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Los podios del 23J

Felipe Domingo Casas

El tour de Francia continúa emocionante desde que comenzó en tierras vascas este año. En Bilbao, Vitoria, Donostia y, en el País Vasco, sus fiestas grandes de Aste Nagusía,  de la Virgen Blanca y la Semana Grande, las han celebrado por anticipado con este  acontecimiento jubiloso, multitudinario, apasionante, cuyo recorrido por  sus carreteras en las primeras etapas ha contado con un gentío enorme animando a los ciclistas. Las fechas de Le grande boucle par étapes más antigua y famosa del mundo, orgullo de los franceses, porque se celebra anualmente, cuya 110ª edición se celebra este año, finaliza el 23 de juillet. Coincide plenamente con la contienda y la campaña electoral de España para las elecciones generales

No es extraño, pues, que, según pasen los días de uno y otro acontecimiento, se hagan comparaciones del lugar que ocupen al final los tres primeros en los cajones del podio. O los dos, a derecha e izquierda, que acompañen al vencedor. En el tour de France, las apuestas se reparten entre Tadej Pogacar,  esloveno, joven y vencedor ya en dos ocasiones, y Jonas Vingegaard, danés, vencedor el año pasado. Nos recuerda ediciones pasadas, como las rivalidades que mantuvieron Anquetil y Poulidor (Pou Pou), las hazañas de Bahamontes, la rivalidad entre  Eddy Merckx y Luis Ocaña, o la de Pedro Delgado y Robert Millar. La incógnita reside en el tercero, puesto al que aspira el español Carlos Rodríguez, junto al australiano J. Hindley. Aunque las comparaciones puedan parecer odiosas, en la noche del 23J de nuestras elecciones generales, también habrá un podio, el cual, de manera simbólica, ocupará el vencedor de las mismas y dos acompañantes. Las expectativas reservan a  Feijóo el cajón más alto,  el segundo se lo asignan  a Pedro Sánchez y, con más incertidumbre, se adjudica el tercer puesto,  bien a Abascal, bien a Yolanda Díaz.

El orden tiene mucha importancia. En las múltiples y variadas competiciones deportivas, al vencedor que ocupa el cajón más alto se le entrega también  la medalla de oro, la de plata al segundo, y la de bronce, al tercero, cuya medalla los agraciados muerden con fruición, sin poder hincarle el diente. Esto queda para el cuarto: es la medalla a la que popularmente, con sorna, se le llama de chocolate. Tal importancia tiene el orden, que no es lo mismo 1+3, que 2+4, o 1+4 y 2+3.  Oía en estos días a Joseba Beloki, gran ciclista vasco, comentarista un día del tour, “que el tercero es determinante para la lucha entre los dos primeros”.

A Europa y América les preocupa mucho que la ola reaccionaria que nos amenaza nos invada. España tiene que ser el dique que la contenga

Cuando las competiciones son por equipos, fútbol, baloncesto, balonmano, tan principales son los ganadores, como los gregarios, les coéquipiers, que, en el caso de la compétition cycliste française,  son los que llevan los bidones de agua o le dejan la bicicleta al líder, si pincha, y que reciben los premios y recompensas que el ganador les ofrece por haberle ayudado con su esfuerzo à la victoire. En la contienda electoral que se corre en este mes en España, a los líderes de los principales partidos se añaden los portavoces, los que dirigen la campaña y son ellos, sus equipos, los que recibirán también más o menos su recompensa.

Como entre los analistas, periodistas y tertulianos, pocos disimulan sus preferencias, mi apuesta y mi interés es que Yolanda Díaz consiga el tercer puesto. Del mismo  depende un futuro cierto y prometedor para España, la profundización en los avances y derechos conseguidos en estos cuatro años. Yolanda tiene que dar el Do de pecho en esta campaña. Necesita hacer esos esfuerzos extremos necesarios, en iniciativas y propuestas, para conseguir más de 50 diputados. Quedan etapas de contrarreloj para que Yolanda brille con luz propia y etapas de montaña, como el desafío entre Pogacar y Vingegaard en el Puy de Dôme, para que a Yolanda la arrope su equipo  y corone al mismo tiempo. Me desespera que a Yolanda Díaz se la vea rodeada mayormente de hombres con caras sonrientes, demasiado complacientes, sí, pero solo hombres. Aunque la líder sea ella, sigo proponiéndole que use como gregaria de lujo a Irene para que el feminismo juvenil participe masivamente con su voto en estas elecciones. Hay que movilizar a las jóvenes y hacerles propuestas específicas feministas dentro y fuera de los planes de empleo. Yo creo que sería el gran golpe. A Yolanda y Sumar se le han cerrado los debates y tiene que escoger otros medios de hacerse oir. Me desespera que el Partido Socialista y Sumar, que Yolanda Díaz y Pedro Sánchez compitan por un electorado que creen reducido y acotado, cuando el electorado progresista y de izquierdas es mucho más extenso, y al que ambos  tienen que entusiasmar y movilizar. Y repito, por Yolanda, al electorado femenino joven. Eso no lo pueden hacer Iñigo Errejón, Joan Baldoví y otros.  Recintos cerrados con 500 o 1.000 personas no son las plazas de toros de 5.000. “Trata de arrancar el coche, por dios”, Yolanda, que la meta está cerca. Las elecciones se jugarán entre audacia, temeridad o miedo. De cuál sea la que se escoja dependerá el resultado. Por lo menos, eso es lo que intuye mi olfato político,  todavía  suficientemente sensible y juvenil. El conformismo no es un valor. La coincidencia en el tiempo de estas dos competiciones, el tour y las elecciones, tan distintas pero ambas apasionantes, tienen a los aficionados y votantes pendientes de su evolución. Su resultado transciende anticipadamente las fronteras de Francia y España, los países en los que se celebran. A  Europa y América les preocupa mucho que la ola reaccionaria que nos amenaza nos invada. España tiene que ser el dique que la contenga. La esperanza y la ilusión tienen que vencer a la reacción.

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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.

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