¿La esperanza blanca?
“Feijóo propone no dejar de votar hasta que salga él”.
Con la victoria arrasadora en el bolsillo. Alberto Núñez Feijóo aclamado, puesto sobre el trono y presto al “ordeno y mando”, por delegación, al recibo de cobro de quienes le habían puesto allí, al mando de la derecha “como dios hubiera mandado”, siempre en manos de ese dios de propiedad cuasi escriturada. Porque las cuentas salían, al menos desde provincias y hasta desde el mismo centro de la capitalidad del Reino, al socaire de una conjura de trabucaires muy palatinos, con el colmillo retorcido, puesto el buen vasallo, tan atento a no significarse, envarado y poco ducho en los dimes y diretes de la Corte, como buen gestor que se postulaba, desde el rincón noroeste de la madre patria, sin estridencias.
Colocado sobre una pista de despegue hacia el poder que les devolvería a los mandos del aparato llamado España, tutelado por quienes siempre debieron y deberían volver a comandarlo.
“Ellos saben qué quiere la verdadera España porque los verdaderos españoles son ellos. Ellos saben qué es la verdadera democracia porque los verdaderos demócratas son ellos. Ellos saben qué es constitucional porque la Constitución es suya y los demás callamos y damos tabaco. Ellos saben qué es la verdadera dignidad porque los demás somos unos vendidos a cambio de unas míseras paguitas. Ellos votan en conciencia y libertad y los demás votamos porque estamos comprados y somos unos malos españoles”. Antón Losada. Y no hay más que hablar.
Porque mira que somos duros de convencer el resto recalcitrante, díscolo y poco apegado al servicio callado y dispuesto.
Y le buscaron amigos de barra al señor Feijóo, y urdieron la victoria antes de lograrla, por el bien de la patria necesitada, a hombros de las tradiciones y la vuelta atrás, de nuevo a las monterías de “señoros” de la Escopeta Nacional, que dios guarde su clarividencia un tiempo más.
Y Núñez Feijóo hizo cuentas y le dijeron que salían, y de lo demás no se preocupó, ni mucho ni poco, acostumbrado a que cantara la inoperancia asumida de los buenos súbditos.
Y ¿eso era todo?, pues sí, eso era todo… el bagaje que se trajo de provincias el buen Núñez Feijóo.
Hasta que dice que “le hicieron trampa”, que contaron también con unos españoles que ni eran españoles ni lo querían ser, y hasta tuvieron la oportunidad de participar en las votaciones generales, habrase visto, junto a otra turbamulta de “malos españoles” que no quisieron rendirse a la nueva revelación, más de lo mismo, de vuelta a los chanchullos de costumbre.
Se siente, señor Feijóo, pero no vale con alardear de “haber ganado” cuando no se ha podido alcanzar la posición ganadora al frente de una mayoría parlamentaria
Y así se han quedado, Feijóo y los suyos, de “convidados de piedra”, pidiendo la cuenta porque no les sale la que ya tenían apalabrada. Porque, en realidad, Feijóo y sus secuaces contaron con que todo fuera a salir de otra manera, a pesar de que la democracia que se practica en nuestro país sea parlamentaria y garantista, como si a ellos les hubiera importado saltarse unos cuantos escaños, metidos en cuarentena, y haberse salido con una victoria apalabrada por los “mandamases” del “patio, de la hacienda y del poder”… ese que colaban siempre “por la puerta de atrás”, para afinarlo a modo.
Aupado en cualquier caso a la tabla de la hipérbole, creyéndose que podrá mucho tiempo a flote y surfeando lo peor de cada casa, a modo de beneficio de inventario, por aquello de “qué hay de lo mío”, “porque lo dejé todo y os hice caso”. Lamentos de provinciano, a buenas horas, una vez que la bola de nieve, amasada por los ultras inclementes y “blanqueados” por las fuerzas del “buen orden”, pues ahora solo le queda intentar seguir el máximo de tiempo en cima de la fiera que él mismo ha soltado y jaleado.
Aún con el primero de “democracia parlamentaria” pendiente de aprobar.
Y para mayor redundancia, señor Feijóo, usted ni ganó ni dejó de ganar las elecciones del 23J, sencillamente usted y su partido obtuvieron mayor respaldo representativo, aunque insuficiente para alcanzar una mayoría parlamentaria en la sede de la “soberanía popular”. A más a más, una vez que usted cargó con la mochila de su alter ego, la ultraderecha, como para comprobarse que sería incapaz de añadir un apoyo más, salvo el de UPN y el de CC, perdido, parece ser, para la investidura.
Y esas son las cuentas, y los deseos, los sueños húmedos, y el mantra mentirosillo otra cosa. Se siente, señor Feijóo, pero no vale con alardear de “haber ganado” cuando no se ha podido alcanzar la posición ganadora al frente de una mayoría parlamentaria. Porque, mal que les pese, a usted y a los suyos, todos los votos valen por igual, y para cálculo de intenciones y de males venideros y apocalípticos pues acúdase a un echador o echadora de cartas.
Y, por último, a muchos nos cuesta olvidar que su derecha y la de al lado no apoyaron en la pasada legislatura ninguna medida de promoción social para los más vulnerables. Hagan memoria, incluso sin autoengañarse una vez más.
Para que, en todo caso, alguien se acerque al ínclito y exacerbado señor Feijóo y le cante la verdad del barquero, ¿por ejemplo, su fiel escudero Miguel Tellado, o si no, cualquier “rojo” traidor a su España particular, como pueda sonar aquella tonada de “mi patio particular”?, y se le diga al oído aquello de “Tírense de los pelos, traguen quina, atragántense con tanta miel como se les quedó en los labios, cerquen las sedes del PSOE, pero la vida es un trago y a ustedes, ahora, les ha tocado perder”. José Mª Izquierdo.
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Antonio García Gómez es socio de infoLibre.