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Ética, moral, políticos y miedo

Jose Enrique Centén Martín

La sinonimia que la mayoría de las personas establece entre ética y moral es casi idéntica a como ciertos políticos defienden a los suyos, demostrando su corporativismo ante hechos de dudosa moralidad, disfrazándolos con palabras vacías. Esa actitud define precisamente la ética y la moral de ellos, más aún su ética, por el discurso con el que defienden a alguien inmoral.

No quieren darse cuenta que la forma de ser o el carácter es la ética de cada persona, una reflexión que define la moral del individuo, mientras que la moral es lo relativo a las normas que guía y orienta las acciones y juicios para dilucidar lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo, en definitiva lo moral de lo inmoral.

A esos les es indiferente la ética y la moralidad, porque sistemáticamente cumplen un reproche evangélico contrario a la filosofía ética en su propio interés, sean a no creyentes, aunque la mayoría dicen serlo, personalizando el pasaje de Mateo 23:3-4 donde dice: "Haced lo que dicen, no lo que hacen". Claro mensaje de sumisión para los creyentes ante quien predica, y estos facinerosos lo cumplen con asiduidad, diciendo sin decir “haced lo que yo diga, no lo que haga”. Legitimando el sistemático incumplimiento de sus promesas electorales. Sí, sabemos que es difícil gobernar, y que todo lo prometido es susceptible de reforma, pero nunca que esa reforma sea totalmente contraria a lo prometido.

El actual Gobierno, no conforme con el incumplimiento de su programa electoral, pretende mediante una ley la regulación de los lobbies (grupos de presión formados por personas con gran influencia política y económica) para que puedan influir, directa o indirectamente, en la actividad legislativa de las Cortes Generales, y en general, en la adopción de decisiones políticas por el Congreso de los Diputados o el Senado o por cualquiera de sus órganos. A imagen y semejanza del Parlamento europeo, donde ya existen unos 15.000 lobistas y 2.500 organizaciones que realmente representan a grandes grupos financieros como Goldman Sachs o Lehman Brothers, Moody´s, Fitch, Standard & Poor's, el FMI, la gran banca, las eléctricas, las petroleras… causantes todas ellas de la crisis económica nacional y mundial, con dirigentes en el Parlamento Europeo que trabajaron para dichas empresas. En España, hay figuras que también trabajaron o trabajan para ellas, como Rato, De Guindos, Cañete, Aznar, Felipe González… o para la Iglesia y su órbita, por medio de su lobby, el Opus, pues la mayoría del Gobierno actual son muy cercanos o miembros.

Nuestro Gobierno quiere que los lobbies sean representantes de organizaciones empresariales, sindicatos, ¿cuál?, ONG ¿iglesia?, empresas de consultoría y relaciones institucionales y despachos de abogados, entre otras. Y aún no he oído voces en contra de esa propuesta por parte de los distintos partidos políticos, o de esa hipotética oposición que también dicen representarnos, vamos, están de acuerdo en institucionalizar la puerta giratoria.

¿Pero qué pasa con ese lobby que les dio el poder con sus votos?, los ciudadanos, que se fiaron de sus promesas electorales, hoy totalmente incumplidas, y en menos de tres años. Entonces ¿cuál es la representación de los ciudadanos en los órganos de gobierno nacional se llame Congreso o Senado?

Tiene miedo este Gobierno a un nuevo partido político y ese miedo pretende infundirlo a la ciudadanía en general junto con otros partidos políticos del arco parlamentario, demostrando más ahínco en esa empresa, los dos grandes partidos y sus satélites nacionalistas, todos ellos defensores a ultranza de los privilegios adquiridos. Este miedo por la aparición del nuevo partido político lo magnifican tachando de locura sus planteamientos para gobernar, pero esas propuestas han calado con los deseos generales de los ciudadanos, siendo respaldadas por una gran mayoría de la población, como rezan las encuestas. Miedo, sí, porque pretenden que nuestra Nación sea dirigida por nosotros revisando los dictados del Parlamento Europeo, que defienden los intereses comerciales de unos pocos, en lugar de representar a 506 millones de ciudadanos europeos, donde nos incluimos.

Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa. (Mark Twain)

Jose Enrique Centén Martín es socio de infoLibre

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