De sátrapas y democracia

Marcelo Noboa Fiallo

“Consummatum est”. El nuevo Zar, Putin I, ha cumplido de manera milimétrica lo que viene planificando desde hace años ante la mirada incrédula (¿?) de una Europa débil, impotente y dividida que se ha limitado a visitar al “Señor de la Guerra” rayando la reverencia en el Kremlin (Von der Layen, Charles Michel, Scholz, Macron, Blinken) para rogarle que no ataque a Ucrania. A la hora de escribir estas líneas, los peones del sátrapa estaban a las puertas de Kiev, mientras un patético y desesperado presidente del país más grande de Europa rogaba a sus ciudadanos que “fabricaran cocteles molov” (¡!) para impedir la entrada de los invasores rusos y el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, imploraba al sátrapa; “Desde el fondo de mi corazón, presidente Putin, impida que sus tropas ataquen Ucrania” Todo un síntoma de lo que ocurre en Ucrania y en la Europa democrática.

A estas alturas, quien más quien menos se preguntará dónde está el supuesto armamento que los países de la OTAN habían prometido con retórica democrática y defensiva al gobierno ucraniano. La entrada de Putin I a Ucrania está siendo un paseo. Las noticias que nos llegan es que muchos de los soldados ucranianos están entregando las armas y rindiéndose ante el poderío militar ruso, mientras la población huye desesperada.

El comunicado del nuevo zar al pueblo ruso, redactado para que toda Europa quede advertida, tiene un valor, no miente. Putin no se esconde, desde que tomó el poder hace ya 22 años, consciente de que el tiempo siempre jugó a su favor. Allí seguirá por lo menos hasta 2036 (después de que modificara la Constitución a su favor) y la Europa democrática no dijera esta boca es mía. Sólo ha levantado la voz para condenar a países miserables como Bolivia.

A estas alturas, quien más quien menos se preguntará dónde está el supuesto armamento que los países de la OTAN habían prometido con retórica democrática y defensiva al gobierno ucraniano

“He decidido llevar a cabo una operación militar especial, porque era simplemente imposible soportar todo esto. Era necesario detener de inmediato esta pesadilla: el genocidio contra los millones de personas que viven allí, que solo confían en Rusia, que cifran sus esperanzas solo en nosotros. Estas aspiraciones, sentimientos, el dolor de la gente fueron para nosotros el principal motivo principal para tomar la decisión de reconocer las repúblicas populares del Donbás.

Creo que es importante enfatizar más. Los principales países de la OTAN, para lograr sus propios objetivos, apoyan en todo a los nacionalistas extremistas y neonazis en Ucrania.

Lucharemos por la desmilitarización y desnazificación de Ucrania, así como por llevar ante la justicia a quienes cometieron numerosos y sangrientos crímenes contra civiles, incluidos ciudadanos de la Federación Rusa… ”!Queridos camaradas! Sus padres, abuelos, bisabuelos no lucharon contra los nazis ni defendieron nuestra patria común para que los neonazis de hoy tomaran el poder en Ucrania

Ni una palabra sobre la expansión de la OTAN que venía denunciando en los últimos años. Ni una palabra sobre la supuesta integración de Ucrania en la OTAN. El sagrado motivo ahora es defender a los ciudadanos ucranianos de los neonazis que se han instalado en el poder y que estaban cometiendo genocidio sobre sus camaradas que forman parte del “alma rusa”. En su discurso, Putin, olvidaba un pequeño detalle, que el supuesto genocida nazi, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski es judío.

Ucrania lleva en guerra desde 2014, con 14.000 víctimas. Consciente de su debilidad ante el poder armamentístico de Rusia, solicitó su integración en la OTAN, en 2014 y meses más tarde firmó el tratado de asociación con la UE, como paso previo a su integración. La OTAN, más débil que nunca tras los últimos acontecimientos y, en especial, durante el mandato de Trump, ha ido dando largas a los ucranianos, consciente también de que al otro lado de la extensa frontera ruso/ucraniana manda y mandara durante muchos años más, un sátrapa, a quien Rusia se le queda pequeña y juega fuerte en el tablero internacional. Por ello ha señalado que quiere volver a la Europa del 2019. Ucrania es la primera parada seria (lo de Crimea fue un ensayo), pero su objetivo no es apoderarse del vasto territorio ucraniano. Una vez controlada la capital, Kiev, colocará un gobierno títere como Lukashenko en Bielorrusia y los actuales mandatarios, supuestamente “genocidas nazis” serán juzgados en la “democrática” Rusia… si no son envenenados antes.

La toma de Ucrania durara unos días (está por ver el balance final de víctimas), la hoja de ruta del sátrapa no contempla otra cosa. Europa continuará con la retórica de siempre, cuyos ciudadanos no están dispuestos al sacrificio que supone las consecuencias económicas de una guerra. Las medidas de “castigo” al invasor son un cuchillo de doble filo. Los daños económicos que se pueda infringir a Rusia, repercutirán también en las economías de los 27 y esto todavía no se ha explicado a los españoles y europeos que apostaban su futuro a la superación de la pandemia. Ucrania se quedará sola… con la retórica y la palmadita en la espalda del Consejo de Europa y del Parlamento europeo. 

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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre

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