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José Amella Mauri

Al hilo del artículo El tiempo como leyenda, del juez Baltasar Garzón. Quiero destacar esta frase de su pieza:

“Estos años me han servido para conocer el derecho desde el otro lado y entender cuántas veces algunos jueces y fiscales, en nuestro país y en otros, dejan de ser servidores públicos y se encierran en un círculo de poder que les hace miopes a esa otra realidad, la verdadera, de quienes piden justicia cuando deberían exigirla.”

Estimo que hay mucha indulgencia hacia sus compañeros de profesión. No es miopía y no es ceguera lo que hace que se plieguen y se integren en los círculos de poder. Sin duda los hay ciegos y miopes, pero si estos y los clarividentes han accedido a puestos de relevancia profesional es porque los tribunales que los aprobaron o seleccionaron tuvieron más presentes sus actitudes que sus aptitudes.

Los ciegos y miopes, así como sus amistades y familiares, creerán que lo han sido por su capacidad y voluntad de estudio, por su memoria, por su preclara inteligencia. La vanidad humana, vestida de éxito profesional, anula la autocrítica, craso error e inevitable en el caso de los que no ven más allá de la superación de una oposición o de ser elegidos para más altas instancias. Los miembros clarividentes, llamados así para distinguirlos de los ciegos y miopes de nacimiento, sabían y saben que las afinidades con los miembros de los tribunales evaluadores les dará la llave de la puerta de entrada en las altas salas del poder judicial.

El proceso de selección elige a los que valoran como candidatos que se someterán a los requerimientos de los círculos de poder. Y cuando no lo hagan, ningún proceso es estanco y no tiene sus grietas, siempre habrá tentaciones y presiones para esa sumisión. Aún así, habrá candidatos que defrauden esas esperanzas de solidaridad con el poder que ya no es exclusivamente judicial, en esos casos, siempre demasiado pocos casos, en esa tesitura, resta el recurso a espurios argumentos y fraudulentas sentencias que dictarán los sumos sacerdotes del poder judicial para corregir los deslices del proceso de selección. Con el mismo y coherente afán interpretan el sentido y alcance de las leyes obviando que el poder legislativo reside en la ciudadanía.

No son ciegos ni miopes. Saben lo que hacen y por qué lo hacen. Sus sentencias reinterpretan la voluntad popular.

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José Amella Mauri es socio de infoLibre

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