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Terrorismo

François Hollande alerta del riesgo de “fractura” del país

François Hollande alerta del riesgo de “fractura” del país

Se trata del peor de los escenarios imaginados por el Gobierno. Un nuevo atentado masivo, cometido un día simbólico, el 14 de julio, en el que el objetivo es una concentración popular y festiva. François Hollande y su Gobierno van a tener que responder al nuevo impacto que sacude el país. Al día siguiente de los atentados del 13 de noviembre, ya se temían una crisis política y el riesgo de “desmembración” del país.

El balance provisional del atentado cometido en Niza en la tarde del 14 de julio de 2016, en el paseo marítimo, deja al menos 84 muertos y un centenar de heridos. El hombre que dirigió el camión que conducía contra la multitud, congregada para ver los fuegos artificiales, resultó muerto. Todo apunta a que se trata de un tunecino de 31 años, residente en Francia.

François Hollande conoció lo sucedido la misma noche del jueves y abandonó de inmediato la ciudad de Aviñón, donde tenía previsto reunirse –junto a Manuel Valls– con el ministro del Interior y los principales responsables de la Policía, de la Gendarmería y de los Servicios de Inteligencia. En ese momento, el Elíseo se refería a lo ocurrido como los “hechos de Niza”, dado que la información disponible era todavía parcial. A eso de las 4 de la mañana, el presidente de la República se dirigía a los franceses para hablar de “un ataque, sin lugar a dudas, terrorista”. “Toda Francia se encuentra bajo la amenaza del terrorismo islamista”, señaló. El viernes por la mañana, al término del Consejo restringido de defensa convocado en el Elíseo, el primer ministro Manuel Valls se refería a la tragedia como un “acto terrorista, cobarde e inhumano”, antes de poner rumbo a Niza con el presidente de la República y la ministra de Asuntos Sociales, Marisol Touraine. El titular de Interior, Bernard Cazeneuve, se encuentra en la ciudad desde el viernes por la noche.

Aunque al cierre de esta edición ningún grupo armado había reivindicado formalmente la matanza, las autoridades francesas no dudan sobre las motivaciones del asesino. “El modus operandi responde a los peores escenarios que teníamos en mente”, señala una fuente militar. Y es que el Estado Islámico (o Daesh) había apelado a sus partidarios a recurrir a este tipo de métodos. En Magnanville, donde fue asesinada una pareja de policías, el ataque fue obra de un hombre solo, con poca logística y armamento. “El atentado ocurrido a las puertas de su vivienda, responde a una lógica de terrorismo hipotecnológico. La idea que nos da miedo es la proliferación de actos individuales, que requieren de poca o ninguna preparación, de pocas redes y, por tanto, difíciles de anticipar”, señala la misma fuente.

En Francia, donde se han decretado tres días de luto nacional (los días 16, 17 y 18 de julio), el estado de emergencia se va a prolongar tres meses meses; el martes se presentará un proyecto de ley en el Consejo de Ministros, que se examinará en la Asamblea Nacional el miércoles y el jueves. El dispositivo Sentinelle, en marcha desde el día siguiente de los atentados de noviembre, prevé la movilización de 10.000 personas. Sin embargo, esta semana, el presidente de la República había prometido reducirlo a 7.000 efectivos. El Gobierno promete también recurrir a la reserva operacional, de 28.000 individuos, para dar el relevo a los efectivos de Policía y de Gendarmería, agotados desde los atentados de enero de 2015. En el exterior, “vamos a reforzar de nuevo nuestras acciones en Siria y en Irak”, ha vuelto a decir Hollande.

Las medidas anunciadas son simbólicas. El estado de emergencia, en vigor desde la noche del 13 al 14 de noviembre de 2015, no está operativo desde hace varios meses. Esa era también la razón por la que el Ejecutivo tenía previsto no prorrogarlo más allá del 26 de julio. En su tradicional entrevista del 14 de julio, sólo horas antes del atentado de Niza, el presidente de la República explicó que la aprobación de la ley que otorga más medios administrativos a la lucha antiterrorista justificaba el fin de una medida “excepcional”. “He considerado que el estado de emergencia hacía falta ampliarlo hasta el momento en que pudiésemos estar seguros de que la ley nos podía dotar de más medios que nos permitan prevenir la amenaza terrorista de forma eficaz”, explicó Hollande el jueves. Antes de añadir: “No podemos prolongar eternamente el estado de emergencia. No tendría ningún sentido. Eso querría decir que dejaríamos de ser una República con un derecho que podría aplicarse en cualquier circunstancia”.

“Quiere demostrar que hace algo”, suspira un asesor, hastiado de gestos políticos. “En París, donde la gente padece lo sucedido, en lugar de explicar lo que ocurre, quieren mostrar que hacen lo máximo, lo que justifica el puesto. Su papel de poderosos”, apunta también una fuente de defensa.

En el Elíseo, en Matignon y en los ministerios, se quieren evitar dos problemas a cualquier precio: la crisis política y la fractura aún mayor de la sociedad francesa, que corre el riesgo de alcanzar, según algunos asesores del Gobierno, un punto de no retorno. Sobre el primer punto, François Hollande sabe que no gozará de la menor clemencia por parte de sus rivales políticos. Porque es políticamente débil, porque estamos a un año de las presidenciales y a unos meses de las primarias de la derecha, porque es el tercer atentado importante en 18 meses y porque las autoridades franceses han rechazado admitir “fallos" en el dispositivo de seguridad y de inteligencia.

