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El ojo público

Un mal debate televisivo

Un momento del debate a cuatro.

Debate 2016. Es imprescindible datar lo que hemos visto en la noche del lunes y madrugada del martes en las televisiones, ya que el encuentro entre los principales candidatos a la Presidencia del Gobierno recordaba imágenes de dos y hasta tres décadas atrás. Un decorado gris y frío, con una excesiva distancia entre moderadores y candidatos; un sonido mediocre, con sobresaltos incluidos; y una realización plana, monótona –quizás encorsetada por acuerdos previos–, sin planos de contraste y referencia. Todo ello ha conformado un mal debate televisivo.

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Se trataba, a priori, de una ocasión excepcional: primera ocasión en que contendían cuatro candidatos, ofrecido en directo por múltiples medios, entre ellos las cuatro primeras cadenas por número de espectadores, y con el interés añadido de un más que incierto resultado electoral a tenor de las encuestas. El primer error residió en la hora elegida: un espacio que habría de consumir más dos horas debería haber sido programado a las nueve de la noche; comenzar a las diez acercó el final a las doce y media, con el subsiguiente y progresivo abandono de espectadores.

La presencia de un periodista de cada uno de los tres grandes grupos de televisión lastraba y encorsetaba en buena medida a los moderadores, frenaba el dinamismo e impedía un ritmo vivo y uniforme, a la vez que el reparto de intervenciones perjudicaba una posible espontaneidad de preguntas y repreguntas, solo presentes en uno de los fragmentos comandado por Vicente Vallés. Si se hubiera producido el acuerdo político, no cabe duda que tres debates sectoriales, de menor duración, y con un solo moderador en cada uno de ellos, hubieran dado lugar a momentos mucho más vivos.

En esta ocasión, TVE realizó un muy amplio despliegue de profesionales y medios técnicos para abarcar dos horas de prolegómenos y un muy dilatado posdebate de casi otras dos. El previo, conducido en buena parte por Ana Blanco desde la sede del evento, resultó más ligero al incluir el TD2, con una selección del resto de informaciones. El segundo, con mayor intervención de comentaristas en el estudio, resultó reiterativo y sin interés. Más opiniones que análisis desde Torrespaña, y frases y argumentos de los candidatos, ya emitidas en el debate, y repetidas ante las cámaras en el hall, o en las respectivas sedes de las formaciones políticas. Afortunadamente, cuando, a las 2 y 17 minutos de la madrugada, Sergio Martín despidió el programa solo quedaba un grupo residual de espectadores.

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