Inteligencia artificial, Vox y Ayuso
Dos conceptos incompatibles, inteligencia y extrema derecha, se mezclan estos días de horror imberbe en Almendralejo y de negacionismo dual, PP+Vox, de la violencia machista en Valencia (y en España). Han sido menores en edad de aprendizaje que han aprendido todo lo que saben sobre sexo en los basureros del reguetón, las redes sociales, la pornografía y los juegos en línea... Son la basura deforme de una generación autodidacta y prófuga de toda racionalidad a través de la brecha digital. ¿Qué sentirán sus abuelas, sus madres, sus hermanas, sus vecinas, al comprobar que hay monstruos en la familia y en el barrio? ¿Vergüenza, asco, miedo, culpa...?
Lo ocurrido en Almendralejo, que invade el país como la mala hierba, ha puesto sobre la mesa muchas cosas, ninguna nueva por mucho que medien las nuevas tecnologías que hace tiempo dejaron de ser nuevas. El caso cuenta con múltiples derivadas que afectan a diferentes aspectos de la vida cotidiana: relaciones sociales, educación, legislación, convivencia, ideología, ocio, ética, periodismo, psicología... lo que permite diversos enfoques que darán que hablar por un tiempo a los sesudos columnistas, periodistas y tertulianos de siempre, en los medios de siempre con el objetivo de siempre: subir las audiencias. Nada nuevo.
No es casual que una piara o una jauría de adolescentes pervertidos agreda a niñas valiéndose de métodos machistas. Esos adolescentes crecerán de forma parecida a como lo harán sus maneras de agredir. Si a los diez o catorce años ya ejercen de consumados machistas sin cerebro, que a nadie extrañe si a los quince o dieciocho devienen violadores, grupales por cobardía, y al pasar de los diecinueve son machistas maltratadores y asesinos de mujeres en potencia. Crecen las estadísticas de violaciones grupales y asesinatos de mujeres al ritmo que suman apoyos quienes niegan la violencia de género y fomentan el antifeminismo desde el escaño, el juzgado, el púlpito, la cátedra, el noticiario, la tertulia y los cuarteles. Demasiados frentes.
No es casual que una piara o una jauría de adolescentes pervertidos agreda a niñas valiéndose de métodos machistas. Esos adolescentes crecerán de forma parecida a como lo harán sus maneras de agredir
La secular pandemia del machismo es un cáncer y la juventud adolescente es el segmento de la población más expuesto y permeable a la metástasis. La vacuna más eficaz es la educación, pero cuenta con la feroz oposición de una extrema derecha que niega el problema y se opone a que personas con preparación y experiencia aborden tan gravísimo problema en las aulas. Su argumentario ideológico cala en la juventud y es responsable de que el 20% de los jóvenes entre 15 y 29 años nieguen la violencia contra las mujeres y la consideren “un invento ideológico” y de que el 27% de las menores de 16 y 17 años sufran violencia física a manos de su pareja o de un varón con quien no mantienen una relación.
La inteligencia artificial no deja de ser una herramienta, ajena por tanto a cualquier consideración ética sobre los efectos derivados de su utilización. Son las manos y las mentes de quienes la utilizan las que la sitúan más allá o más acá del bien y del mal. Hay que ser muy animal, tener mente de psicópata y manos delincuentes para utilizar cualquier tecnología con fines delictivos, sea una motosierra o una App. Es evidente que muchas personas acuden a la inteligencia artificial desprovistas de la inteligencia natural necesaria para conducirse por la vida como seres humanos y ahí están los resultados.
Los discursos de Vox y del ayusismo suscitan dudas sobre la inteligencia de su militancia, sus simpatizantes y sus votantes, corta, aberrante y mal empleada en cualquier caso. Por contra, certifican la siniestra certeza de que el negacionismo y la banalización del machismo incitan a aquelarres como el de Almendralejo. La extrema derecha sólo promueve debates políticos, al margen de ETA y el independentismo, para atacar a los colectivos más desprotegidos y desfavorecidos, sean mujeres, personas LGTBi, migrantes o gente pobre en general. Posicionarse a favor de quienes son atacados por el ayusismo y Vox es exponerse al acoso y la persecución, igual que si se piensa diferente o se profesa otra, o ninguna, religión. De esa España irracional, animal, excluyente y sectaria debiera independizarse la gente decente y honesta.
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Verónica Barcina es socia de infoLibre.