Editoriales

Lo que va de un ‘boom’ a otro

La Feria de las necesidades

Un boomboom

Cedo la palabra a Mario Vargas Llosa, citado por Xavi Ayén en Aquellos años del boom (RBA): "Autores de toda América Latina llegaban a Barcelona con el sueño de triunfar. Aquí estaban las editoriales que permitían llegar a públicos más amplios que los pequeños sellos que existían en nuestros países de origen. (...) Llegaban jóvenes escritores de todos los países, Argentina, Colombia, Perú, Nicaragua… atraídos por el prestigio y la mitología de la ciudad, con fama de abierta, internacional y capaz de lanzar a un escritor al mundo".

Eran tiempos en los que, para los escritores, la única manera de ofrecer su obra al mundo era que la publicara una editorial de la madre patria (con perdón); la alternativa, confiarla a un sello de casa, equivalía a aceptar una suerte de reclusión en vida (creativa).

Otro boom

"A medida que la industria editorial en España continúa lidiando con pérdidas continuas en las ventas debidas a la crisis económica del país, los editores latinoamericanos dan la bienvenida a un reequilibrio en el mercado de habla española que parece cada vez más inclinado a su favor", escribió recientemente Elianna Kan en Publishing Perspectives antes de preguntarse cómo podrán las pequeñas editoriales mantener el ritmo "especialmente a la luz de la mayor atención que se presta a la región, tanto por el aumento de interés en escritores latinoamericanos en el extranjero como por el debilitamiento de la infraestructura editorial de España".

¿Qué está ocurriendo en América Latina? Se lo hemos preguntado a Leonora Djament, de Eterna Cadencia, una editorial argentina que también trabaja en España. "Desde la década del 70, por el crecimiento de los grandes grupos españoles y el comienzo de la concentración editorial, sumado a la situación política de América Latina y sus dictaduras, se construyó un camino donde la única dirección posible para los libros era de España a América Latina. Afortunadamente esa situación está cambiando desde hace varios años por el surgimiento de las editoriales pequeñas y medianas latinoamericanas pero también españolas".

El contexto

Como ha escrito alguien: el de las editoriales independientes ha dejado de ser un fenómeno para convertirse en una tendencia.

Por eso, cuando hablamos con Leonora Djamel, nos sugiere que no hablemos de "boom", por tentador que sea. "Diría dos cosas: por un lado, el interesantísimo momento editorial que se está viviendo en América Latina, retoma los grandes momentos de la edición latinoamericana del siglo XX y se nutre de ellos. Por otro lado, se trata de un fenómeno más grande, por suerte: en España, en muchos otros países de Europa o Asia, en EE.UU., la edición llamada independiente está produciendo los catálogos más interesantes o desafiantes."

Percibimos en las palabras de Djament una cierta incomodidad con la palabra "independiente". Reticencia compartida por muchos porque, como dijo en la última Feria Internacional de Guadalajara Eduardo Rabasa , de la mexicana Sexto Piso (que también tiene sede en España), el término se presta a equívocos que en la práctica tienen consecuencias negativas para los propios sellos "porque está rodeado de un aura romántica o utópica, como si fuera una especie de cruzada cultural".

De todo ello sabemos por estos lares. De hecho, las explicaciones de lo qué ocurre en aquella orilla del Atlántico parecen copiadas de lo que hace no tanto escribíamos sobre lo que sucedía aquí. Una muestra entre otras posibles:

"Aunque distintas, todas comparten aspectos como tener tirajes de entre quinientos y mil ejemplares, trabajar desde la casa, casi siempre con dos o tres empleados y prestar servicios de edición ―leímos en la revista peruana Arcadia―. Por ejemplo, no solo llevan los libros a librerías sino que organizan lanzamientos en bares, cafés y galerías de arte".

¿No les recuerda lo que decíamos cuando nacieron editoriales españolas como Impedimenta, Nórdica et alia? Un paralelismo que los propios editores latinoamericanos destacan. "Yo creo que en España también están surgiendo editoriales independientes copadas, pero la posta pasa en el sentido del lector ―dice Sebastián Goyeneche, de Nulú Bonsai―. El lector se empezó a dar cuenta de que el contenido de los grandes grupos se estacionó y hay un montón de autores que están creciendo por otros lados".

Y como entonces en España, quienes están detrás del cambio aludían a razones de varios tipos.

"En una época se hablaba de editoriales chicas y editoriales grandes", explicaba en 2012 Damián Tabarosky, director editorial de Mardulce. "Lo que pasó es que las primeras ―que eran locales como Sudamericana o Emecé― fueron compradas por multinacionales. Entonces eran chicas versus globalizadas. Y pasamos a llamarnos 'independientes'".

Es la misma línea argumental que seguía Mariano Blatt, poeta y editor de Blatt&Ríos. "Las grandes editoriales vienen descuidando el valor literario de su catálogo hace tiempo. Cuando empezaron a agruparse en multinacionales desde los 90, les dejaron de interesar los libros literarios porque son empresas gigantes de inversionistas con objetivos económicos que un libro literario no puede cumplir. Hasta hace un tiempo necesitaban de la literatura para mantener cierta categoría de la marca, pero últimamente han perdido el interés de los autores porque casi todos se dan cuenta de que una grande no es mejor que una chica o incluso es peor porque no se venden más y no le dedican el tiempo necesario porque sacan una cantidad de libros que si a los dos meses no cumplieron con las expectativas, los sacan de librerías".

Y al igual que ha venido sucediendo aquí, allá se dieron cuenta de que aunque fueran empresas rivales, lo que uno conseguía beneficiaba a los demás. "Fuimos tomando conciencia de que cada espacio ganado por una de nosotros, es un espacio ganado para una colectividad de editoriales de catálogo independiente", dice Ezequiel Fanego, de Caja Negra.

Vayamos a las cifras

La pregunta es si esta eclosión editorial tiene repercusión en el balance comercial librero entre las dos orillas. Y la única manera de averiguar de qué estamos hablando es acudir a los Informes de Comercio Exterior del Libro de la Asociación de las Cámaras del Libro de España.

Pues bien, el último, correspondiente a 2013, certifica que la exportación de libros (incluidos fascículos) del sector editorial español a Latinoamérica alcanzó los 149.959.671 millones de euros, lo que supone un notable descenso respecto a 2012, cuando la cifra ascendió a 156.397.051 millones (140.166.815 en 2011).

La edición no es una ciencia exacta

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Y las importaciones siguen siendo modestas: en 2013 ascendieron a 2.387.101 millones (2.479.456 en 2012 y 2.042.215 en 2011).

De momento, pues, los libros siguen viajando sobre todo en un sentido, la herencia es pesada.

Pregunto a Leonora Djament si la edición en español cambiará su centro de gravedad, y si el nuevo estará en Iberoamérica. Me corrige. "No pienso en un cambio de centro de gravedad, como decís, sino simplemente en un mapa rizomático, si se quiere, donde todos los libros puedan circular en todas las direcciones posibles".

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