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Queremos otra Europa

Jacinto Vaello Hahn

The Guardian publicaba el pasado mes de febrero un artículo de Yanis Varoufakis cuyo mensaje principal se puede resumir en la necesidad de democratizar la UE en lugar de elegir entre irse o quedarse. El texto que sigue, escrito antes, asume la misma visión y me deja en evidencia: estoy de acuerdo con Varoufakis en su empeño por recorrer este camino y me sumo a sus iniciativas.

Reiteradamente, cuando las cosas se ponen muy feas, volvemos a situar en el primer plano la presunta disyuntiva "más Europa o menos Europa". Con el debido respeto por las sabias plumas que enuncian ese dilema, entiendo que la cuestión se sitúa en otro plano. "Más Europa" solo tiene sentido para los ciudadanos europeos, entre los que nos encontramos los españoles (y los griegos, y los portugueses, y los ...), si se trata de "otra Europa". El camino emprendido desde hace ya unos años por la Unión Europea solo nos conduce al desastre, por lo menos a los ciudadanos; parece que no a los grandes grupos de negocios y a los poderes financieros. Es decir, sólo cabe pensar en "más Europa" si conseguimos hacer de la Unión Europea algo diferente de lo que está siendo. Frente a esto, la alternativa es sencilla y hay que ponerla explícitamente sobre la mesa: "menos Europa" solo puede traducirse como "fuera de la Unión Europea".

¿Qué es lo que está sucediendo que a los ciudadanos nos aleja cada vez más de cualquier complicidad con el proyecto europeo? Brevemente:

1º Que el presidente de la Comisión Europea (CE) es el señor Jean-Claude Juncker, que consolidó el paraíso fiscal de Luxemburgo cuando era presidente y ministro de Finanzas, y que presiona a España y Grecia para que apliquen las políticas de austeridad impuestas por la CE.

2º Que el presidente del Eurogrupo y Ministro de Finanzas de Holanda es el señor Jeroen Dijsselbloem, que lideró de manera entusiasta el ataque a Grecia, y encabeza ahora la presión sobre España para que siga aplicando las recetas de la austeridad suicida. Este señor, perteneciente al partido socialdemócrata holandés, es el principal impulsor de la conversión de Holanda en un paraíso fiscal.

3º Que el Parlamento Europeo sucumbe ante las presiones del lobby del automóvillobby (incluido Volkswagwen, naturalmente, pero también Renault, con lo que tenemos dirigiendo este juego al frente franco-alemán) y rechaza vetar la nueva medición de emisiones de dióxido de nitrógeno, que dejará contaminar a los vehículos un 110% más hasta 2021 (por cierto, los 14 eurodiputados del PSOE se han abstenido).

4º Que la CE negocia directamente con David Cameron para evitar el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea. El próximo Consejo Europeo diseñará un acuerdo sobre las condiciones de su permanencia en la UE. Es decir, con la más estricta opacidad, la UE se prepara para aceptar exigencias específicas del RU a fin de evitar el "Brexit". ¿Y de qué se trata? De alentar el egoísmo nacionalista británico a través de un debilitamiento de la unión política, de otorgar privilegios a la libra esterlina, de erosionar la unidad del mercado laboral europeo. Todo ello por una vía que abre la puerta a una implosión de la UE.

5º Que todos los eurodiputados socialistas votaron el miércoles junto a los del PP y Ciudadanos a favor del informe del Parlamento Europeo que da vía libre a la Comisión Europea para seguir negociando el TiSA.

6º Que anda por ahí el TTIP, sobre lo que empieza a haber suficientes denuncias como para que no haga falta insistir aquí en tan misterioso proceso de negociación; por cierto, de un tratado que, hasta dónde se sabe, es la puerta abierta a la extorsión de los gobiernos europeos por parte de las multinacionales.

7º Que las multinacionales presionan a la UE para producir sin control organismos genéticamente modificados (los famosos transgénicos). Esta presión, visto lo visto, se convertirá, más pronto que tarde, en la admisión de tales prácticas, quizás con algún matiz para disimular.

8º Que en Francia, con la coartada de los atentados de París, avanza a toda velocidad la extrajudicialización de la lucha antiterrorista: primero la patada en la puerta y luego, si alguien protesta, se pide el papelito al juez. En España estamos debidamente preparados, con la Ley Corcuera y con la Ley mordaza. ¿Es esta la Europa de los ciudadanos?

9º Que se están restableciendo las fronteras interiores, con la excusa de contener los movimientos de los refugiados. ¿Hay algún indicio más elocuente del retorno a los estados nacionales por encima de la cooperación europea?

10º Que la Alemania más europea de las primeras décadas de la Unión ha dejado paso a la Alemania que avanza sin freno hacia la creación de una Europa más alemana.

11º Que la UE da muestras crecientes de irse acercando a la parálisis desde la progresiva dispersión en las actuaciones de sus estados miembros: los refugiados que deambulan por el continente, los enfrentamientos de Ucrania, la muerte masiva de personas atravesando el Mediterráneo, las intervenciones en la guerra de Siria, etc. Esta UE se parece cada vez más a un Estado fallido.

12º Y un largo etcétera.

De todo lo anterior, ¿qué es lo que ayuda a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos europeos? Nada. Esta Unión Europea es gobernada con el autoritarismo de una Comisión que no responde ante nadie y con la mayoría absoluta en el Parlamento de la gran entente conservadora-socialdemócrata. Por eso no queremos esta Europa.

Lo que resulta aún más grave, quizás, es que el reconocimiento, por parte de algunos dirigentes o ex dirigentes, de que la UE "tiene problemas", que aparecen incluso amenazas de disgregación, no apunta en absoluto a la cuestión de la democracia europea y de la participación de los ciudadanos. Puede decirse que ese reconocimiento obedece a una visión histórica de la necesidad de la integración para evitar los viejos enfrentamientos, a una concepción de globalización en la que lo más importante es la correlación de fuerzas para no quedar debilitado ante otras potencias, y a un balance de ventajas e inconvenientes de actuar de forma mancomunada o individual.

Todos los argumentos conducen a buscar la respuesta a la que se considera cuestión clave: ¿cómo hacer más eficaz el proceso de integración europea? Parece que no se repara en la verdadera connotación de la palabra: 'eficaz', sin un proyecto compartido, sin establecer objetivos sociales ni estrategias de progreso, es un término puramente técnico, que parece aludir a cierta inadecuación instrumental.

Sin la menor alusión a las políticas concretas puestas en práctica por la UE e impuestas a la totalidad de los estados miembros, se deja ver que conviene mantenerse en la UE para hacer frente a esa globalización que ha ido transfiriendo de hecho los poderes nacionales a los mercados y a las corporaciones multinacionales. Pero esta reflexión debería tener una continuación en forma de interrogante: para qué la UE si en definitiva se convierte en una correa de transmisión que hace muy eficazmente el trabajo de imposición de las estrategias de esas corporaciones. Sin proyecto propio y sin participación popular, los países europeos únicamente pueden recibir de la UE mensajes negativos, de ahí la creciente desafección de sus ciudadanos y la necesidad imperiosa de recuperar su implicación en el proyecto.

Jacinto Vaello Hahn es socio de infoLibre

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