El mejor, ¿para quién?

Mario Diego Rodriguez

Para algunos, el fin de la Unión Soviética significó y significa el fracaso definitivo del marxismo y del comunismo. Incluso piensan que ese fin ha sido y es la demostración de que, todo intento para escapar a la dictadura económica y política de la burguesía, ocultas detrás del régimen parlamentario, conduciría inevitablemente al totalitarismo.

El conjunto de los partidos políticos pretende que el régimen político de las “democracias occidentales” es el mejor de los regímenes políticos posibles.

Echemos un vistazo, pues, al mejor de los regímenes políticos y a lo que la burguesía llama “democracia”. Uno de los aspectos que nos permite de medir el grado de democracia en el que vivimos y al mismo tiempo el poder y control que la dicha burguesía ejerce sobre el aparato de Estado es la corrupción.

La conexión entre patrones, funcionarios y políticos no es algo que acaba de surgir. Esta conexión existe desde los orígenes de la sociedad capitalista. Lo único que ha cambiado hoy es su intensidad.

“Hoy, en las repúblicas democráticas, el imperialismo y la dominación del sector bancario han desarrollado hasta convertirlo en un arte poco común dos medios de implementar la omnipotencia de la riqueza: la corrupción directa de funcionarios y la alianza del gobierno con el sector bursátil”, esto es lo que Lenin escribía ya en 1917.

Los affaires han acompañado la vida política a lo largo, más o menos, de los últimos 150 años. La corrupción es una herramienta que los capitalistas utilizan para someter a los políticos o funcionarios y obtener así una ayuda, un mercado o un trato de favor.

Otro de los aspectos que nos permite de medir el grado de democracia en el que vivimos y al mismo tiempo el poder y control que la burguesía ejerce sobre el conjunto de la sociedad, es su control de los medios de comunicación.

Hoy hay muy pocas cosas, entre todo lo que se lee, se escribe, se escucha o se ve, que quede a salvo de su control. Incluso se puede decir que muchas veces ese control lo ejerce directamente puesto que es la propietaria de dichos medios, aunque en realidad no necesite serlo puesto que puede hacerlo con mayor eficiencia por medio de una herramienta muy eficaz: la publicidad.

¿Cuantos artículos, programas o editoriales han acabado en la papelera bajo la amenaza de perder un contrato publicitario?

Si a esto le añadimos la situación que la burguesía está imponiendo a la clase obrera, condenándola a sobrevivir míseramente y permitiendo así al conjunto de los principales accionistas de las empresas del Íbex 35, acumular en sus arcas cada vez más riqueza, podemos tener una idea clara del régimen político preferido por el conjunto de los partidos políticos, la mayoría de la prensa, y por supuesto la patronal.

Mario Diego Rodriguez es socio de infoLibre

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