PREMIO PLANETA
Jorge Zepeda: “Lo que más asusta es lo que no podemos explicar”
Era el día de sus vidas. El pomposísimo hotel Ritz de Madrid fue ayer el escenario de la puesta de largo de los flamantes ganadores del Premio Planeta de 2014, una fiesta en la que comparecieron miembros de los mundos del libro, el periodismo y el papel cuché a partes iguales, todos dispuestos a agasajar a los más recientes propietarios del decano galardón.
Como ya se anunció el 16 de octubre en la tradicional cena literaria anual de la editorial, Jorge Zepeda Patterson, periodista mexicano y hasta ahora casi un perfecto desconocido en España, se alzó este año con el premio, el mejor dotado de las letras en español con sus 601.000 euros, por su Milena o el fémur más bello del mundo. Pilar Eyre, más popular en estos lares por su trabajo como reportera y por sus numerosos ensayos, en los que a lo largo de los años ha ido volcando algunos de los secretos mejor guardados de monarquía y élites nacionales, fue distinguida como finalista, y se hizo con sus correspondientes 150.250 euros, por su propuesta de autoficción Mi color favorito es verte.
Ostensiblemente cansados en el ecuador de una intensa jornada de saludos, presentaciones, entrevistas y más saludos y presentaciones y entrevistas, los protagonistas se mostraron no obstante cercanos y, sobre todo, emocionados por las posibilidades que un reconocimiento como el Planeta otorga a un escritor. En el caso de Zepeda, la voz se le iba apagando a cada pregunta que respondía a infoLibre, aunque sin perder un momento la elocuencia. A sus 62 años (uno más joven que el propio premio Planeta), y tras más de dos décadas en el periodismo, Milena… es la segunda novela que publica, tras Los corruptoresLos corruptores, también editada en España.
Ambas propuestas del autor mexicano (Morelia, 1952), el primero que recibe el Planeta, comparten un trasfondo común: la corrupción y sus consecuencias con nombre y apellidos. Con el punto de partida en la Marbella más mafiosa, con personajes como Gil y Gil pululando entre las páginas, el libro salta de España a México y Croacia en una trama de suspense que gira en torno al sórdido negocio de la trata de blancas. Milena, el personaje vertebral, fue vendida a una de esas redes, pero a lo largo de los años consigue atesorar en su enigmática libreta negra jugosas informaciones que podrían dar al traste con las carreras de más de un gerifalte.
Milena o el fémur más bello del mundo tiene entre sus protagonistas a Los Azules, tres amigos de la infancia que ahora se ven en posiciones de poder, y que ya fueron presentados en Los Corruptores, su primera novela. ¿Es esta una segunda parte de aquella novela? ¿Qué quiere ser este libro con respecto al anterior?Los Corruptores
Quiere ser una novela que se lea por sí misma y creo que se consigue. Es decir, es circular, comienza con una escena de suspenso y termina con un final como tal. Pero es verdad que incorpora a varios personajes que estaban en la primera novela, de los cuales no he podido liberarme por el aprecio y la entraña que me representan. Sin embargo, el lector las puede leer absolutamente independiente la una de la otra.
¿Y seguirán teniendo vida estos personajes?
Yo espero que sí, estoy comenzando a escribir la tercera, todavía no me queda muy claro. Yo tengo un proceso de escritura en el que necesito ir desenvolviéndolo, me voy enterando de lo que voy a escribir a medida que lo hago. En el fondo es una manera de escribir para saber qué pienso y cómo narro.
Su incursión en la literatura después de más de 20 años trabajando como periodista ha sido fulgurante. Con su primera novela, Los corruptores, quedó finalista del premio Hammet de novela negra, y ahora gana el Planeta. ¿Cómo se quedaLos corruptores?
Muy contento, a veces pienso que he desperdiciado tantos años, porque no soy un jovencito ni mucho menos, y a veces pienso que necesitaba vivir lo que he vivido para hacer este tipo de novelas con tanta densidad, digamos, tanto en la propia profundidad de los personajes como las vivencias. Hay mucha vida vivida dentro de estas tramas.
En Los corruptores planteaba una especie de ajuste de cuentas con el periodismo, en el sentido de que contaba a través de la ficción secretos que conocía pero no había podido plasmar en un periódico por falta de documentación o de pruebas demostrables. ¿Le sirve esta nueva novela para el mismo propósito? Los corruptores
En cierta manera sí: son novelas en las que yo me atrevo a decir cosas que el periodismo no tiene la posibilidad de abordar, sea una fuente o un testimonio acreditable, sea por la inmediatez de la propia profesión. A mí me parece que la literatura no sustituye, pero complementa muchas veces la posibilidad de entender fenómenos de la realidad, en particular aquella parte que tiene que ver con las vivencias internas, las emociones, las hormonas de los personajes, en este caso hombres de poder y de la escena pública, que muchas veces no se entienden sin profundizar en los resortes de lo que está detrás de un comportamiento. Esto, periodísticamente, es muy difícil, porque uno solo puede cubrir la escena pública. Entonces sí, después de veintitantos años en el periodismo, estas dos novelas me han permitido un cierto ajuste de cuentas con todo aquello que, sucediendo entre bambalinas, había sido imposible acreditar periodísticamente.
