Unión y pragmatismo
¡Qué bonito sería! Que todos los votantes de un partido, a la vez que votantes fueran simpatizantes del mismo y, mejor todavía, militantes también; pero eso no es así y los partidos políticos, además de complacer a su militancia, han de mirar a sus votantes en potencia. Dicho de otra manera, deben pensar muy bien qué políticas aplicar que, lógicamente, han de circular sobre los raíles de su ideología, pero, a la vez, tienen que estar dentro de los parámetros que permitan recibir el voto de aquellos que sin ser ni militantes ni simpatizantes asuman un programa de gobierno al que no les resulte incómodo dar su aprobación.
Siendo obvio lo que se expone en el anterior párrafo, el PSOE parece olvidarlo con bastante frecuencia. No digo que se alinee con los postulados de la derecha sobre el concepto de la España “Una, grande y libre”, pero no debe utilizar atajos que supongan el retraimiento de una serie de votantes que, aun estando de acuerdo con la política general del PSOE, todavía el sentido tradicional de la nación española les condiciona; y, lo más importante, su voto es imprescindible para poder llegar al gobierno o mantenerse en él.
Es cierto que el gobierno de coalición entre PSOE y UP ha significado un soplo de aire fresco dentro del cerrado espacio de la política española, pero mucho me temo que ese aire fresco se esté empezando a recalentar con el nuevo incendio que se ha provocado a la izquierda del PSOE. Otra vez los personalismos se imponen sobre las ideas, otra vez los cabecillas “extremadamente progresistas” se han olvidado de que para aplicar su ideología hay que estar en el gobierno y que, para ello, hay que contar con el voto de los que no lo son tanto.
Si queremos que el PP, en colaboración imprescindible con VOX, no vuelva al gobierno a dilapidar todos los logros del actual Ejecutivo, que no han sido pocos, tanto PSOE como UP han de pensar en los votantes, que necesitan imperiosamente, y deberían olvidar por el momento, leyes que entran en confrontación con una porción importante de los votantes no tan “extremadamente progresistas”, que son extremadamente necesarios. Un ejemplo lo tenemos en la modificación del Código Penal; en lo que hace referencia a la sedición, aunque pueda ser discutible, es defendible desde cualquier punto de vista, dentro de nuestro entorno geopolítico, pero en lo que a la malversación se refiere, es lo que más se parece a un traje hecho a medida para los independentistas catalanes, cosa que no va a ser digerida por la mayoría de los españoles y, en consecuencia, tampoco por un gran número de votantes del PSOE y de UP, o de cualquier otra alternativa a UP.
El gobierno de coalición entre PSOE y UP ha significado un soplo de aire fresco dentro del cerrado espacio de la política española, pero mucho me temo que ese aire fresco se esté empezando a recalentar con el nuevo incendio
Se necesita, imperiosamente, que el actual gobierno, con los retoques inevitables, continue dirigiendo este país, para ello se necesitan dos cosas fundamentales, la unión de los partidos de izquierda –que el voto progresista no tenga más de dos alternativas a nivel nacional– y que en el año que queda se practiquen unas políticas lo suficientemente inteligentes para que puedan recibir el apoyo de todos esos votantes que no quieren votar a la derecha, pero que todavía tienen un sesgo nacionalista español del que les cuesta desprenderse y que solo lo harán cuando vean que no se van a conceder privilegios al mundo independentista.
En definitiva, hace falta unión y pragmatismo.
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José Ramón Berné es socio de infoLibre.