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Marruecos no es un Estado fallido

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Felipe Domingo Casas

Todos contra Marlaska y el presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, y su Gobierno, por el retorno de los niños marroquíes a su país. En contra, el PP y Cs, Podemos, su coaligado, las ONGs, el Defensor del Pueblo, el Juzgado Contencioso Administrativo y hasta la ONU. Todo el mundo metiendo baza en este asunto, cuando los Gobiernos de España y Marruecos están de acuerdo en resolver el asunto civilizadamente, según lo tienen acordado.

Con fecha seis de junio escribí un artículo (ver aquí) , en el que cuando me refería a los niños marroquíes que llegaron a Ceuta en aquellos días de mediados de mayo, abogaba por que volvieran a Marruecos con sus padres y familias, donde nacieron. Y no he cambiado de opinión. Y ello, en interés superior de los menores.

La primera observación que me viene a la cabeza es que, de la entrada masiva de menores que se produjo en mayo por diversos medios, todos o la mayoría eran niños (varones) y, después de tres meses, los únicos que permanecen en Ceuta son niños, por lo que, cuando se alude al interés superior del niño, de alguna manera se está utilizando el término para discriminar a un sexo, si no más, como son las niñas, que no parece que hayan tenido tanto celo en pasar a la ciudad de Ceuta con sus hermanos, primos y amigos, ni en mayo ni después. La segunda observación que me hago derivada de la primera es que los niños no entraron en Ceuta huyendo de unas condiciones materiales horribles, de situaciones familiares violentas o de abuso infantil y más grave aún, huyendo de una guerra.

Los motivos el móvil fue divulgado ampliamente: vinieron ilusionados y engañados para ver a Ronaldo al decirles que iba a Ceuta. Con este motivo u otro superior y distinto, el Gobierno de Marruecos les abrió las fronteras, les facilitó su entrada y a Ceuta acudieron 1.200 menores y otros adultos, con lo que inmediatamente se creó un conflicto diplomático entre España y Marruecos de envergadura. Una vez desengañados, 500 menores se volvieron voluntariamente a Marruecos. Este retorno voluntario no puede olvidarse.

Si convenimos en el móvil, podemos acercar posturas en el debate sobre la ilegalidad de las devoluciones y si se cumplen las leyes y se vulneran los derechos de los menores. En primer lugar, sobre los conceptos. ¿Es retorno, es expulsión o deportación de los menores, como he oído con énfasis a un tertuliano? Como la Convención sobre los derechos del niño es la Carta Magna de los derechos de la infancia, echo mano de ella continuamente. Pero siendo un tratado internacional que ha sido ratificado ya por 195 países, no es lo mismo la situación económica, política y social y, por tanto, de la infancia en España, en Marruecos, en Siria, Camerún o en Afganistán, ahora que nos conmueve la situación allí. Pero todos los Estados partes, como dice la Convención, se comprometen a cumplirla. En unos Estados, garantizar los derechos del niño es ofrecerles cada día tres comidas para que no mueran de hambre, en otros, la escolarización, en otros, que no sean obligados a trabajar y explotados laboralmente.

Me ha extrañado mucho que la ONU hable de expulsiones en el caso de los niños marroquíes, cuando a los niños se les devuelve a su país. Leo: “De conformidad con el artículo 6 del Protocolo facultativo y el artículo 7 del reglamento del Comité en relación con el Protocolo facultativo, el Comité (de los derechos del niño de la ONU ), por intermedio de su Grupo de Trabajo sobre Comunicaciones, ha solicitado al Estado parte suspender la expulsión de los autores a Marruecos y su transferencia a un centro de protección de menores mientras el caso se encuentre pendiente ante el Comité”, es el texto difundido por la ONU. Se expresa así, porque las ONGs, en el escrito de petición para que interviniera la ONU, le solicitan que “con el fin de evitar daños irreparables en las víctimas, solicite urgentemente a España “la adopción de medidas provisionales consistentes en la suspensión de cualquier acto o actuación iniciado o que prevea iniciar dirigido a su expulsión a Marruecos”· Se habla de los menores como víctimas cuando vinieron a Ceuta por un encuentro lúdico con su ídolo. Y diré mil veces que algunos serán víctimas.

Las organizaciones no gubernamentales han tomado en sus manos con tanto ímpetu, interés y ocupación la acogida y ayuda a los menores marroquíes que no quiero banalizar sus esfuerzos ante la permanencia en Ceuta de 700 menores y su preocupación por su bienestar, pero no se puede olvidar el móvil, repito, que les hizo llegar a Ceuta. Pienso así, como el Gobierno de Ceuta y de España, si no se quiere retorcer el vocabulario, que se trata de un retorno acordado entre dos Estados.

