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Cultura

¿Por amor al arte?

¿Por amor al arte?

La noticia, que apenas ha tenido recorrido en los medios españoles, (probablemente porque es lógico que así sea), decía: El escritor Philip Pullman ha dimitido de su puesto en el Oxford literary festival porque este evento no tenía intención de pagar a autores que en él participen.

Fue el 13 de enero, Pullman lo anunció en Twitter:

Dos días después, varios autores llamaron a boicotear los certámenes que no pagan: hemos actuado gratis durante demasiado tiempo, venían a decir, cuando escribir es una vocación, pero también una profesión.

Apenas transcurridas otras 48 horas, los organizadores del festival señalado se vieron en la obligación de defenderse. Lo hicieron mediante un comunicado publicado en su web en el que explicaban su postura, aseguraban que los autores no eran los únicos que no cobraban (hay muchos voluntarios), detallaban sus miserias y estrecheces, y se comprometían a que, una vez terminada la edición del próximo mes abril, se reunirán con todas las partes interesadas para discutir cómo abonar su colaboración a los conferenciantes.

Un poco de memoria

El embrollo me trajo a la memoria un post leído hace tiempo, el irónico y a la par indignado comentario del escritor Bruno Mesa al hilo de una invitación recibida para participar en uno de estos eventos. Gracias a Google, pude recuperarlo:

"Uno ha recitado en bares y subterráneos, ha charloteado en plazas, institutos o muelles de carga, ha conferenciado allí donde le pagaran algo, por miserable que fuera el trato o el escenario, uno no pidió nunca hoteles con estrellas, pero hacerle tres actos al prójimo a cambio de un plato de lentejas es algo que nunca pensé que me propondrían, excepto quizá en época de guerra".

En efecto, le habían llamado de un festival en La Laguna y, entre otras descortesías, le comunicaron que a diferencia de lo que ocurría con actores, cantantes y músicos, también a técnicos y diseñadores, los escritores no serían remunerados. No le extraño, la verdad "porque como todo el mundo sabe en los festivales literarios un escritor es algo innecesario y tautológico".

Al final les dio plantón. "Sé que no fui el único que despreció ese plato que nos dejaban en el suelo, y eso me reconforta. Aspira uno todavía a reunir las lentejas por su cuenta, a comerse el plato en su casa y a no mendigar."

Ya metida en la web, lancé un llamamiento en forma de tuit: "¿Algún escritor en la sala? Quiero saber si os pagan cuando vais a festivales. Y si boicotearíais a los que no".

Carlos Clavijo, director, guionista, cómico de stand up y autor de Bienvenidos a Spanien (Espasa), me contestó de inmediato: "Yo he recibido invitaciones a festivales pero nunca cobrando. Ni he cobrado. Sólo me han pagado los gastos de viaje (hotel, transporte, comida)", me dijo, mezclando experiencias en citas culturales de letras y de cine, que para algo se mueve en ambos terrenos.

En cuanto al sabotaje… "Creo que depende de la relación que se tenga con quienes organicen el Festival, el peso del mismo, su presupuesto (no es lo mismo un pequeño festival de teatro que algo más institucional organizado por una ciudad)... Y el volumen de trabajo a desempeñar allí, si hay que estar muchos días, etc".

Los hay que pagan, claro

Al poco de leer lo sucedido en el Reino Unido, me puse en contacto con Sheila Cremaschi, directora del Hay Festival Segovia. La pregunta era si pagaban a los autores, y cómo. La pillé entre avión y avión, camino de un certamen lejano. "Pagamos a los autores: si están de promoción de sus libros los paga la editorial, si no contamos con la valiosa colaboración de diferentes hasta 80 patrocinadores que nos permiten hacerlo", me dijo. Y añadió, para disipar dudas: "También pagamos, siempre, a los entrevistadores, ya que entendemos que tienen que estudiarse los libros... nuevamente con la valiosa colaboración de los patrocinadores".

Para recabar más información, me puse en contacto con la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) y con ADAL, la Asociación de Agencias Literarias de España, para ver si podía obtener datos más sistematizados.

