Debatir en el fango
En una célebre entrevista realizada al boxeador Tyson y publicada en The Guardian, se le preguntaba al púgil sobre cuál era su estrategia cuando se enfrentaba a boxeadores de distinto perfil que él. Tyson contestó: “Todo el mundo tiene una estrategia, hasta que te llega la primera hostia”.
Algo de esto aconteció en el primero y único debate que Alberto Núñez Feijóo aceptó mantener con Pedro Sánchez el pasado lunes a 12 días de las elecciones.
Como simple observador del mismo, al igual que los 6 millones de telespectadores (46,5% de cuota de pantalla) no puedo dejar de señalar que el “ganador” del debate fue el aspirante a ocupar el Palacio de la Moncloa, con un pequeño matiz (no menor). El debate se había ganado en los prolegómenos del mismo, por eso Feijóo salió reluciente, sabedor de que la primera “hostia” es la que cuenta. Lo que ocurre es que, así como en el boxeo existen normas y reglamentos que prohíben, por ejemplo, darle una patada en los huevos al contrincante, en la política no. Nos hemos instalado en el fango desde que las mentiras (y cómo decirlas), los bulos (y cómo expandirlos) se ha extendido “urbi-et-orbi” como la peste y que, al parecer, carecemos de vacuna alguna. Lo estamos aceptando con una increíble pasividad.
Hasta hace dos días, nadie discutía que el principal logro del actual Gobierno había sido la economía a pesar de la pandemia, guerra en Ucrania y la inflación que ello generó. Esta certeza no era sólo una opinión del Gobierno (que también) sino la certificación de todos los organismos internacionales, medios de comunicación europeos, Consejo de Europa, cúpula empresarial, sindicatos españoles… (salvo PP/Vox, con una capacidad inusitada de darle vueltas a los números e inventarse los suyos). Esta era la bala que Feijóo le tenía guardada para el debate y la soltó al inicio del mismo y que dejó a Sánchez sin capacidad de reacción e imposibilitado de desplegar todos sus datos y números que lo avalaban, porque la mentira iba acompañada de algo que el PP viene practicando desde los tiempos de Aznar y que le funciona: el ruido. Era imposible que Sánchez argumentara porque Feijóo se lo impedía con el “déjeme hablar, señor Sánchez”. Ruido que los moderadores no quisieron o no pudieron impedir. En el fango PP/Vox son insuperables. Mintió como un bellaco, añadiendo una sonrisa y transmitiendo una seguridad aplastante como su maestro Aznar.
Nos hemos instalado en el fango desde que las mentiras (y cómo decirlas), los bulos (y cómo expandirlos) se ha extendido “urbi-et-orbi” como la peste y que, al parecer, carecemos de vacuna alguna
Ya nos hemos olvidado, pero una semana antes de la invasión a Irak, en esta misma cadena (Antena 3), Aznar se dirigía a los españoles, mirando fijamente a la cámara: “Mírenme a los ojos, les estoy diciendo la verdad: Saddam Husein tiene armas de destrucción masiva”. Aznar lo patentó antes que Trump, Bolsonaro o Boris Johnson , Hoy, se ha conseguido normalizarlo. Es el fango.
Fue un error, por tanto, que el PSOE aceptara todas y cada una de las condiciones que los asesores de Feijóo ponían para aceptar un solo debate, mientras el PSOE aceptaba todos los que los medios de comunicación proponían. Desde el principio dijeron que sólo aceptaban ir a Atresmedia, sabedores del perfil de este medio. Se negaron a debatir en la televisión pública y no acudirán al debate programado para el día 19 ofrecido a los cuatro candidatos que sí han aceptado PSOE, Sumar y Vox. Este último, condicionándolo a temas de agenda de última hora. Todo apunta a que lo de Vox es una estrategia y que se descolgará a última hora para que Sánchez y Díaz se queden solos y se descuarticen. Espero que los líderes de PSOE y Sumar no caigan en la trampa y soliciten a TVE la desconvocatoria del debate. Sería la segunda “patada en los huevos”, pero esta vez a todos los ciudadanos que quieren ejercer su derecho al voto con menos ruido y más conocimiento.
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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.