En el artículo susodicho transcribía el artículo 3.2 de la Convención de los derechos de niño que dice: “Los Estados parte se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores y otras personas responsables de él ante la ley y, con este fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas”.

Para analizar y comprobar si el ministro Marlaska y el Gobierno de Ceuta incumplen este artículo, entre otros, así como la ley de extranjería u otras, en vez de intentar desarrollar una explicación teórica, me limito a hacer unas cuantas preguntas con su contestación escueta:

¿Cuál es el país, (Estado o nación) en el que nacieron estos niños? Marruecos.

¿Dónde viven sus padres, familiares o tutores? En Marruecos.

¿Han renunciado sus padres a su patria potestad y a los deberes y obligaciones que tienen por haberles dado la vida? No creo.

Y sus abuelos ¿dónde viven? En Marruecos.

¿Dónde han sido escolarizados en estos primeros años de su infancia? En Marruecos.

¿Cuál es su lengua materna y la cultura aprendida? El árabe y la cultura musulmana.

¿Dónde viven sus hermanos, primos y amigos con los que han convivido, jugado y divertido? En Marruecos.

En definitiva, ¿cuáles son sus raíces? Marroquíes, árabes, musulmanas.

Tengo la impresión, nada más que la impresión, de que partimos de una concepción de superioridad moral y democrática y de cumplimiento y exigencia de los derechos de la infancia que no nos corresponde valorar, ni afirmar que estamos en mejores condiciones y posición para garantizar su bienestar y un futuro mejor a esos niños marroquíes que el que pueda ofrecerles su Gobierno y su monarca, que en esto último coincidimos.

Fue Mohamed VI, porque tiene poder para ello, quien el 1 de junio ordenó que se solucionase el problema de los menores marroquíes no acompañados en España. Ordenó a sus ministros de Exteriores y de Interior el compromiso del rey de aceptar el retorno de los menores no acompañados debidamente identificados como los que entraron en Ceuta el 17 y 18 de mayo pasado y que resolvieran de forma definitiva el problema de los menores que se encontraban en situación irregular en algunos países europeos como España y Francia. Y repitió este compromiso claro y firme de su Gobierno de aceptar el retorno de los menores no acompañados debidamente identificados ante jefes de Estado extranjeros.

Me cabe poca duda, con el margen suficiente a que se siga diciendo lo contrario, de que el Gobierno de España y el Gobierno de Ceuta con el Gobierno de Marruecos están cumpliendo sus compromisos y acuerdos. “Nosotros queremos que se cumpla la ley y nosotros creemos que la ley se está cumpliendo, aunque si un juzgado nos dice que no, lo acataremos”, son las últimas declaraciones del presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas. Me creo en la obligación de defender el retorno asistido de los menores por su interés superior, como he denunciado en tres artículos por el mismo motivo la violación de los derechos de los niños de la Cañada Real, y porque he sufrido también en carne propia la violación de ese interés superior de menores cercanos por jueces de familia ineptos.

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Marruecos, como España, con muchas carencias en los derechos de los menores, de los que depende el futuro de la humanidad, no es un Estado fallido. Sin desdeñar, pues, la responsabilidad de Marruecos en el proceso de la apertura de fronteras y los objetivos que pretendía, Marruecos no es un Estado fallido, en el que los derechos de la infancia no estén protegidos y la Convención le sea indiferente. Le faltarán escuelas de primaria y bien dotadas, pero también a nosotros. Les faltarán institutos y centros de formación profesional, pero he oído que en España ha habido una avalancha de matriculados en formación profesional a los que no se ha podido atender. A Marruecos le faltarán empleos, muchos empleos, pero tiene un 12,5% de parados y España el 15%. A Marruecos le faltarán profesores y personal sanitario suficiente, pediatras, etc, para atender los centros educativos y los hospitales, pero en resolver esos déficits estará comprometido el Gobierno. Los que se oponen al retorno de los menores a Marruecos, su país de nacimiento, al reencuentro con sus padres o su familia, la Convención, en el artículo citado, refiere que se deben “tener en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores y otras personas responsables de él ante la ley…., “ A no ser que haya habido una violencia extrema, abusos u otros motivos graves por los que se considere su no retorno, los padres son los principales responsables y Marruecos, su país, y su medio rural o urbano los lugares en los que se han criado y donde tienen que seguir viviendo. Y no niego que muchos menores quieran quedarse.

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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre

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