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Un sistema inviable, acabemos con él

Mario Diego Rodríguez

En los transcurridos junio y julio se han registrado temperaturas anómalas superando los 40 grados en algunos lugares, ya no solo en nuestro país, sino también por toda Europa. Esta situación genera, entre otras cosas, numerosos incendios, asolando sectores inmensos y condenando a abandonar sus casas a miles de personas. En lo que va de año, ya son decenas de miles de hectáreas calcinadas a las que hay que sumar las que se están quemando en este momento. Y una nueva ola de calor vuelve a afectarnos ahora. 

Los expertos llevan años advirtiendo acerca del calentamiento global y sus consecuencias. Así pues, no podemos decir que esta situación nos pilla desprevenidos. Los avances tecnológicos y científicos actuales deberían permitir al conjunto de la humanidad de encontrar una solución, pero no, no es así. ¿Por qué? Por los mismos motivos que no se encuentran soluciones para poner un término a la crisis económica, la pobreza y el hambre.

No podemos decir que esta situación nos pilla desprevenidos. Los avances tecnológicos y científicos actuales deberían permitir al conjunto de la humanidad de encontrar una solución, pero no, no es así.

Los incendios no son únicamente debidos a los designios inescrutables de la naturaleza, sino a la estructura social basada de un punto de vista económico, en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de los que quienes poseen el capital puedan emplearlo a su antojo, en función de su rentabilidad, sin preocuparse lo más mínimo del impacto para la sociedad.

A pesar de que los incendios son más probables a medida que se agudiza el calentamiento global, los trabajadores del gremio denuncian que los recursos destinados por el gobierno y las comunidades se encogen cada vez más. La solución a este problema no pasa por hacerse fotografiar en los parajes afectados derramando lágrimas de cocodrilo como lo hizo Pedro Sánchez, como tampoco bastan las palabras. De nada sirve reconocer como Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, la situación precaria sufrida por los bomberos, si una vez extinguidos los fuegos y alejado el peligro —como ocurrió con el personal sanitario después de haberlo ensalzado— no se toma ninguna medida o peor aún, se toman medidas que empeoran la situación.

Asistimos a un incremento del gasto militar y este seguirá en la misma dinámica mientras perdure la crisis y que el rearmamento sea considerado como una posible solución a dicha crisis. El dinero invertido en el gasto militar será dinero que se echará de menos en los hospitales, en la lucha contra los incendios y en los servicios públicos básicos para la población. Si la principal preocupación y objetivo de la sociedad consistiese en la salvaguarda y la satisfacción de las necesidades de la mayoría de sus componentes, ésta tendría que readaptar su economía basándola en el interés colectivo. Para que tal cosa ocurra no basta desearlo, sería necesario poner fin a la dominación de la burguesía.

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Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre

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