Un mundo feliz

Antonio García Gómez

O así nos lo crearon, siquiera en pura entelequia inventada para que, frente a la “caja tonta”, nos olvidáramos de contingencias y abrazáramos el nuevo “mundo feliz” que nos prometía Telecinco.

Y de hecho “modelaron una parte de cómo somos, y no es una parte buena”. Francino.

Desde que el productor, hombre para todo, gran amo del invento, el señor Paolo Vasile, todopoderoso en el Telecinco histórico de los años dorados, en el país de jauja tal y como nos lo pintaron, grabaron y retransmitieron, con él al timón. Veintitrés años de mucho poder y mando en plaza en Telecinco del inefable Vasile, como Dios todopoderoso, creando una televisión de puro divertimento, rebuscando en las covachas de la condición humana, para hacernos olvidar, o eso aseguraban los mandamases o directivos, nuestras penas, siempre que pudiéramos contemplar una parodia hiriente que no nos sonrojara, después de todo, porque el espectáculo sería tan burdo como simple, tan histriónico como digerible, desde los sofás de casa, sin necesidad de gastarse ni una neurona en consumir la lapidación cotidiana, en base a soltar los más bajos instintos particulares en beneficio de una audiencia creciente, una vez que hubiéramos aceptado dejarnos narcotizar hasta la insensibilidad más absoluta.

La pasta era gansa y abundante, y el grifo del dinero corría hacia los bolsillos de los oráculos de la nueva televisión

Hasta devolvernos a una España arcaica y casposa que, probablemente, ni siquiera existió o que, al menos, no se llegó nunca a respetar, salvo cuando se retransmitiera la carnicería en directo de todos los voluntarios a dejarse descuartizar en vivo, como si todo se pudiera aceptar con tal de asegurarnos “un mundo feliz”, en nuestros hogares, repantingados, mientras se consumía diversión bobalicona o soez, a la vez, hasta llegar a cosificar la dignidad humana, empezando por la mujer, terminando por el famoso/a, el concursante/a… subastados a precio de puestos a la venta, a la exposición descarnada, por puro envilecimiento de linchamiento mediático… como si no fuera para tanto el nauseabundo circo que se mostraba sin filtro alguno, sin sangre, pura degradación humana o inhumana.

Defenestrado cualquier otro resquicio a la dignidad y la calidad, la actualidad decente y la visión respetuosa de la realidad que nos hubiera podido, también, informar, formar y hasta divertir.

Pero la pasta era gansa y abundante, y el grifo del dinero corría hacia los bolsillos de los oráculos de la nueva televisión.

Y desde la chacha de Médico de familia hasta las Mamachichos, desde las crucifixiones en directo de los juguetes rotos hasta los realities que confundieron la realidad con un mercadillo de vísceras, lágrimas y desprecios a granel.

Sin solución de continuidad ni propósito de enmienda, mientras se bucea en otro giro al invento que vuelva a dar calderilla en oro, hasta lograr volver a entrar en nuestros hogares con el nuevo formato que ensucie cualquier esperanza de crecimiento formal, integral, honorable y hasta… divertido.

Porque no todo hubiera debido valer, porque no todo es saludable ni cívico.  

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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