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La derecha y el insulto

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Ximo Estal Lizondo

Ver cómo se insulta, menosprecia al presidente del Gobierno, elegido democráticamente en las urnas, es despreciable y de una falta de respeto que se convierte, quieran o no los falsos patriotas, en un atentado a la democracia y sus valores. Pero lo peor es las continuas falacias, que cada día y sobre todo cada miércoles en el Congreso de los Diputados, la derecha y ultraderecha, con sus falacias, pretenden usurpar lo que no consiguieron en las urnas y, lo que es peor, menosprecian y ridiculizan las instituciones a las que representan.

Y siento decirlo, esas risas sarcásticas, llenas de odio, crispación e impotencia del líder de la oposición, solo demuestran una carga antidemocrática y con ello están provocando un atentado a la Constitución y a los valores democráticos que tanto nos ha costado conseguir.

Es triste observar cómo esos líderes “salvapatrias” lo que pretenden es volver a la dictadura y observar cómo cínicamente y falazmente se apoyan en una Constitución en la que no creen, ni quieren. Y lo siento, para los que los defienden, no me sirve como excusa para actuar así que el separatismo catalán, Bildu y lo último hipócrita de la madrileñofobiamadrileñofobia, sea la causa y lo que hay que hacer. Solo con racionalidad, diálogo y actitud de Estado se consigue una verdadera democracia.

Pero quieran o no quieran los defensores de esta actitud de odio y de crispación, actuando así y apoyando actitudes tan necias, se están cargando la democracia y vuelven a dar el poder a aquellos que desprecian y utilizan las instituciones para sus intereses, es decir “sus amigos”: los que más tienen.

Puedo estar equivocado, pero qué triste es ver cómo algunos defienden lo que no tiene racionalidad y, lo peor, que se insulte, humille y se considere okupa a alguien que fue elegido democráticamente en unas eleccionesokupa es irracional y demuestra una actitud chulesca y de una gran falta de respeto que nuestra democracia no debe permitir. Pero si eso fuera poco, por desgracia el pedir perdón no está muy dentro de la actitud de algunos de nuestros representantes políticos y con ello le están haciendo un mal a nuestra democracia.

Lo peor es cuando se escudan en formas vuelvo a repetir, chulescas, pueriles e incluso cirquenses para justificar lo injustificable y no pedir el perdón que la historia, la verdad y la racionalidad está exigiendo a gritos. No se es más fuerte, ni tampoco se menosprecia un político por reconocer que se ha equivocado, que el hecho de la historia que sucedió fue un error y que sus argumentos son falaces e hipócritas e indefendibles. Un político demuestra que es democrático cuando reconoce los errores que los seres humanos, en un afán ruin e inexplicable, ha cometido genocidamente. O cuando se quiere imponer, con la fuerza opresora, un régimen dictatorial. Es antidemocrático y dictatorial cuando se escuda en que no va a pedir perdón por nada de lo que ha hecho, aunque sus acciones hayan sido crueles en sus consecuencias para otros seres humanos y han servido para aumentar sus prevaricaciones y corrupciones.

Por todo esto, el no pedir perdón es antidemocrático, pues nuestra democracia necesita de verdad, racionalidad y humildad y no pedir perdón es soberbia y cuando se defiende esa postura irracional puede llegar a ser dictatorial y atentar contra los valores democráticos.

Pero está claro que para el político que no quiere pedir perdón ese es su objetivo: destruir la democracia y sus valores para aumentar su egocentrismo endiosado. Y si eso fuera poco, ahora utilizan, lanzan, argumentos cargados de mentiras para que esa mentira continuada de forma hipócrita vaya generando odio, crispación, miedo. Para así generar inestabilidad y hacer creer que todo va mal y el futuro es desalentador.

Son capaces de indicar que se está en quiebra cuando los indicadores económicos demuestran lo contrario y cuando se les pilla dicen que puede ser que entremos en quiebra, actúan, pues, con sus mentiras como Rapeles económicos, cuando en realidad su mentira mezquina y ruin solo pretende conseguir por medios ilícitos lo que las urnas no les dieron y ellos no aceptaron desde el minuto uno. Es triste ver cómo utilizan hipócritamente el precio de la luz, los bonos sociales, el precio del alquiler, cuando en algunas comunidades donde ellos gobiernan las han puesto en sus presupuestos, como son los bonos juveniles o ayudas al alquiler.

Y lo más triste es observar cómo con sus falacias e insultos pretenden humillar a la ciudadanía indicando que anularán leyes como la ley de memoria histórica, ley de eutanasia, ley de educación y otras leyes que han mejorado la igualdad social. Pero así es la derecha y lo peor esa ultraderecha que confía volver a periodos dictatoriales a los que tanto ama y vanagloria.

Ximo Estal Lizondo es socio de infoLibre

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