Librepensadores

"Que inventen ellos"

Antonio García Gómez

Exabrupto muy patriotero, muy de “la tierra”, del tiempo de la decadencia imparable de aquella España gloriosa, que el dios del imperio debió de guardar en algún sitio recóndito, para glosas enveradas de hazañas pretéritas que solo encontraban el fulgor del astro rey  que ya anunciaba su ocaso sobre las oxidadas armaduras.

En los presupuestos presentados por el actual Gobierno, para esta legislatura, al menos para esta legislatura, el aumento para la partida dedicada a la ciencia y la investigación ha subido un 60%. Mucho a primera vista, como para tronar albricias ante tanto ¿despilfarro o justo gasto?

Y sin embargo solo supondrá el 1,6% del total del presupuesto. Es decir muy poco, también a primera vista y en contraposición a los parabienes primeros. Exactamente 9.000 millones menos de lo que se aportaba antes de las políticas de los recortes. Y es que la ideología sí cuenta, y la herencia del regateo sobre la financiación que no aportaba dividendos inmediatos, contantes y sonantes, sigue lastrando la nave patriotera, menos imperial, más sacrificada, precisamente al servicio de la ciudadanía.

En el inicio de la investigación, a contracorriente, con urgencias, a causa de la pandemia, los proyectos de investigación “nacionales” para sacar una vacuna desde laboratorios españoles fueron muy prometedores. Tanto que ya se hablaba de una futura “vacuna española”.

Lástima que fallara el presupuesto, que se quedó corto e insuficiente demasiado pronto. De modo y manera que el tal proyecto se ha quedado a medio camino a expensas de poder iniciar las pruebas con humanos. Primero se necesitaron ratones que se tuvieron que comprar a laboratorios estadounidenses; luego se necesitaron monos para avanzar en las pruebas, y luego… al llegar a necesitar dar el salto a “las cobayas humanas”, pues, efectivamente, hay se acabaron “los dineros”.

Pero parece que éste es un asunto menor que interesa más bien poco a la clase política, y en consecuencia a la ciudadanía dedicada a otras urgencias y ansiedades, tal vez porque se ve ¿inalcanzable?, cosa de “ellos”, de los “de fuera”, que “ya inventarán… ¿por nosotros?”.

Sí, en el sentido de lo que pretende explicar el texto, y así cuando uno se acerca un poco más a las condiciones reales de nuestros/as investigadores, choca contra la precariedad injusta y cruel en la que se les mantiene, y a pesar de todo rinden, trabajan y concluyen con excelentes resultados. Lo que no oculta el maltrato y el desprecio que sufren, a diario, en sus condiciones laborales y profesionales.

Porque lo han demostrado, porque valen, porque se ofrecen y no regatean esfuerzo, conocimiento y capacidad.  

Una investigadora, un investigador, con plaza definitiva, como funcionario/a  apenas superará los 1.700 euros mensuales en nuestro país, frente a los 90.000 euros anuales que ronda el salario de un o una trabajadora en Suiza. Aunque resulten los niveles de vida de ambos países sean muy distintos, la diferencia es demasiado sangrante, injusta y desproporcionada.

Porque da grima y vergüenza conocer la realidad laboral de quienes, los menos, se han quedado en nuestro país a trabajar, a investigar, haciéndolo en condiciones de precariedad intolerables. Sujetos al grito de hacía más de un siglo de “que inventen ellos”, que nosotros “con las siete llaves del sepulcro del Cid” ¿nos basta?, o, en realidad ¿les basta?... a quienes no entienden que el servicio público, la educación y la sanidad públicas, la ciencia y la investigación, también con respaldo público, no pueden ser negocios, aunque su rentabilidad sería inmensa a largo mediano  o largo plazo… 

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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