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Por qué Susana Díaz no come ni deja comer

María Malva-Roja

Explicaré lo que veo-creo de Susana Díaz tan breve y contundentemente como pueda. Y sé que, si tengo éxito en ser breve, me expondré a que sus partidarios me acusen de esquemática; si lo tengo en ser contundente, preveo que me llamarán simplista. Allá va.

No es verdad que Susana Díaz esté pensando (cada vez que interviene a las claras o maniobra en las sombras) en los problemas de su partido, sino en los suyos personales para llegar a ser (así lo sueña) presidenta española.

Y tiene problemas porque, para llegar a presidenta de España, primero tiene que llegar a ser la secretaria general del PSOE (lo de ganar las primarias para candidata iría aparejado), y hacerlo en su momento justo además, ni antes ni después: ni antes de que logre hacerse con todo el poder interno ni después de que se haya hundido del todo el partido.

Mientras encuentra ese momento justo, corre el riesgo de que el partido se hunda del todo, efectivamente, y entonces ya sí que no podría ser presidenta de España (gran desilusión). Pero, en ese caso, fundará de inmediato (escenificando la ruptura con lo que quede del PSOE como la ruptura con unos dirigentes que han hundido el partido por no hacerle caso) fundará, digo, un nuevo partido nacionalista andaluz. Y lo liderará hasta conseguir lo mismo que Pujol: que se identifique a Andalucía entera con sus propios intereses, de manera que cada vez que se la ataque a ella estemos en realidad atacando a Andalucía (no sé si podrá reeditar también lo del 3% o tendrá que esperar a que lo haga su retoño, al cabo de una generación, cuando la gente haya olvidado un poco). Y, aunque esto último es ir demasiado lejos, se me reconocerá al menos que es difícil discutir esta perspectiva de futuro cuando sabemos que todos los partidos nacionalistas de derechas (o casi derechas, como los socialistas reciclados) son, de tan “esencialistas”, personalistas y, de tan endogámicos, hereditarios.

Pero volvamos al momento actual en el que está Susana Díaz, en el antes de hacerse del todo con el poder interno y en el antes del hundimiento definitivo del PSOE (si es que éste se produce finalmente sin que pueda ser ya negado como lo ha sido tras el 20D, a pesar de los esfuerzos de Susana por hacernos leer los resultados como lo que fueron, un fracaso). En este momento, sigo, hay que admitir que la única estrategia que puede adoptar es la que ya está siguiendo: ni comer ni dejar comer. E ir así ganando tiempo.

No puede comer el postre porque aún estamos en la sopa; es decir, no puede comerse todavía a Pedro Sánchez porque aún no ha fracasado en establecer alianzas para poder llegar a presidente. Ni puede dejar comer porque sería tanto como quedarse sin postre ella misma; es decir, no puede dejar que Pedro Sánchez llegue a presidente porque entonces ella no lo conseguiría nunca.

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Así se entiende que no le deje a Sánchez pactar con Rajoy porque eso sería el hundimiento del PSOE y, de paso, el de su sueño de ser presidenta; tendría que empezar a pensar ya en las siglas de su nuevo partido andaluz.

Y así se entiende que no le deje tampoco pactar con Podemos y los nacionalistas porque eso lo haría a él presidente y a ella la dejaría para siempre por aquí, por el extrarradio, al sur de sí misma y hasta con problemas para mantenerse en pie tal y como está.

María Malva-Roja es socia de infoLibre

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