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Librepensadores

El capitalismo, un sistema despiadado

Mario Diego Rodriguez

Desde hace aproximadamente cuarenta años, las grandes potencias imperialistas han impuesto la supresión de las barreras proteccionistas o aduaneras para facilitar la “libre circulación” de las mercancías y de los bienes. Sin embargo, paralelamente, impiden la libre circulación de los que producen esas mercancías creando inmensos muros o vallas alrededor de sus fronteras.

Esta situación se les impone sean cuales sean los motivos por los cuales esos hombres y mujeres intentan cruzar dichas fronteras arriesgando en ello cada vez más sus vidas. Sea porque huyen de las persecuciones y las guerras o para escapar a la miseria y paro –consecuencia del pillaje ejercido precisamente por las dichas potencias imperialistas a escala mundial–, esta parte de la población se ve condenada a morir, ya sea de hambre en sus países respectivos o al pie de las vallas o muros levantados por los defensores del capitalismo.

La frontera fortificada entre Estados Unidos y México ha visto morir estos últimos quince años miles de migrantes. El Gobierno australiano ha decidido enviar de vuelta hacia el Estado vecino, Papua Nueva Guinea, a todos los boat people que consiguen llegar hasta sus costas, viéndose así condenados a ser retenidos “indefinidamente” en los inmensos centros modernizados por el gobierno australiano.

Los naufragios repetidos frente a las costas de Lampedusa o Malta demuestran que Europa se ha transformado en una fortaleza cuyo acceso puede ser letal para miles de migrantes. Lampedusa, Malta, Ceuta y Melilla, las islas Canarias, el río Evros o el mar Egeo entre Turquía y Grecia podrían considerarse como los puestos avanzados de la fortaleza, al pie de los cuales miles de migrantes han muerto al igual que en la frontera México-Estadounidense. En esta contabilidad macabra no entran todos aquellos que han muerto o desaparecido por el camino antes de llegar al pie de los diferentes puestos avanzados.

Hace falta una alta dosis de hipocresía a los dirigentes europeos, peones al servicio del sistema que provoca tal situación, cuando se ponen a derramar lágrimas de cocodrilo intentando escamotear sus responsabilidades en esta tragedia.

Tal resultado es el fruto de la demagogia vil y asquerosa que utilizan los gobiernos para limitar la emigración legal después de haberle abierto las puertas cuando ésta permitía incrementar los beneficios que los accionistas acumulan, sí o sí, y sea cual sea la situación económica en la que se encuentra la clase trabajadora. Es también el fruto de la rapiña sistemática llevada a cabo tanto en África, América Latina o Asia por las grandes multinacionales y los banqueros de los países “avanzados”.

Expulsados de Europa, estigmatizados por los dirigentes políticos de todas las tendencias, en situación precaria y fragilizados por villanas leyes, explotados por empresarios que no podrían prescindir de su fuerza de trabajo, los inmigrantes constituyen una parte importante de la clase obrera europea. Están al frente de la guerra de clase, cada vez más feroz, que la burguesía ha emprendido desde el comienzo de la crisis contra el conjunto de la clase trabajadora.

“Cuanto más libre se deja al capitalismo más daño hace a los seres humanos”

“Cuanto más libre se deja al capitalismo más daño hace a los seres humanos”

No nos engañemos, cada derrota infligida a los trabajadores extranjeros es una derrota infligida al conjunto de la clase obrera, por lo cual, su lucha es la lucha de todos, sea cual sea la nacionalidad y el país en el que se encuentre.

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Mario Diego Rodriguez es socio de infoLibre

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