Es duro ser amado por idiotas

Anda que ya te vale con los pistoleros devotos, Mahoma.

Y yo ¿qué le voy a hacer? Preferiría que me sacrificaran corderos o palomas, pero se empeñan en hacerme ofrendas de humanos. Yo nunca dije nada de asesinar humoristas satíricos. Y tú no eres el más indicado para criticar carnicerías, Jesús, que los tuyos tienen un historial de barbarie difícil de igualar.

Pero en este siglo no, en el siglo XXI son los tuyos los que llevan el récord.

Yo prescribí unas normas recogidas en El Corán para ordenar la vida de unas tribus, en buena parte pastores nómadas, dictando pautas de conducta higiénicas, sociales, filosóficas… que sirvieron para mejorar la convivencia y la salud de aquellos pueblos asentados en torno al desierto arábigo. Triunfó la facción imperialista, en parte como respuesta a las acciones de tus belicosos cruzados, y enredando a través del tiempo hemos llegado hasta aquí.

Lo que yo pretendía que fuera una relación íntima de cada ser humano con Dios se transformó, sin mi bendición, en una organización dirigida por un representante mío en la tierra, al que por cierto yo jamás le he dicho esta boca es mía, que organiza ceremonias obscenamente públicas y exigiendo que todo el que no se sume a ellas sea anatematizado. Antes quemaban a los disidentes, luego se conformaron con aprisionarlos, fusilarlos, y hoy donde no les pueden hacer algo peor, se conforman con marginarlos. Algo es algo. Pero los tuyos están todavía en la etapa equivalente a la del furor sagrado de las hogueras, pasando a cuchillo a quienes no comparten la manía.

Eso lo han aprendido de los tuyos. Los más primarios de mis seguidores creen que acarreando muertos a mis pies me glorifican, y a mí me da un asco… Anda que es lo mismo un altar perdido de cadáveres recién decapitados, como si fueran narcos sudamericanos, que repleto de ramos de flores. No hay comparación. Yo no sé de donde han sacado semejante liturgia. La vanidad y la barbarie que mala mezcla hacen. Compiten por poner a mis pies la mayor cantidad de carne picada de infieles y eso no hay dios que lo soporte. Hasta que se les pase la ridiculez. Tú estuviste entre ellos y conoces mejor los vericuetos de su cerebro, ¿por qué no te dejas caer y les das un toque de atención? Ya no están los romanos, y con un par de acertadas parábolas podrías hacer milagros.

¿Yo?, ni loco. Pero tú recuerdas ¿cómo se pusieron la última vez? Y lo peor de todo es lo que les gustó, todavía una vez al año conmemoran con procesiones sangrientas el recuerdo de aquel malhadado suceso. Y en lugar de elegir un icono de los muchos y tiernos ejemplos que les propuse se quedaron con el que más les gustó. La imagen de agonía de la cruenta ejecución. Si hasta ¡se la cuelgan al cuello!, que hace falta tener mal gusto. Además, éstos son de los tuyos y a mí no me acaban de tragar. Mucho decir que soy un profeta, menor, pero profeta del Islam, y aún degüellan a los míos, y a cualquiera que se les ponga a tiro. Yo estoy mayor para estas aventuras. Ve tú y díselo: no me gusta lo de verter sangre propia o ajena. Y ya está. Te tienen que obedecer, tú eres el más grande…

Ya, pero la política. Desde luego no es el mejor momento. Necesitarán un par de siglos o tres para que se les pase la simpleza, y ellos solitos se enderezarán. Mientras tanto no quiero saber nada de esos bárbaros. Libres les hice, así que si eligen la tontería que pechen con ella. ¡Qué duro es ser amado por esta tropa!

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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