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“Porque yo soy tonto”

Gonzalo de Miguel Renedo

El inicio del juicio del siglo contra la Infanta y otras personalidades del hampa de las altas esferas está resultando revelador, al mismo tiempo que un despropósito. Si así es el comienzo, cómo acabará. Bueno, algo sospechamos. Las actuaciones de la Fiscalía y la Abogacía del Estado son prueba inequívoca de la intención ídem de exonerar a la hermana del rey Felipe VI. Por salvar su pellejo, el de Cristina, se lastima el escaso crédito de las instituciones, y lo que haga falta. En una sociedad como la nuestra, que cada vez tolera menos la más mínima broma sobre temas serios, y la Hacienda pública lo es, miembros preeminentes de la administración judicial no dudan en descolgarse con salidas de tono que avergonzarían a cualquier persona honrada, y que además pague sus impuestos, si puede, que esa es otra. El caso que nos ocupa es el caso Nóos, un caso sobre gente indecente que podría pagar sus impuestos pero no quiere.

Pues no sale ahora la abogada del Estado, Dolores Ripoll, asegurando que la máxima "Hacienda somos todo" solo tiene un carácter publicitario. La Constitución, que tan sagrada es cuando interesa, no parece que exista para esta destacada jurista. Deduzco, pues, que los demás eslóganes con mensaje social de organismos públicos (v.gr. el Si bebes, no conduzcas), y que buscan concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de adoptar un comportamiento ajustado a derecho, deberán ser tenidos en la misma desconsideración, salvo cuando afecten a la seguridad jurídica de los poderosos. Todavía recuerdo el lamentable espectáculo que por un motivo parecido protagonizó el expresidente Aznar cuando, más chulo que un ocho, preguntaba al tendido quién era nadie para decirle las copas que podía o no beber. ¡Qué vergüenza! Y qué decir de los anuncios sobre la violencia de género, ¿deberán ser tenidos en cuenta o se trata solo de estrategias publicitarias, exageraciones sin ningún valor, como esa que describe el acoso de un joven a su novia con insidias sobre su agenda telefónica? Nada, no hay que alertarse, entiendo. Y luego seguro que los Horrachs y Ripolls de turno andan preocupados por las salvajadas que se difunden por las redes sociales, castigadas con puño de acero. La realidad criminal no siempre supera a la ficción gamberra, no en lo penal, claro está

El colectivo debe primar sobre el individuo. Hacienda somos todos, aunque la recaudación diste de ser igualitaria y siempre paguemos los de siempre. Ya puestos, el carácter publicitario se puede predicar, no de la máxima, sino de quienes aseguran que se cumple a rajatabla. Eso sí que es publicidad. Propaganda engañosa, diría yo. Ocurre un poco como con lo de que la justicia es igual para todos. Debe serlo, esa debiera ser la realidad. Otra cosa es que luego la igualdad se tope con los abortadores de oficio, a veces con toga, que actúan como si realmente se tratara de una frase vacía de contenido. Eso sí, a renglón seguido pretenden convencernos de que tal principio es verdad. Sí, es verdad, salvo alguna cosa, que diría un gallego. En fin, que el daño que se causa al grupo por querer salvar a una individua de la quema en que ella misma se ha metido a voluntad es enorme, sobre todo cuando quienes infligen ese daño son personas que proceden de las propias instituciones que velan por el cumplimiento de las normas. Con esta actitud desleal al Estado y a la ciudadanía, personajes como quienes representan a la justicia en este comentado caso de corrupción, parecen empeñados en convencernos de la falsedad de aquel otro eslogan que nos animaba la vida y el consumo: "porque yo no soy tonto".

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

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