarse en una lengua concreta e impide el uso de otra lengua que no sea la impuesta por la fuerza ejecutiva de un gobierno?

Reconocido el derecho a que cada parlamentario se dirija a la cámara en su lengua materna, todas las lenguas oficiales del Estado son tratadas con el mismo respeto, y posiblemente ese igualitario tratamiento influya en un mayor respeto en la calle a todas las lenguas maternas. Y este asunto es de gran importancia en una sociedad que identifica la lengua castellana como lengua española, sin recapacitar que la decisión de considerar la lengua castellana como el idioma español es una decisión política cuyo único sustento aparente es que es la lengua más hablada, pero elude que se trata de la lengua materna de una parte de la población; es decir, un dato cuantitativo se transmuta en un dato cualitativo. En esta perversión es donde se evidencia el ideario de los escandalizados, que no es otra que el uso de la lengua como instrumento al servicio de una idea de España que excluye la lengua materna de millones de ciudadanos. ¿Qué tipo de ideología puede ser la que discrimina entre las lenguas maternas de la población?

Los castellanos y castellanas hablan “español” no por nacer en Castilla, sino porque su lengua materna, el castellano, por una decisión política mantenida durante siglos, se ha identificado como el idioma español. No hay lenguas de primera o de segunda o de tercera, todas, las mayoritarias y las minoritarias son lenguas que se transmiten de generación en generación desde el pecho materno, este hecho es el que las hace de igual importancia y consideración. Sostener lo contrario sería asumir que hay pechos maternos de primera o segunda o tercera categoría y esto es lo que late en la base de los que se escandalizan de que en el Parlamento se hable además del castellano el euskera, gallego o catalán. Ahora un conjunto de diputados abandona el Parlamento cuando un diputado no habla en castellano. No me atrevo a pensar lo que serían capaces de decir y ¡hacer! si un diputado gallego lo abandonara cuando se habla en castellano. Sí, estos escandalizados diputados son peligrosos.

Creo que la decisión de la Presidenta del Parlamento puede contribuir favorablemente a este reconocimiento tan elemental. Ahora se trata de no perder ese derecho, que no por reconocido deja de ser innato.

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José Amella Mauri es socio de infoLibre.

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