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En las antípodas

María Trillo

Esta frase forma parte de una canción y juego de esdrújulas como pocas veces se ha visto, maravillosamente compuesta por Javier Krahe. ¿Porqué la frase en cuestión? Pues porque una servidora se encuentra en las antípodas, concretamente en Tasmania, esa isla que hace de satélite al sudeste del monstruo que es Australia.

Por culpa de la burocracia, me ha sido imposible ejercer mi derecho al voto y, aunque muy satisfecha con los resultados electorales en mi ciudad, Madrid, no poder echar la papeleta en la urna me ha dejado con un sabor amargo que tardará varios días en irse.

Somos, dicen algunos números, en torno a medio millón de jóvenes –y no tan jóvenes– los que por circunstancias de la vida y de la crisis, nos hemos visto obligados a estar lejos de nuestras familias, nuestros amigos y nuestra tierra. La morriña se acuesta y se levanta con nosotros cada día, compañera incansable. De lo que no nos separan ni los 17.000 kilómetros que algunos distamos de casa, es de la realidad social y política de España.

“La problemática es económica

y en lo teórico no son unánimes,

lo hay escépticos, los hay fanáticos,

pero en la práctica no ves apóstatas

sino en los márgenes o con prismáticos.

Y unos son míseros, otros son prósperos.”

Lejos de hablar por todos los expatriados, hablaré solo por mí misma. Vivo en Australia y de Australia hablaré brevemente. No hay tantas diferencias sociopolíticas entre nosotros como pudiera parecer a primera vista. Ambos países son democracias regidas por una monarquía arcaica. Por si el lector no lo sabe, la reina de Inglaterra sigue siendo soberana en estas tierras y su cara sigue apareciendo en la moneda local para estupor del visitante.

Más parecidos: ambas democracias están actualmente gobernadas por el partido conservador de turno, que se dice liberal –son unos cachondos, eso no lo podemos negar– y en ambas los presidentes de dichos partidos son defendidos a muerte por los simpatizantes y criticados hasta la afonía por los detractores. Son líderes polarizados, hablando finamente.

“Tienes políticos más bien estúpidos

pero son súbditos muy pusilánimes”.

Aquí una nota en favor del presidente español (¿me habré vuelto loca con el cambio de hora, de hemisferio y de estación?): él al menos tiene la decencia de comparecer ante los medios lo mínimo posible. El señor Abbott, presidente australiano, nos tortura día sí y día también con su estupidez, su falta de carisma, su nula capacidad para hablar en público o para simpatizar con los menos afortunados. Españoles con suerte, que tenemos a Floriano, el mejor cómico que ha dado el PP desde Acebes.

Somos distantes y distintos, sí, pero idénticos tanto en la suerte de vinos que nos riegan el gaznate como en políticos que nos lo estrangulan.

Pero oigan, no se desanimen. Al menos les ganamos en el Mundial.

“Pero es fantástico, martes y miércoles,

jueves y sábados, lunes y vísperas,

dan espectáculo con el esférico,

y allí, al unísono, arman escándalo

y es como un bálsamo para sus ánimas.

En las antípodas todo es idéntico,

idéntico a lo autóctono”.

María Trillo es socia de infoLibre

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