Antes, en la presentación de la novela, ha mencionado la idea de que a los periodistas no se les corrompe tanto con dinero, sino tocándoles el ego: se les sienta con alguien importante, y eso les hace sentirse importantes. No sé si en México sucederá algo parecido, pero aquí en España, con la crisis, los periodistas son ahora ubicuos: aparecen en todas las televisiones, en todos los debates, y se les presenta muchas veces como relevantes en sí mismos, como individuos. ¿Ve peligros en esto?
A mí me parece un riesgo. No es un pecado insalvable pero sí me parece un riesgo. Entiendo que un periodista puede ser protagonista en aquellos casos que, por su profesión, se convierte en víctima. Cuando es perseguido, calumniado, etc. Pero casi por cualquier otra razón me parece a mí un asunto que acaba desvirtuando el trabajo del periodista mismo. Cuando el mensajero se convierte en parte del mensaje, no es una buena noticia, salvo que les sea impuesta la situación: si matan al mensajero, lo golpean, eso forma parte del mensaje mismo. Siendo otro caso, me parece lamentable, deleznable, y tienes toda la razón: muchas veces la práctica periodística queda comprometida por el involucramiento personal del periodista con los propios personajes. Y eso es lamentable.
Un tema que parece que le obsesiona es el de la corrupción. Lo trató en su anterior novela y en esta lo hace saltar de un país a otro: desde España a México y Croacia. ¿Tiene esto que ver con el mundo que vivimos hoy, en que la globalización ha extendido todo, también el crimen?
Absolutamente sí. Yo creo que los crímenes, que son tan viejos como la humanidad, han adquirido una dimensión distinta gracias a la globalización, a la emergencia de un crimen organizado que opera a través de redes en distintas modalidades, desde la falsificación del arte o el tráfico de drogas el lavado de dinero, circuitos financieros internacionales… y le da una dimensión no solo a otra escala, sino con otras características. En concreto, la trata de personas y la prostitución, me parece a mí que la globalización ha provocado que asuma su peor rostro. La imagen de aquel prostíbulo bohemio de pueblo, donde tres, cuatro o una docena de mujeres vendían su cuerpo en un ambiente casi de cantina, donde todo el mundo se la pasaba bien aparentemente, el policía local era el protector del asunto… De ahí hemos pasado a estas versiones verdaderamente feroces, atroces, de secuestro de personas, el traslado a otras zonas y el sometimiento a una esclavitud atroz, sin ninguna otra opción. Y en todo esto hay mafias que se subrogan con otras mafias, unos capturan a estas mujeres, otros las venden, otros ejercen la prostitución, etc. Y eso es terrible, porque asumíamos que la globalización provocaría una especie de normalización extendida que haría anacrónicas ciertas prácticas salvajes del pasado, y lejos de eso, las ha presentado ahora con su peor rostro. La corrupción entre otras.
En la novela aparecen personajes corruptos y, entre ellos, alguno es real, como es el caso de Jesús Gil y Gil en Marbella. ¿Son los otros personajes reales con nombres ficticios?
Cito a Gil y gil porque está muerto y porque está ampliamente documentado el papel que jugó en Marbella en todos estos delitos de tráfico de influencias y en el crecimiento rápido, especulativo, y sus acciones en las zonas más grises de la legalidad y la ilegalidad, y luego abordo a personajes que son epítomes, iconos de esa situación sin que necesariamente responda al abogado tal que vive en tal calle.
En México dirige el periódico digital Sinembargo.mx ¿Qué papel cree que va a jugar el periodismo digital en el futuro próximo?Sinembargo.mx
A mí me parece fundamental, absolutamente fundamental, porque me parece que los medios tradicionales están siendo víctimas del fin de modelo de negocio que operó durante casi 200 años, y la crisis ha provocado un desvirtuamiento de los criterios periodísticos que los hicieron importantes. Es decir, por un lado, el peso de los costes de imprenta, distribución, las viejas redacciones, sumamente onerosas…ha provocado que haya medios de comunicación que se están convirtiendo en caricaturas de lo que fueron. Muy temerosos frente a los poderes, muy vulnerables. Y esto atenta contra un ejercicio periodístico libre e independiente. El periodismo digital, que nace con tan pocos lastres, que es muchísimo más económico de ofrecer, está mostrando por un lado una frescura y una credibilidad envidiable, y por otra lado, mucha valentía en la medida en que todavía no tiene sobre las espaldas esos lastres. Desde luego, enfrenta otros problemas, como es encontrar el modelo de negocio rentable, que aún no sucede. Estamos en una zona absolutamente inédita, explorativa, pero mientras tanto me parece a mí que, hoy por hoy, con la oferta informativa que tenemos, el periodismo digital comienza a ser cada vez más protagónico, más interesante y más estimulante.
