PORTADA DE MAÑANA
Ver
El tribunal que vigila los contratos de Madrid avisa del "incremento sustancial" de los pagos fuera de control

Librepensadores

El inocente arte de mirar hacia otro lado

Carlos Solsona

Todos los informativos han dedicado un tiempo importante a la única víctima española de los atentados de Bruselas. Me preguntaba qué pasaría si el empeño enfermizo que ponen muchos medios de comunicación resaltando la nacionalidad de sus víctimas lo pusieran con la de los terroristas. Así podría enterarse mucha gente, por ejemplo, de que eran belgas.

En muy pocos sitios se comenta. Todos sabemos que el "cerebro" del ataque tenía 25 años y hemos visto su fotografía mil veces, pero no hemos leído nada sobre su procedencia y la de sus compañeros. Vemos nombres que suenan árabes y pensamos inconscientemente que son "extranjeros" que vivían "infiltrados" preparando el ataque.

Al mismo tiempo, otra mucha gente con nombre árabe está siendo deportada a Turquía tras un acuerdo criminal. Los medios de comunicación explican que los refugiados vienen huyendo también de los bombardeos del Estado Islámico, pero no profundizan lo suficiente como para que no quede entre la sociedad civil esa sospecha del "sí sí, si ya sabemos que se matan entre ellos, lo que nos conviene es no meternos en esto", que es lo que, desgraciadamente, muchos defienden.

Turquía, que ha iniciado una estrategia de lavado de cara (denunciando a los guardacostas griegos que pinchan las balsas de refugiados, reivindicando la deportación del autor de los atentados de Bruselas, etc...), también está siendo constantemente atacada desde dentro por Daesh, pero a la hora de firmar acuerdos le ha importado bien poco a la UE. Es curioso que allí donde enviamos a patadas a los refugiados sea el país "socio" más atacado por el Estado Islámico. Más curioso aún si tenemos en cuenta que nosotros somos los que fabricamos y vendemos las armas con las que se realizan esos ataques.

No quiero ser malpensado, pero estos detalles (más bien la omisión de ellos) quizás puedan explicar por qué una buena parte de la sociedad civil considera que la tragedia de los refugiados está directamente relacionada con el aumento de acciones terroristas dentro de los límites europeos, como si la mayor crisis humanitaria del siglo XXI estuviera amenazando nuestra seguridad inmediata, como si los bombardeados se explotaran ellos mismos las bombas (puede que lo que convenga sea precisamente desviar el tema de tal manera que no se pregunte por el vendedor de la pólvora).

Quizás si a la gente se le explicara que los ataques de París y de Bruselas fueron ideados por personas nacidas en esos mismos países, personas que probablemente experimentaron ese lugar oscuro que los estados del bienestar europeos han reservado durante décadas al ciudadano de ascendencia inmigrante (especialmente si tiene la piel oscura), algunos de los que hoy se encuentran confusos ante este lío de "gente árabe" podrían poner sus pensamientos en orden y liberarse de unos cuantos prejuicios.

Lo lógico sería que los medios de comunicación y los Gobiernos de un país responsable contribuyeran a aclarar este tipo de confusiones pero, más bien al contrario, parece que se esfuerzan en mantener a la opinión pública enzarzada en discusiones estériles, como si hubiera una voluntad política explícita en ello.

Quizás pueda convenir que la sociedad civil enlace el atentado de Bruselas con el pseudodebate acerca de las "verdaderas intenciones" de los refugiados. O quizás alguien quiera hacer creer que los países europeos no tienen nada que ver con el hecho de que les hayan "crecido" terroristas suicidas dentro de sus fronteras.

Lo que sí que parece claro es que este tipo de asociación conviene, y mucho, a los países que necesitan limpiar la vergüenza de una tragedia que han sido incapaces de gestionar, y, sobre todo, a una Unión Europea que ha sido incapaz de ponerse de acuerdo en la defensa de los principios humanos en los que se funda y que está cavando su tumba a cada nuevo sobresalto que se le presenta.

Todo esto podría ser la simple crónica de una decepción, pero nos afecta mucho más de lo que pensamos. Cada vez que la Unión Europea desvía el foco a fin de tapar sus vergüenzas, cada vez que los perfiles de Facebook se tiñen de banderas y lazos, cada vez que hay sangre en Europa, el fascismo se está frotando las manos.

Carlos Solsona es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats