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Mariano Barroso: "En España somos los reyes del tabú"

Piedad Sancristóval

Mariano Barroso, director de cine y televisión y presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, es el principal responsable del gran éxito de las plataformas televisivas durante el confinamiento, La línea invisible. Al habla con infoLibre desde su confinamiento, se muestra encantado con cómo los espectadores han recibido la serie: “La recepción ha sido fantástica, ha tenido una audiencia impresionante, también el momento ha colaborado para que fuera mayor sin duda”. El primer episodio ha sido lo más visto bajo demanda en España en abril y recalca que está especialmente satisfecho de que el índice de personas que la han visto hasta el final es mucho más elevado de lo habitual. La polémica sobre la serie no le ha afectado mucho porque, según explica, no la ha seguido de cerca, aunque la esperaba y la serie ya tenía detractores, algunos, una minoría, antes de emitirse.

Sobre la dificultad de hacer ficción sobre hechos reales, Barroso enfatiza que aborda todos los proyectos como si se trataran de ficción: “Se trata de una versión y versiones hay tantas como personas vivieron los hechos o han escuchado después el relato. Ya me encargo de poner al principio de la serie que es así”. Y sobre estos acontecimientos encontraron muchísima documentación. Tanta, que se convertía en un riesgo. Por un lado, los hechos dictaban la historia, y el peligro, señala “es que delimitaban mucho lo que puedes contar”. Así que el reto que propuso a todo el equipo, incluso a sí mismo, fue trabajar como si no supieran el final, lo que ETA supuso, para contar lo que los personajes vivían en presente. Y eso es clave en la serie. No vemos la banda terrorista que tenemos en la memoria, vemos a unas personas tomando decisiones que no saben lo que van a desencadenar.

Mariano Barroso abordó este proyecto tras su serie anterior, también para Movistar+, El día de mañana, otro éxito rotundo. Ambas se sitúan en la España de 1960. Bromea sobre el hecho de que podía haberlas rodado seguidas porque el equipo de ambientación se repitió en las dos e incluso muchos de los coches que circulaban eran los mismos en ambas. La gran diferencia entre las series es el conflicto: “Mientras en El día de mañana se trataba de un arribista social, aquí se centra en el personaje del primer asesino de ETA, Txabi Etxebarrieta, y el torbellino de ideas y preocupaciones que le llevan a cruzar esa línea invisible”.

Precisamente, esa etapa del franquismo le fascina porque la recuerda de niño y como cineasta le lleva a una gama de colores muy corta, muy específica que le resulta muy sugerente. Y hurgar en una herida como es ETA le parece una oportunidad saludable, de sacar lo oculto en un país en el que según dice “somos los reyes del tabú. Hurgar en la memoria no es nuestro fuerte, y cuando más reciente peor”. Diferencia entre qué se cuenta y cómo se cuenta: “Hablar sobre un ángulo muerto de nuestra historia siempre es bueno, es arrojar luz”. Le encanta el debate que se ha abierto con su propuesta, y el reto era el cómo, implicar a los espectadores, que la gente se pregunte lo que va a ocurrir aunque ya lo sepa. “Un estado ideal de los proyectos sería”, dice, “ser fiel a lo que quieres contar y hacerlo de una manera que sea lo más atractiva posible”.

El documentalista Abel García Roure tuvo la idea original de indagar en este momento preciso y tras varios años y guionistas se formó el equipo definitivo con Alejandro Hernández y Michel Gaztambide. Barroso se incorporó con una estructura muy avanzada y haciendo hincapié en ir desplazando los hechos y el entorno político a ser “un telón de fondo de un itinerario emocional de los personajes, para ahondar en que son las motivaciones individuales de las personas las que generan todo tipo de conflictos, en este caso como en cualquier otro, son las motivaciones más pequeñas, mezquinas o a veces secretas las que mueven el mundo, más allá de la ideología o lo colectivo. El contexto es real y había una dictadura represiva y sangrienta, pero también en muchos aspectos los individuos usan ese contexto para ampararse, y el cine no se nutre de eso, se nutre de la individualidad, de cada personaje, y ahí es donde surge la identificación del espectador, en cómo se relaciona con cada personaje. Sin eso sería imposible la emoción ni la identificación”.

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Para poner en escena la serie había que hacer una ambientación de época, de los sesenta, que según Barroso es más difícil que hacerlo sobre la Edad Media, “porque los cascos antiguos medievales se conservan perfectamente y en cambio no queda nada de los sesenta y setenta en los centros de las ciudades, que por suerte se han peatonalizado” y tuvo que recrear las aceras, en decorado y posproducción. Ha trabajado una vez más con los equipos de fotografía, decorado y vestuario con los que hizo El día de mañana, Llorenç Miquel en arte, Marc Gomez del Moral en fotografía o Mercè Paloma en vestuario, junto con el trabajo de los actores, con su credibilidad e implicación.

Sobre el episodio dedicado a José Antonio Pardines, primer asesinado por ETA, Barroso explica por qué hicieron esa “capsula” en la serie. “Me parecía fundamental dedicar un capítulo a este hombre que llega ahí buscándose la vida y para mí era un referente, salvando todas las distancias, Ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica. Es un guardia de tráfico. Es guardia civil, pero es ajeno a todo lo que está pasando. Me parecía clave hacer ese cambio en la perspectiva para centrarnos en su forma de vivir las cosas en ese mundo que le ha tocado, era un inmigrante. Algo conocería, viviría en una casa cuartel, pero todo era muy pequeño, ETA no existía aún, había una aparente paz, supuesta paz claro en ese momento del franquismo, pero vista desde sus ojos era real. Me parece importante recalcar que el punto de vista es lo que hace posible las historias”.

El rodaje tomó más de siete meses, en el País Vasco, con salidas a Navarra y Francia. “Ha sido una experiencia fascinante, con un equipo técnico y de actores espléndido, metido también en una cápsula. He conocido de la manera que se conoce en los rodajes, he tenido relaciones muy intensas y si lo tuviera que resumir diría que es muy, muy complejo lo que queda por resolver todavía por ahí arriba. No deja de ser una tragedia lo que se ha vivido y hurgar en todo lo que representa da una pereza emocional tremenda, pero al mismo tiempo ese movimiento implica otro, que es el de no poder evitar acercarte. Nadie quiere hablar de ello, pero nadie puede evitar pensar en ello. Esto no es agradable de vivir, pero en ficción te dice que es un material que está pidiendo ser contado”.

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