Otra cuestión con respecto al periodismo digital es que la celeridad que exige hace que resulte prácticamente imposible parar a reflexionar sobre lo que se cuente o cómo se cuenta. ¿Ve esto como un problema?
Yo creo que el periodismo digital es un reto en muchos sentidos, entre otros, de profesionalismo. Es decir, la inmediatez nos obliga como nunca a densificar la exigencia de oportunidad. Que siempre ha habido en el periodismo, pero antes eran otros ritmos. Del otro lado, nos confronta contra el riesgo absolutamente enorme de la improvisación, el empobrecimiento en el trato de la información, la tentación de no verificar, de dar por buena una información que acaba no siéndolo… Por eso pienso que en el periodismo digital nos encontramos todo el prisma del buen y el mal periodismo que puede existir. A mí me parece que en el futuro va a haber un planteamiento de lo que no sirve y de aquello que pueda sobrevivir gracias a que pudo trasladar lo mejor de los códigos profesionales a un periodismo con la urgencia y la celeridad que impone la digitalización. No es un reto fácil. Hay que estar dispuestos a renunciar la frivolidad en los dos sentidos: una falsa celeridad y, por otro lado, una trivialización de la información. Todos los que estamos aquí sabemos que una nota de Britney Spears o Paris Hilton genera tráfico. Tráfico basura, porque es perfectamente prescindible frente a otros cien blogs que ofrecen la misma información. Cómo abordar los temas que siguen siendo pertinentes, que son importantes para la opinión pública, y al mismo tiempo generar el tráfico necesario, ese es el gran reto.
Antes de que se concediera el premio ya se hablaba de que abundaba la novela negra entre los finalistas, y finalmente se alzó con él una novela negra. Hace poco, leí una explicación con respecto al éxito que está teniendo el género que me pareció satisfactoria, y es que la novela negra proporciona una justicia que no existe en la realidad. ¿Qué explicación le da usted?
Ahora lo escucho y me parece muy convincente lo que acabas de decir. Pero por otra parte también son maneras de explicar lo que vivimos, de tratar de hacer inteligible esto que resulta tan absurdo, como es una violencia gratuita, que cada vez sentimos que nos pilla más cerca de casa, que afecta ya a nuestras redes personales de amigos y familiares. Aquello que antes solo era una nota en un periódico o en un noticiero de radio empieza a suceder en nuestro barrio, en el lugar en que vacacionamos… Y la novela negra de alguna forma pone en movimiento y metemos entre telones lo que está sucediendo y nos ayuda a desmontarlo. Lo que más asusta es lo que no podemos explicar, lo inasible. Y, de alguna forma, la literatura de este género nos hace sentir testigos desde adentro de lo que está pasando.
¿Y usted seguirá cultivando este género o pasará a otra cosa?
A mí me gusta mucho, e intentaré hacerlo cada vez con mayor introspección. Creo que el gran acierto de los escandinavos frente a la novela tradicional norteamericana fue justamente la dimisión psicológica de los personajes. Además del descanso en la acción, la violencia en ciertas dosis, etc, la incorporación de los problemas personales del detective le dan una dimensión adicional. Es un poco lo que intento. En la novela no hay detectives propiamente, hay personajes que están involucrados, y dedico muchas páginas a entender cuáles son sus miedos, sus esperanzas y sus frustraciones, sin dejar de ser un thriller que descansa fuertemente en la acción.
El Premio Planeta, que ya lleva instaurado 63 años, intenta marcar tendencia en lo que se refiere a las letras en español. ¿Siente responsabilidad por ello?
Espero que la novela esté a la altura de esta distinción. Me parece que siendo un honor haberlo obtenido como mexicano en particular -un hecho inédito, lo que lo hace doblemente gratificante-, yo confío y tengo la esperanza de que para todo este público que compra el premio Planeta, me dicen que muchos casi como una tradición navideña, tengo la esperanza y la certeza de que no defraudará a ese lector.
También pende una sombra de sospecha sobre este premio y sobre otros, que se dice están concedidos antes de haber pasado por el jurado.
Cada quien tendrá derecho a pensar lo que quiera. Obviamente yo soy un autor desconocido en España, o sea que el que pensara que he sido premiado por una razón de marketing se desdice. Alguien me dijo en la ceremonia en la que se declaró el premio que decían, ¿Jorge quién? Los corruptores se publicó acá, pero con una tirada modesta, nunca se convirtió en un éxito de ventas ni mucho menos. Entonces, no es que sea una apuesta de Planeta para efectos de marketing. Más bien parece que a la novela, que se presentó con un pseudónimo, se le encontraron los argumentos para decidir el veredicto de un jurado. Me sentiría mucho más en falta, digamos, si fuera yo un autor reconocido en España que casualmente gana el premio más celebrado.