Antonio García Gómez

Dícese de la burla cruel que busca la humillación y el desprecio.

Hace unos días me comentaba alguien “que no es que sea tonta, es que es mala, muy mala”.

Ayuso y sus compinches en Madrid han estado entreteniendo a la parroquia, propia y ajena, con aquello de las becas de estudio financiadas con dinero público. Estas sirven para subvencionar a estudiantes de familias muy acomodadas (con ingresos superiores a los 140.000 euros anuales) con el objetivo de que sus hijos puedan cursar estudios, precisamente, en centros privados. Mientras, en esa misma comunidad autónoma, más de 8.000 familias no han podido matricular a sus hijos en centros públicos de guardería e Infantil por falta de “vacantes”.

Explotado y manoseado lo anterior hasta la náusea, ahora es otro el cometido con que entretener.

Y uno no puede dejar de recordar que, tras la Guerra Civil, la inmensa mayoría de los juicios sumarísimos a los vencidos se acogían a la solicitud y acusación de culpa por “adhesión a la rebelión”. Escarnio cruel, valga el epíteto, para masacrar y humillar aún más a quienes se habían mantenido en la legalidad.

Ahora, en Madrid, el asunto de acusación y denuncia públicas, paradigma del escarnio, son los “los cheque votos. Se refiere ínclita Díaz Ayuso a esas ayudas que pretende facilitar el Gobierno para quienes vayan a utilizar los transportes de cercanías, rodalíes y medias distancias de Renfe, como alivio a las castigadas economías domésticas. Al menos desde septiembre hasta el 31 de diciembre.

Mecachis con el escarnio de echar para atrás cualquier medida salida de este Gobierno “socialcomunista”, que tanto hace por fastidiar a Díaz Ayuso y a los suyos, incapaces de “encontrar pobres” a su alrededor que alteren sus bonancibles conciencias

Razón para que la inefable presidenta haya caído en la cuenta de que al aplicarse tal norma “se beneficiará a los ricos”, no ha aclarado si, ¿en detrimento de los pobres?, preocupada con una posible saturación de “ricos” en medios de transporte de servicios públicos, como para que uno pueda correr el peligro, ahora, de rozarse con ricos al utilizar el metro al ir al curro. ¡Habrase visto!

Y es que su sensibilidad ha debido saltar echando chispas de indignación y confrontación medida contra el Ejecutivo central. Ante la panorámica de ver desigualmente beneficiados a los ricos que habrán de volcarse en el uso de tales medios de transporte ahora que se los van a facilitar como “gratis total”, frente a los pobres que habrán de seguir sufriendo aglomeraciones incrementadas por tales medidas que dejarán en desaire a los pobres de a diario. Mecachis con el escarnio de echar para atrás cualquier medida salida de este Gobierno “socialcomunista”, que tanto hace por fastidiar a Díaz Ayuso y a los suyos, incapaces de “encontrar pobres” a su alrededor que alteren sus bonancibles conciencias.

¿En qué quedamos? O hay o no hay pobres, o sólo quedan ricos que se aprovecharán de medidas tan “populistas”. O es que, en realidad, solo cabrá la posibilidad de que los pobres sigan asfixiándose, víctimas de la ley del mercado, del neoliberalismo rampante, de la codicia insaciable de los ricos, ahora, "¿obligados  a beneficiarse de las medidas de este gobierno tan socialcomunista?"

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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