Librepensadores

Mucho ruido y pocas luces

Alain Valle

Últimamente, los diarios, la radio y la televisión están repletos de ruido, saturados por la agitación política del momento. Y emiten proclamas anacrónicas y extemporáneas acerca del peligro que supone para nuestro orden nacional (como si el gallinero no llevara revuelto ya mucho tiempo) el auge de los herederos políticos del 15-M. “Que viene el lobo”, insisten una y otra vez, como si fueran los hijos de aquel contubernio judeo-masónico-comunista, los primos hermanos de Hugo Chávez y los pistoleros de ETA, con los que los quieren equiparar. Y lo hacen sin rubor, sin ningún respeto a la verdad y el sentido común. El caso es azuzar el árbol del miedo para recoger las nueces de votantes que vivieron amedrentados durante la mayor parte de su vida, criados en el hambre y la penuria de la posguerra franquista.

No en vano, el único electorado que le queda ya al PP es el de los mayores de 65 años (donde gana por goleada). Y por eso seguramente, se esmera en sembrar de minas el campo de juego, con la inestimable ayuda de los altavoces mediáticos que le hacen eco en un alarde de maquiavelismo e irresponsabilidad, jugando a despertar los fantasmas del pasado que ya dormían tristemente, en nuestro infierno nacional. Ellos creen que su fin justifica los miedos. Y así parecen olvidar que hace años (muchos años sí, pero no bastantes como para olvidarlo) en nuestro país hubo una terrible guerra entre hermanos que lastró nuestra vida hasta estos días de ruido orquestado. Y hoy en pleno siglo veintiuno, se afanan en resucitar las divisiones fratricidas, trasladándonos a una lucha intergeneracional entre nietos y abuelos, blandiendo las pensiones cual cartillas de racionamiento, para aferrarse a su sillón en medio del revuelo.

Pero pienso, luego insisto: esa desesperada artimaña es una muestra de su debilidad, porque el miedo es el último recurso de los que no tienen nada mejor que ofrecer, después de tantos años gobernando para la minoría absoluta. Y es que sólo hay dos formas de hacer política: desde el amor a la res pública o desde el miedo. He ahí la cuestión. Y por eso tienen que azuzar las ascuas del temor más atávico, puesto que ya no saben qué hacer para generar ilusión entre la gente corriente que hoy sólo sueña con salir de pobre y llegar a fin de mes sin preocupaciones. Por eso se les llena la boca de ruido, en cuanto ven crecer una alternativa realmente posible más allá del turnismo con el PPSOE. Saben que la esperanza es un arma de seducción masiva. Por eso ladran y se empeñan en inocular su virus del miedo.

“Pero la Luz será mañana (el 26-J) para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día”. Lo expresó así de bello el subcomandante Marcos desde la selva Lacandona: “Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia (frente al sombrío poder de sus mercados), democracia, libertad, justicia y paz. Éstas fueron nuestras demandas en la larga noche. Éstas son hoy nuestras exigencias.” Ahora se llaman proclamas radicales; antes se llamaban derechos constitucionales.

Y ladran, luego cabalgamos. Porque esta batalla no es entre jóvenes y viejos, o entre el orden y el caos, como tratan de vendernos. Es la lucha por la Luz frente a la oscuridad. Así que acallemos el ruido de sables acechando. Hágase ya “para todos la Luz, para todos Todo.”

Alain Valle es socio de infoLibre

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