El viernes, personalidades de derechas, como Alain Juppé, a menudo muy prudente, echando en el olvido ese llamamiento a la unidad nacional –que predominó el 13 de noviembre de 2015– llegaron a decir: “Si se hubiesen tomado todas las medidas, no habría sucedido”.

Llamamiento a la unidad

Por encima de rifirrafes políticos, el Gobierno lo que teme son movimientos de calado en la opinión pública. De ahí el llamamiento a “permanecer unidos” que lanzaba François Hollande y que respaldaba Manuel Valls el viernes por la mañana. Esta vez, Valls no hablaba “de acto de guerra” como el 13 de noviembre. “El terrorismo es una amenaza que pesa mucho en Francia y que pesará todavía durante mucho tiempo. El objetivo de los terroristas es instalar el miedo y el pánico, pero Francia es un gran país y una gran democracia que no se va a dejar desestabilizar”, ha dicho el primer ministro. Antes de añadir: “Hemos cambiado de época, Francia tendrá que vivir con el terrorismo. Habrá que permanecer unidos, ser solidarios, dar muestras de sangre fría de forma colectiva. La única respuesta digna, responsable, de Francia, será la que permanezca fiel a los valores del 14 de julio”.

Desde Niza, François Hollande recurría a la misma diálectica: “Hemos dado un buen ejemplo al mundo porque hemos sido capaces de dar muestras de unidad, de cohesión […]. Hoy apelo a esta unidad, a esta cohesión, a esa fuerza”. Antes de decir: “Estamos ante un combate que va a ser largo”. “La clave es la unidad”, explica un responsable socialista. “Porque después de los atentados de enero, después de los de noviembre, después de los de Niza, la gente se pregunta ahora si es posible mantener la cohesión de la nación”.

En una entrevista concedida el 14 de julio, antes del atentado, el presidente de la República también explicó que temía el “desmembramiento” del país. “Necesitamos permanecer unidos”, contestó a preguntas de TF1 y France 2. El Frente Nacional y la derecha amenazan a Francia con el “desmembramiento” del país dice, para hablar a continuación de la “casa de Francia que debo proteger”. “Puede separarse en cualquier momento”, señalaba horas antes de que un camión sembrase la muerte en Niza.

Eso mismo había alarmado al Elíseo al día siguiente del 13 de noviembre. En su entorno y en el de varios ministros, el presidente justificó entonces la celebración de un congreso en Versailles y el anuncio de una reforma constitucional, explicando que los atentados hacían temer un efecto irreversible en el país, paralizado por el temor de nuevas masacres, imaginando unas instituciones totalmente inútiles y obsoletas y haciendo apelación a un régimen autoritario. “En el segundo atentado, no tienes elección. Debes golpear fuerte”, explicaba un asesor ministerial este otoño. “Porque se debe evitar que cunda el pánico y que todo el mundo mire a Marine Le Pen”.

En aquel momento, a ojos de sus promotores, se hizo todo el hincapié en la pérdida de la nacionalidad, como medida para unir a la comunidad nacional. “Hacía falta una medida que pudiese simbolizar lo que podemos hacer juntos”, explicó el propio Hollande, al tiempo que anunciaba que desistía en la reforma constitucional. Sin admitir que esta medida finalmente contribuyó a fracturar a la sociedad, en todo caso a la izquierda y a la mayoría, y a agotar todavía más el crédito político del Ejecutivo.

Paralelamente, el Gobierno estos últimos meses ha desechado todas las críticas sobre las políticas de seguridad y sobre la eficiencia de los servicios de inteligencia franceses. No se ha hecho nada para su reorganización. Al contrario, Bernard Cazeneuve, el ministro del Interior, ha respondido con desprecio a los aspectos incluidos en el informe de la investigación parlamentaria sobre los atentados de 2015, publicado el 8 de julio. Uno de los ponentes, el diputado de Los Republicanos Georges Fenech, manifestaba su enfado el viernes: “El Gobierno se muestra inmóvil, impotente, ciego. Trabajamos cinco meses con proposiciones muy concretas. Ni el presidente de la República ni el primer ministro se han dignado a recibirnos. Sólo el ministro del Interior nos recibió para calificar nuestro trabajo poco menos que decorativo”.

El ministro del Interior se encuentra sometido a una presión tal, que se limita a decir que no hay problema. Es un discurso que se pone a diario en evidencia”, dice un asesor del Gobierno, muy crítico con la desorganización de los servicios de inteligencia franceses desde las reformas de Nicolas Sarkozy y sobre la falta de coordinación en el Ministerio. “El ministro del Interior no da la impresión de estar megaorganizado. Y si la organización no es buena, incluso con la mejor voluntad del mundo, no hay manera”, explican fuentes militares.

Al día siguiente del atentado de Niza, Hollande advertía: “Nuestro enemigo va a seguir atacando”.

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Traducción: Mariola Moreno

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