Librepensadores

El deterioro de la sociedad

César Moya Villasante

Todo empezó cuando, a principios de los 90, habiendo acabado el enemigo común llamado comunismo, alguien creó una derivada del capitalismo que denominó liberalismo. Ya no había que luchar con la guerra fría y solo se quedaba un sistema económico en el mundo.

En ese momento aquellos que idearon con mucha sabiduría este sistema lo concibieron como la eliminación de cualquier Dios, con mayúsculas, para que el único dios existente, fuera terreno y se llamara dinero en sus acepciones de dólar, euro o libra. Así se conseguía un mando absoluto en todos los terrenos de la vida a base de manejar a ese dios de manera que nadie pudiera concebir sus derechos sociales o cosas parecidas. Si nadie te entrega dinero para subsistir no podrás hacer valer tus principios o valores personales, algo que dejó de tener sentido por razones obvias.

A base de dinero se compraba todo. Las empresas irían cayendo poco a poco pues las más fuertes se irían comiendo a las más débiles hasta llegar a un tope aun no conocido pero previsible en que esos grupos de poder financiero, si se sigue el camino actual puede llegar un momento en que uno solo se convierta en el auténtico león de una nueva selva que patea ciudades urbanas. Los profesionales de cualquier tarea serían manejados por sus “propietarios” porque si actuaran en favor de la calidad y no del dinero, para conseguir pingües beneficios se le mandaría a su casa sin posibilidad de encontrar un lugar de trabajo bien remunerado porque se consideraría fuera del club que componen esos grupos. Aquéllos que pudieran ejercer de críticos con la situación caerían en el mismo pozo, como periodistas o jueces. Pero no es problema porque se les incluye de momento en cualquier organización a la que tendrán que someterse, simplemente para comer. Quedaría el manejo de internet, en donde aún se puede censurar y criticar, pero ya llegará el momento de acabar con esa posibilidad. Vemos a diario la ausencia de profesionales a los que se les deje actuar como tal, en comercios, en periodismo, en medicina –donde se sabe que interesa vender más alguna medicina durante tratamientos largos a utilizar una que pueda curar de verdad–, en la judicatura –donde vemos fiscales que defienden y jueces a los que se les separa por no actuar para el bien económico de quien corresponda. No digamos en el transporte público en donde la calidad se ve deteriorada de continuo porque el profesional no puede ejercer sobre la calidad que es cara. Y si ocurre un accidente la culpa la tendrá el más débil y en paz. Y no sigo porque sería interminable. Y no culpo a los profesionales que tienen que comer cada día como hemos caído todos en ello.

Porque, además, con la formación de la gente y con las nuevas tecnologías se maneja al personal para que estén entretenidos con ello y, poco a poco, la juventud deja de pensar. Eliminamos las carreras humanísticas y el trabajo queda hecho. Poco a poco, las ayudas sociales las vamos haciendo privadas y se manejan bien desde el dios antedicho a base de reducirlas hasta su inutilidad y se eliminan en pocos años. Y con la ventaja de la no existencia de líderes que arrastren a la gente a protestar.

Así, en esa situación el mundo que había adquirido ciertas ventajas sociales va comprendiendo que ante el dios dinero, todo valga y se comprenda a aquellos personajes que, metidos en política, acudan al robo más descarado sin ser criticados pues la gente lo considera un mal menor. No hablemos ya la dignidad de las personas o la calidad del esfuerzo personal, la deontología profesional, o la ética del comportamiento, Eso acaba en pocos años como estamos comprobando cada día. Los países que ahora se incorporarían a este mundo nuevo ya sabrían por dónde van los tiros y se adaptarían al medio pues las tecnologías modernas han hecho que todos, en cualquier parte del mundo, sepamos por donde va la cosa.

Hay que añadir, obviamente, que cualquier manifestación desagradable se aplastaría de forma total pues nadie con tirachinas puede abatir un arma atómica.

Esto parece una caricatura, pero es una verdad que nadie se atreve a contar de forma tan clara. Pero está ocurriendo en nuestras narices. Lo vemos a diario y nadie dice nada. Nos quedan ramalazos periodísticos, pero ya la sociedad está vacunada son un sopor que hace muy fácil este liberalismo de club. Y es algo que aquellos que lo defienden deben comprender que el final es previsible, pero también para ellos, porque esos defensores a ultranza del sistema, también lo pagaran pues no son parte del club. Son meros instrumentos para hacer el trabajo sucio de los que sí están en el club y que casi nadie conoce por sus nombres.

En resumen, el deterioro moral de la sociedad arrastrada por aquellos pocos poderes que tienen el 80% del dinero corriente actual es tan evidente que pueden hacer con esa sociedad lo que ellos quieran. Porque aquel Dios desapareció a principio de los 90 con el fin del comunismo y así nos va.

Y todo esto lo escribe uno que ni es comunista, pero sí es agnóstico. Y a este paso llegaré a creer en aquel Dios. O mejor no, vaya usted a saber.

César Moya Villasante es socio de infoLibre

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