El 10-N

Mario Martín Lucas

Tras varios meses hablando del 9-N, los españoles amanecimos el 10-N con nuestra normalidad y una cierta sensación de incredulidad ante los mensajes que se emitieron sobre él, tanto desde Barcelona como desde Madrid.

Repasemos los hechos objetivos:

1) En Cataluña se produjo una gran movilización social, con más de 2.300.000 papeletas de participación recogidas en las urnas habilitadas por los voluntarios de este evento, un 85% de las recogían el “doble sí”, pero no se debe escapar el detalle de que ese resultado coincide, prácticamente al 100%, con los votos obtenidos por los partidos del frente soberanista en las últimas elecciones catalanas (CiU 1.116.000, ERC 498.000, ICV-EUIA 359.000 y CUP 126.000), y con las movilizaciones de las “diadas” de los años 2012, 2013 y 2014; hecho aún más matizado por el voto autorizado a personas de 16 a 17 años, y por la falta total de controles y garantías democráticas en el propio proceso, habiéndose demostrado posible inscribirse al censo personas no censadas en Cataluña ó poder votar en más de una misma mesa.

2) A pesar de la movilización social realizada en torno al 9-N, es de destacar que casi 5.000.000 de catalanes no participaron de él, lo cual matiza mucho las afirmaciones realizadas por Artur Mas, calificándolo como rotundo éxito de las tesis defendidas por el frente nacionalista e independentista.

3) Tanto el Gobierno de la Generalitat como el Gobierno de España, han amagado sin golpear, primero el Gobierno catalán convocando un referéndum calificado como ilegal por el Tribunal Constitucional, para convocar finalmente una festividad de la participación nacionalista, también decretada ilegal; y luego el Gobierno español no actuando en tiempo y forma sobre las conductas inapropiadas, realizadas por autoridades públicas, en sedes oficiales (ayuntamientos, etc…), cuya máxima expresión se produjo en la comparecencia del mismo 9-N, del Sr. Mas, cuando indicó que el único responsable de lo que estaba sucediendo ese día en Cataluña era él. Pero todo en “fuegos de artificio”, ni Mas rememoró a Companys, ni Rajoy a Niceto Alcalá Zamora.

4) En el terreno de la imagen, Mas ganó claramente a Rajoy, que estuvo, y sigue, prácticamente mudo, no pareciendo ese el papel de un presidente del Gobierno de un país europeo en el que, finalmente, más de 2.300.000 personas respondieron a unas preguntas planteadas sobre la independencia de Cataluña del resto de España.

5) Otra evidencia añadida es que la salida de la situación creada tiene que venir de la mano de una negociación política, ningún problema ha quedado soluccionado tras el 9-N; con cesiones tanto desde Madrid, como desde Barcelona, las interrogantes vienen de la forma y de los tiempos.

Mas ahora no tiene ninguna prisa y esperará a agotar la legislatura catalana, unas elecciones anticipadas debilitarían a CiU, que perdería ser la primera fuerza política, a favor de ERC y, además, puede jugar a su favor un posible gobierno más inestable en Madrid con mayor voto fraccionado, de acuerdo a últimas encuestas. Dentro del propio bloque soberanista, el 9-N le ha servido a Mas para ganar algo de iniciativa ante Junqueras, lo cual le facilita seguir presionándole con la “lista única” cómo una coartada para preparar unas elecciones plebiscitarias, encabezada, naturalmente por él mismo, reservándose la iniciativa para la próxima legislatura en Cataluña.

Es el tiempo de la política, el conflicto es evidente que existe, el fraccionamiento de la sociedad catalana más notorio que nunca, quizás la solución sea el federalismo, quizás reformas de la Constitución que afecten a la propia estructura del Estado o quizás haya solución con nuevas delegaciones de competencias, especialmente en materias financieras.

En un asunto como éste, dejar pasar el tiempo y aferrarse a la legalidad, sin más, para luego ser tibio en su aplicación, no es la receta adecuada.

Mario Martín Lucas es socio de infoLibre

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