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‘Madame Marguerite’

Germán Domínguez Adrio

Si alguien busca en el cine el reflejo de la vida misma no puede perderse esta obra maestra de Xavier Giannoli. Nada más terminar y salir de la sala te vienen a la mente el sin fin de conocidos que uno ha encontrado a lo largo de su vida que arrastran la misma pobreza mental. Éstos, en lugar de asumirse tal y como son –todos tenemos riquezas personales que explotar– prefieren crearse un personaje y afanarse en interpretarlo. Es tal el interés que ponen que llegan a poner en riesgo de forma alarmante su salud mental. Una vez que se encuentran en esta situación no resulta fácil retornarles a la vida real, a ver quién es el valiente... Por lo tanto la espiral de interpretación se apoderará de ellos durante toda su vida. Algunos se mantendrán en esta ficción, al tiempo que dolorosa situación, y otros, por distintos avatares, recibirán un shock de tal magnitud que los dejará marcados para siempre.

Este es el drama de Madame Marguerite a la que sólo su fortuna personal la sostendrá dentro de su propio papel. Sus bienes son los que la permitirán mantenerse en su creencia de gran artista. Esta riqueza atraerá a una pléyade de chupópteros que ven en ella la posibilidad de mejorar su vida. La ignominia llega hasta tal punto que es imposible la marcha atrás. Así la van conduciendo hacia una situación en la que su destrucción es un camino sin retorno. Eso sí, el director le otorga un minuto de gloria con el que la destruye físicamente: el origen de la perturbación de la protagonista. Igualmente el director nos muestra con una maestría inigualable cómo su marido se ve imposibilitado para reconducir la situación. Los ventajista no le van ayudar y él va a transitar entre la observación del desastre y el intento por resolverlo, para finalmente aceptar la situación y pretender mantenerla antes de enfrentarse a un desenlace imposible de controlar.

La ambientación de la película es magistral. Las imágenes y las atmósferas que nos muestran nos arrastran, junto con los actores a una paulatina espiral de destrucción. Los que se aprovechan circulan entre los que directamente sacan partido hasta un punto en el que pueden verse perjudicados y los que la a su suerte y, por último los que conscientes del daño intentan reconducir la situación a destiempo. Lo llevan demasiado lejos y ya es muy tarde, solo cabe huir hacia adelante a ver cómo se sale de esta.

Una película magnífica que se atreve a mostrarnos de una forma muy lírica un tipo de patología muy común en la actualidad: el objeto último de la vida es el triunfo. Pero no de una manera que nos aporte felicidad si no que nos autoconvenzamos de que formamos parte de una élite de privilegiados que ejerce el control, cuando en realidad son un instrumento útil de los que de verdad ostentan el dominio para su propio beneficio, sino el hazmerreír de todos.

Germán Domínguez Adrio es socio de infoLibre

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