Paula Izquierdo, coordinadora de ACE y escritora, me confirmó que, en general, los autores cobran por asistir a festivales, participar en presentaciones, en mesas redondas, salvo que se trate de presentar un libro propio, "en este caso, en tiempos pretéritos se tenía una deferencia con el presentador". Sin embargo, Pau Centellas, presidente de ADAL y agente literario que se desempeña en la agencia Silvia Bastos, me dijo que "no (aunque como en todo, hay excepciones)".

Cosa distinta es participar en eventos relacionados con el lanzamiento de sus libros. "Si se trata de la promoción de un libro lo habitual es que no cobre ni el autor ni el presentador", me dijo Izquierdo; "Se entiende parte de la promoción —coincidió Centellas—. Si no, sí, es normal que 'contraten' a un autor para otro acto que no tenga que ver con él".

Unas veces sí, otras no, otras quizá… De acuerdo. Y en el caso más favorable, ¿cuánto?

"Te confieso que no tengo ni idea —respondió el portavoz de ADAL—, aunque sí sé que depende mucho no tanto del autor, que también, como del presupuesto de cada evento. El caché, pues, muchas veces no lo decide el autor, sino que éste acepta o no lo que le ofrecen".

Paula Izquierdo sí nos pudo dar cifras, básicamente porque la organización que coordina organiza actos y paga a los participantes. "Las tarifas como, en general, los honorarios que percibimos los escritores han bajado mucho en su cuantía. Sin embargo, la Asociación Colegial de Escritores de España, paga a cada ponente invitado. Si se trata de una mesa redonda estaríamos hablando de 200 euros, si se trata de una conferencia magistral de 600 euros. Aunque algunos autores notablemente reconocidos, no están dispuestos a cobrar estas cantidades y deniegan la invitación".

Le menciono entonces el caso que ha sugerido este texto y la llamada al boicot de los festivales literatos que no pagan. Le pregunto si su asociación se ha planteado en alguna ocasión un plante… "No, porque no es nuestro menester, aunque consideramos que igual que un fontanero cobra por su trabajo, un escritor también debe cobrar por su trabajo y por su tiempo dedicado antes, durante y después. Si hay alguien que accede a hacerlo gratis, no está en nuestras manos modificar la opinión del escritor en cuestión. Pero, al igual que defendemos los derechos de autor, defendemos que el trabajo sea cual sea de un creador debe ser remunerado." Con la excepción de que se trata de actuaciones de promoción de una obra propia.

Para que unos cobren otros tienen que pagar...

Hay festivales literarios que abren sus puertas sin cobrar a quienes desean acercarse, y lo fían todo a la generosidad de los patrocinadores. Otros, sin embargo, han optado por cobrar al público, el mismo público al que no se le hace extraño pagar por asistir a una obra de teatro, una proyección cinematográfica o un concierto musical. Ni que decir tiene que asentar esa costumbre permitiría que los protagonistas del acto cultural recibieran sus emolumentos.

“Cuando arrancamos en España en 2006 había cierta preocupación porque se pensaba que cobrar entradas podía incidir en la presencia de público —declaró en 2014 Cristina Fuentes La Roche, directora de la sección en español del Festival Eñe—. Pero la respuesta fue sólida y la idea de reunir a lectores y a gente con intereses comunes tiene fuerza”.

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(Para que nos hagamos una idea de lo que eso supone, en la última edición, el abono general costaba 15€, el reducido 10€, y daba derecho a asistir durante dos días a 50 actividades en las que participaron cerca de 70 invitados).

Lo dicho por Fuentes parece cargado de sentido común. Sin embargo, nada es obvio en un país donde para muchos el término "cultura" está siempre unido al vocablo "gratis". Si no pago por leer un libro, ¿tengo que pagar por escuchar a quien lo ha escrito?

"Poco a poco debería hacerse en nuestro país también, sí —apunta Pau Centellas—, pero ello requeriría una pedagogía larga y compleja para acostumbrar al público a pagar por ir a escuchar a un autor. No es nada fácil."

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