LIbrepensadores

Cataluña baila sola

Jesús Moncho

A tenor de lo que se lee y se escucha por ahí: Cataluña baila sola. El mal de los males. Parece que cada cual necesite exorcizarse erigiendo su particular demonio, su enemigo, su centro de odios, sobre el que descargar limitaciones y defecciones propias. El mismo Ortega y Gasset ya nos lo decía: “Entre catalanes y españoles sólo cabe la conllevancia”. Y, además, Ortega siempre se refería al asunto en cuestión como el “problema catalán”. ¿Por qué esa expresión?, ¿por qué “problema”?, ¿por qué la diferenciación entre catalanes y españoles?,  ¿por qué no “problema español o castellano”? En todo caso, convendremos que es un análisis o, mejor dicho, un juicio, un juicio de parte, que es lo que normalmente ocurre. Nos volcamos precipitadamente a hablar o a valorar desde nuestra subjetividad, desde nuestra parcialidad.

¿Quién tiene razón? O, dicho de otra manera, ¿qué es España? España es la consecuencia de una agregación de individuos y de pueblos, libremente expresada, libremente decidida, y libremente mantenida o renovada. No hay, ni puede existir, ningún apriorismo, ni ningún destino inmarcesible o bíblico. En el Absolutismo estos elementos eran dados a la fuerza, solo en democracia son generados por libre voluntad. Aunque esto se pretenda enmascarar con presuntos argumentos de carácter histórico: se dice que la unidad de España empieza con los Reyes Católicos, sin embargo en la colonización y comercio con Las Américas los súbditos de la Corona de Aragón eran considerados extranjeros, o el mismo rey católico Fernando (aragonés) fue expulsado como regente (no rey) de Castilla; o cuando según los Decretos de Nueva Planta borbónicos, S. XVIII, tanto Valencia como Cataluña quedan anexionados por “derecho de conquista".

Si aceptamos que el “principio democrático” es un bien y una realidad que se sustenta en la única fuerza existente, la soberanía popular, podemos seguir hablando. Y aparece el “principio legal o norma jurídica” como la concreción en segundo grado o a posteriori del principio o voluntad democrática, por tanto la “norma” no puede oponerse a dicha voluntad o ha de adaptarse a ella. Es decir, una norma (la Constitución) no puede obstruir un principio (la voluntad democrática): así lo reconoce el Derecho establecido. Por tanto, la Constitución, la ley, debe cambiarse y adaptarse al deseo libremente manifestado por la gente. El “derecho a decidir” es un principio democrático.

En tal caso, tanto la parte demandante como la parte demandada decidiremos sobre la cuestión, es decir, lo que se llama ser juez y parte: llevar la decisión a todo el ámbito territorial español. Es como si el Sahara se dirimiera en referéndum entre todo Marruecos, o Escocia entre toda Gran Bretaña. Algo a todas luces no procedente. Es obvio que la cuestión debiera circunscribirse al ámbito territorial que plantea la demanda, Cataluña, como ocurre en Quebec o en Eslovaquia.

Pero puede intentarse difuminar la cuestión por otros caminos. Se afirma que Cataluña no es Escocia (otrora reino independiente), Cataluña no es una colonia (como el Sahara), Cataluña no está en conflicto (como Kosovo)… Cuando en Cataluña dicen que han sido independientes y soberanos hasta el S. XVIII, y, aunque no se reconociera así, Quebec no ha sido nunca independiente y ejerce el derecho a decidir; incluso Cataluña dice que tiene conflicto con España y esta no le deja decidir, igual que en Kosovo.

Quizá, las causas profundas de todo este contencioso se encuentren en la realidad económica que subyace. Hemos de decir que, según la Generalitat, el déficit fiscal de Cataluña es de unos 16.000 millones de euros en el año 2009, (“7’8% de su PIB”), y de unos 300.000 millones desde 1986. Baviera no suele pasar del “3’5% de su PIB” en aportaciones para la solidaridad entre regiones; el Estado de Alberta, con un 3’23% de su PIB, es quien más aporta en Canadá; El Estado de Oeste con un 3’93% de su PIB, en Australia. A esto, además, se suma que el Banco Central Europeo y, a través de este, buena parte de la banca española son acreedores de la deuda española, cifrada en un billón de euros (100% del PIB). Si la economia catalana (19’5% del PIB español; 25% de las exportaciones españolas) se secesiona, los bancos e inversores alemanes y franceses (principales acreedores del BCE) entrarían en pánico por la posibilidad de no cobrar la deuda de una España sin su motor y aval: Cataluña. Europa (Angela Merkel) ve el caso de Cataluña igual que lo ve Rajoy, es decir, “Virgencita, que me quede como estoy”.

El Parlament pide a la Generalitat acabar con los desfiles militares en Cataluña

El Parlament pide a la Generalitat acabar con los desfiles militares en Cataluña

Sin embargo, la doctrina internacional, aceptada por la Unión Europea, proclama que toda colectividad que “tenga un territorio, una población estable, un gobierno funcional, constituya una entidad definida y pueda mantener relaciones con otros Estados”, merece o puede ser un Estado. La jurisprudencia internacional, instituida por el caso de Quebec, nos emplaza a ciudadanos e instituciones a “un deber recíproco de todos los participantes a emprender negociaciones para tratar cualquier iniciativa legítima de cambio del orden constitucional”… y “se conferirá al territorio en cuestión una legitimidad democrática para la iniciativa de secesión, que todos los otros participantes en la unión habrán de respetar”...

En el fondo, todo el problema es una demanda de reconocimiento, que, ante la ceguera de los políticos centralistas españoles, Cataluña presenta por elevación como demanda de secesión. Por nuestra parte, nada más que decir. _________________

Jesús Moncho es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats