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La clave del jeroglífico

Mario Martín Lucas

En los años previos a la explosión de la burbuja financiera que nos asoló, se solía oír una frase repetida entre personas, o representantes de empresas altamente endeudadas: “…el problema no lo tengo yo, lo tiene quien me ha financiado”.

Quien concede un crédito siempre lo hace, en teoría, sobre un análisis serio de las posibilidades de recobro del mismo, si se equivoca en sus cálculos y el deudor no es capaz de devolver la cantidad, e intereses, por los que se endeudó, su “no cobro” le puede llevar a lo que se conoce como “bancarrota”, palabra compuesta que proviene del latín, como fusión de bancus y ruptus, y que tiene por origen la roturafísica de la banca,física sobre la que, los primeros banqueros italianos del Medievo, solían trabajar, ubicándolas en las calles de mayor afluencia de las ciudades y pueblos donde operaban; esto se hacía así como señal para que ningún incauto trabajara con esa “banca”.

Con el paso de los años, y de los siglos, ante un deudor que no tiene posibilidades reales de devolver sus deudas, se diseñó la herramienta de los “concursos de acreedores”, que, en todas las legislaciones del mundo, no es otra cosa que ajustar el importe de la deuda a las posibilidades reales del deudor, ejecutando las garantías posibles, pero con la mirada puesta en su viabilidad.

La clave del jeroglífico griego al que está expuesta Europa, parte de un hecho paradigmático, cual fue que la mayor parte de la deuda generada por el Estado griego, estaba, principalmente, en manos privadas, con unos acreedores que, fundamentalmente eran bancos alemanes y franceses, y la consecuencia del rescate, que se vende como solidario por parte de los organismos internacionales y resto de países comunitarios, fue que se patrimonializó, convirtiéndonos todos los ciudadanos europeos en acreedores. El rescate financiero sobre el que se llena la boca calificándolo de “solidario”, no fue al Estado griego, ya que los beneficiarios principales del mismo fueron los acreedores privados, radicados mayoritariamente en Alemania y Francia, que fueron relevados en la tenencia de esa deuda, que pasó a ser de titularidad pública, tanto a través del resto de estado europeos, como de los organismos internacionales.

Ante el resultado del referéndum griego, se ha repetido desde los 18 países diferentes de la Unión Europea, distintos de Grecia, que “solidaridad sí, pero cumpliendo las normas y con responsabilidad”, cierto, pero es el propio FMI quien ha hecho público un estudio que indica que la deuda griega, para ser viable en su pago, debería ajustarse, con una quita, no menor del 30%. Grecia, acertada o equivocadamente, ha tomado una decisión que, a la vista de resultado, no es dudosa; es cierto que el Grexit supondrá más costo al país heleno y sus ciudadanos que para nadie, pero nadie en Europa debe olvidar que el costo a asumir en primera persona, por sus países y organismos supranacionales, no será menor a 240.000 millones euros, sin ninguna garantía sobre evitar contagios a otros países, especialmente los periféricos.

En cualquier caso, ¿quiénes marcan que deudas deben ser condonadas y cuáles no? España, como país, aportó 26.000 millones de euros en el rescate griego de 2012 y exige, con razón, que se cumpla el calendario de amortizaciones de dicho préstamo, pero …¿qué diferencia hay entre ese importe y los 40.000 millones euros de ayudas aplicadas a la banca en España, sobre los cuales el Banco de España considera ya que no serán recuperables?, ¿por qué cuando una entidad entra en “bancarrota”, como sucedió en Bankia, unos acreedores sí ven garantizados sus derechos de recobro (clientes corporativos) y otros no (accionistas, preferentistas, etc…), y la coartada que se utiliza para ello son las ayudas públicas, en las que todos los ciudadanos participan, incluso quienes ven mermados sus derechos?.

Está muy bien apelar a la responsabilidad como justo compensación a la solidaridad, pero el problema real que está a la vista, es la gangrena de Europa y su incapacidad en poner en marcha Políticas, con letras mayúsculas, la Unión Europea no puede ser, tan solo, una comunidad económica y financiera, no puede haber europeos de primera –del centro y del norte- y europeos de segunda –del sur y periféricos-, ¿alguien se imagina condiciones distintas en EE.UU. entre ciudadanos de California o New York, en comparación con los de Ohio o Missouri?, en Europa sobran funcionarios comunitarios y falta determinación.

Tras el referéndum griego y su resultado, la partida sigue abierta y lo más grave es la evidencia de la falta de verdaderos líderes, capaces de discernir entre lo importante y lo accesorio, así como entre lo malo y lo peor.

Mario Martín Lucas es socio de infoLibre

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