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La buena noticia de 2021 no tiene por qué ser sólo que podría ser peor. También podría ser el año en que ponemos la herejía apuntando hacia donde duele.
Espero que durante 2021 se cumpla aunque sea una parte del deseo que muchos me habéis expresado: una Salud Pública fuerte y una vida postpandemia tranquila, donde el capital no marque el ritmo y nos empuje al contagio.
Alejarse de los poderosos, contar lo que ocurre sin adjetivos y verificar cada dato parece la más sencilla vacuna para que esa cosa llamada información llegue a los ciudadanos sin demasiada carga viral.
Hemos puesto a los chacales a cuidar de las ovejas. Somos una especie suicida e incompetente. Tanta defensa para que nos derrote un invisible.
No podemos ni debemos omitir nada de lo vivido ni de lo sufrido, ni tampoco de lo disfrutado. Las pérdidas han sido tremendas, pero también los hallazgos han sido bellos.
Hasta tres veces llegó a negar el aún ministro de Sanidad su propia candidatura cuando fue preguntado este mismo martes (¡este mismo martes!) en La hora de TVE. “Nuestro candidato será Miquel Iceta”.
2020 ha sido un año muy malo, pero no es la primera vez que los hombres y mujeres experimentamos cuarentenas, tenemos que llevar máscaras, la economía sufre descalabros o que las escuelas y universidades tienen que interrumpir o cambiar sus enseñanzas.
En estos tiempos de soledades, no hay nada mejor que la charla con el que se pone a sí mismo contra las cuerdas. Jamás vivimos un tiempo que mereciera tantas cuestiones.
Una singularidad de la vacuna contra el covid-19 es que en un periodo corto de tiempo se aplicará a millones de personas, al contrario de otras cuya distribución fue progresiva.
No quieren dar pedales, sólo poner palos en las ruedas del otro equipo. Hay dos campañas paralelas: la de vacunación y la de intoxicación.
Ustedes ya conocen las malas noticias del año 2020. Permítanme, pues, que les recuerde algunas de las buenas noticias que nos ha traído el año de la pandemia.
Quizá valga la pena apostar por la pacificación de un país que lo necesita para que acaben triunfando tarde o temprano unas instituciones más acabadamente democráticas.
Podemos ver ya la luz al final del túnel, cierto, pero sabemos que queda un tramo enorme por recorrer y que en cualquier momento la salida se puede cegar ante mutaciones disruptivas u otras sorpresas del destino.
Es un espectáculo ver en el parlamento cómo aplauden y reclaman a voz en grito libertad, libertad, libertad, los mismos que se consideran herederos de una de las dictaduras más crueles de la Europa contemporánea.
Muchos echamos de menos una referencia crítica directa del actual jefe del Estado sobre hechos notoriamente conocidos y difícilmente aceptables. Los datos que los avalan son abrumadores.
www.infolibre.es ISSN 2445-1592